viernes, 17 de marzo de 2017

Metamorfosis

Admiro la capacidad que tienen algunos animales para su adaptación al medio, algunas de las veces, en pro de su supervivencia. Gran culpable de esa aclimatación al entorno es a través de la metamorfosis, que como bien sabemos, es un cambio o transformación de una cosa a otra, especialmente en algo sorprendente o extraordinario. En el mundo de los animales, es un proceso biológico, y el cual desarrollan desde su nacimiento hasta la madurez. Véase el caso de la libélula, o la transformación del renacuajo en rana, o mejor aún, una de mis preferidas, el paso de la oruga a mariposa. Distinto es quizás el caso del camaleón, que más que de una metamorfosis, diríamos que se trata de una estrategia, de un cambio circunstancial y por conveniencia.

En el caso de los seres humanos, podemos hablar de ciertas diferencias con respecto al mundo animal, pues afectan a otras muchas circunstancias más personales, como a su fortuna, carácter, estados de ánimo, etc..... Desde mi punto de vista, el caso de los humanos estaría, de cualquier modo, más identificado con los primeros animales antes mencionados, no tanto con la metamorfosis del camaleón, porque sino, ¿cómo podría uno identificarse con algo que no existe?. ¿Con algo que es tan efímero?. Algo que no ha existido incluso nunca. Aunque bueno, también es cierto que nos encontramos con muchos camaleones en nuestra vida.

Pero en cualquier caso, también, al igual que con respecto a los animales, admiro la capacidad de algunas personas a enfrentarse a los cambios de la vida. Porque hay dos maneras de encarar un cambio; por voluntad propia, o por obligación, este último, a consecuencia de circunstancias que han tenido que producirse. Con la primera, digamos que bastaría con querer que ese cambio se produzca. Cuando se trata por obligación, entonces hay que sacar lo mejor de uno mismo, pues éste nos va a poner a prueba en innumerables ocasiones. Con ambas, el éxito radica en adaptarse a ese cambio lo antes posible.

Si estamos obligados a ello, cuanto antes mejor. Aceptar no es resignación, pero nada te hará perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar. Así que es posible que veamos a nuestro alrededor cómo las personas van cambiando, pero no te ofendas por ello;  es que casi todo el mundo cambia. Es más, igual tenemos que aplicarnos el cuento y preguntarnos si no es momento en que nosotros también cambiemos, porque por norma general, siempre se cambia para bien; al menos se intenta.

A veces nos quejamos de nuestra suerte; más bien de nuestra mala fortuna. Quizás es porque hacemos lo de siempre. Para que la buena suerte llegue, es conveniente crear nuevas circunstancias.

A un discípulo que siempre estaba quejándose de los demás, le dijo el maestro; "si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a tí mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra".

Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad. Casi nadie piensa en cambiarse a sí mismo.

A mí me sigue pareciendo asombroso el caso de la oruga, y lo relaciono con el cambio que a veces tienen que hacer algunas personas. Al principio la oruga se aferra a una rama, y ahí se queda. Sabe que algo está ocurriendo, y tiene miedo al cambio. Porque como sabes, la mariposa no nace tal y como la vemos en su momento de esplendor, con esas alas brillantes y coloridas. Nace en forma de oruga a partir de un minúsculo huevo adherido a una hoja. Durante las primeras semanas de vida, se dedicará a devorar toda hoja que se encuentre y, a medida que crece, mudará varias veces de piel porque no puede caber en su propio "traje".

En un momento dado (la naturaleza sabe bien cuando), la oruga, obedeciendo lo que el instinto le dicta, se cuelga de una rama y se queda ahí paralizada. Por su cabeza quizás pasen todo tipo de pensamientos negativos, del tipo; "Me siento rara; estoy enferma. Estoy muriendo, esto es el fin de todo....". Sin embargo, se encuentra muy lejos del final; más bien está a punto de experimentar un proceso asombroso, que cambiará su vida para siempre.

Durante la metamorfosis se crea un capullo que cubre todo el cuerpo de la oruga y en su interior comienza una actividad biológica frenética. Al fin, transcurrido un tiempo necesario, recupera la consciencia y con gran esfuerzo trata de liberarse de aquello que la tiene apresada. Cuando por fin sale al exterior, después de que la naturaleza haya hecho su trabajo, descubre que no está muerta, que todo lo que antes conocía sobre sí misma ha cambiado; ya no tiene esas patas cortas y torpes con las que se deslizaba por las plantas, y en su favor, sobre su espalda descubre algo que no había visto nunca antes.

Su instinto le dicta lo que tiene que hacer y al cabo de unos instantes la recién mariposa está batiendo sus hermosas alas con energía. ¡Lo ha logrado!. Ha conseguido adaptarse rápidamente a su nueva situación. Realmente ha ocurrido algo maravilloso. 

Y es que cuando la realidad te parece diferente, es señal inequívoca de que has cambiado.

No recuerdo quien fue, pero alguien me contó una vez que a un Rey árabe le regalaron dos pequeños halcones, y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Regresaría a ver los avances de éstos pasado un tiempo.

Y cuando pasaron un par de meses y regresó, el maestro le informó al Rey que uno de los halcones estaba perfectamente adiestrado, pero que al otro no sabía qué le sucedía, ya que no se había movido de la rama de donde lo dejó desde el día de su llegada. Había probado de todo, pero no había conseguido ningún resultado.

Al día siguiente el monarca pudo observar desde su ventana que el ave continuaba inmóvil, y como ocurría muchas veces en esos reinos, pidió ayuda al pueblo, comunicando que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón.

A la mañana siguiente vio al halcón volando agilmente por los jardines. No podía creérselo, así que pidió a su corte que llevaran ante él aquel que había obrado el milagro.

Allí se presentó un campesino, a quien el Rey le preguntó;

-- Tú hiciste volar al halcón, mientras el mejor maestro de cetrería fue incapaz. ¿Cómo lo hiciste?. ¿Acaso eres mago?.

Intimidado, el campesino le dijo al Rey;

"Fue muy sencillo. Tan solo corté la rama, y el halcón echó a volar...."



Fuente de Cantos, 17 de marzo de 2017. Fotografía de Jesús Apa.



   

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