viernes, 24 de marzo de 2017

Tanto no tienes, tanto vales

La riqueza de la lengua castellana es infinita, y en ella a veces aparecen envueltas las palabras, que en aras de montar curiosas frases de incluso difícil entendimiento, se adornan a modo de refranero, el cual pretende en pocas palabras, dejarte el eslogan que te lleve a un aprendizaje sobre algo. Muchas de esas frases incluso provienen de siglos atrás y te encuentras con ellas de manera casual. Con unas te identificas más que con otras, pero es seguro que te sirven para usarlas en un momento concreto que "te viene a huevo" (y ahí dejo un claro ejemplo de esas frases hechas).

Fue en días pasados que leyendo uno de los episodios del Quijote, obra maestra de nuestra literatura castellana y universal, que me encontré con un pasaje que rápidamente removió mi consciencia:

.... y dijo Sancho; "¡A la barba de las habilidades de Basilio!, que tanto vales cuanto tienes, y tanto tienes cuanto vales. Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una abuela mía, que son el tener y el no tener, aunque ella al del tener se atenía; y el día de hoy, mi señor Don Quijote, antes se toma el pulso al haber que al saber: un asno cubierto de oro parece mejor que un caballo enalbardado. Así que vuelvo a decir que a Camacho me atengo, de cuyas ollas son abundantes espumas gansos y gallinas, liebres y conejos, y de las de Basilio serán, si viene a mano, y aunque no venga sino al pie, aguachirle."

Habría que ver si tenía razón en esto Sancho (o Cervantes). Pero sí que a mano y a pie me vino la conversación de hace una semana en un viaje, y en el cual salieron a relucir varias historias, reales todas ellas, sobre los actos de generosidad que afortunadamente aún nos sigue gustando escuchar. Pero actos que vienen de gente humilde, sencilla, de la gente "llana", como a mí me gusta llamarlas. Personas que lo único que no tienen es precisamente dinero, pero sí en cambio, están llenos de una riqueza interior que deslumbra cual brillante que se precie.

En ese viaje en el que salieron a relucir varias historias, ciertamente todas eran bonitas y con un fondo humano tierno, que te atrapa, y del cual te alegras por el simple hecho de conocer, que aún existe gente ahí fuera que sabe dar, ofrecer y ser solidario a cambio de nada. Porque claro que quizás ser generoso cuando se tiene, y mucho, debe ser más bien sencillo. ¿O será que es tan difícil y por eso no todo el mundo da?. No sé, habría que preguntarlo (sea aceptada la ironía).

El caso es que en una de esas historias, contaron que en un pueblo de aquí al lado del mío, en Calzadilla de los Barros, llegó un pequeño grupo de unas 4 o 5 personas que estaban haciendo el camino de Santiago. En esas, y a pesar de la sorpresa de todos, pero no había ningún bar o restaurante abierto en el que pudieran comer y reponer fuerzas. Pasado un tiempo y ya desesperados en su larga búsqueda por el pueblo para calmar el cansancio, y a la par el estómago, preguntaron a una mujer mayor que estaba asomada a la puerta de su casa; 

"Disculpe señora, ¿sabría usted decirnos de algún bar o restaurante abierto dónde podamos comer?", preguntó de manera atrevida pero sincera un señor de apariencia educada. La mujer, de nombre Matea, amablemente y de forma tan sincera como la de ese señor, respondió;

"No mire usted, pero en un día como del de hoy, encontrará todo cerrado", le dijo Matea. Pero si tienen hambre y desean comer, valga mi mesa en la que mi marido Antonio y mi hija Carmen, seguro que también están encantados de compartir nuestra comida con ustedes". 


Mientras escuchaba esa historia recordé inmediatamente otra, en la que también se ponía de manifiesto la generosidad. Porque ser generoso no implica solamente dar dinero; también se puede ser generoso dando tu tiempo, tu atención y disposición en favor de alguien, y en cuestiones que a veces ni te corresponden. Del mismo modo también se puede ser generoso siendo agradecido al recibir; de esta manera circula en los dos sentidos. En definitiva, implica buscar el bien para otro; así de simple. Forma parte de los valores de cada cual. Por eso será que ahora lo entiendo, y puestos a hablar de valores, no todos los ricos pueden ser generosos.


"La niña de ojos claros y un pelo rubio y alborotado, tenía pegada su pequeña frente al escaparate de aquella majestuosa joyería de la calle principal. No era la primera vez que lo hacía, pero al contrario que las otras veces, su disposición era distinta. Tanto, que decidió entrar y personarse frente al mostrador donde aguardaba de manera discreta el dependiente.

-- Perdone señor. Estaría interesada en ese hermoso collar de color turquesa; es para mi hermana. ¿Sabe usted?. El color es idéntico al de sus ojos. ¡Ya me imagino lo guapa que quedará con él puesto!.--

El dependiente la miró con desconfianza, aunque casi aceptando la inocencia de aquella pequeña. Sin embargo, el dueño de la joyería, que estaba muy atento de la escena, quiso participar de aquel acto curioso que provenía de esa niña con cara de atrevida.

"¿Cuanto dinero tienes pequeña?".

De manera pausada y sonriente, comenzó a quitar uno por uno los nudos de su pañuelo, y una vez deshechos, puso éste sobre el mostrador dejando aparecer su contenido.

-- ¿Esto alcanza, no?.--

Sobre el pañuelo apenas si había unas cuantas monedas. Mirando al dueño con una tierna mirada que mezclaba emoción y tristeza, le dijo:

-- Desde que nuestra madre murió, mi hermana se ha ocupado de mí constantemente, tanto, que sé que no tiene ni tiempo para ella. Hoy es su cumpleaños, y es hora de agradecérselo, así que voy a sorprenderla con este hermoso collar que llevo observando en el escaparate durante meses. Suerte que aún no lo vendieron, ¿verdad?. -- 

Sus pequeños dientes asomaron por su tímida sonrisa. Ambos se miraron, empleado y dueño, sin saber qué hacer ni qué decir. Fue éste último quien reaccionó y entró en la trastienda. Allí, personalmente fue él quien envolvió el collar con su caja en un sencillo papel de regalo y adornado con un hermoso lazo rojo.

Ante el estupor del empleado, entregó la cajita a la pequeña, diciéndole lo llevara con sumo cuidado.

Fue al final del día que apareció una adolescente también de pelo dorado y con unos ojos tremendamente azules dirigiéndose al dependiente, con la intención de devolver una caja que llevaba un collar dentro.

-- Disculpe señor. ¿Este collar fue comprado aquí?.--

El dueño, que se percató de lo que iba a ocurrir, se adelantó a decir;

"Sí señorita. ¿Acaso le ocurre algo al mismo?. ¿Está con algún defecto?."

La chica solo lo miró y volvió a preguntar. -- ¿Cuánto costó?.--

"Lamento no poder darle esa información. Es política de esta empresa que cualquier artículo conserve la confidencialidad de su precio".

-- Ya..., pero mire usted. Debe tratarse de un malentendido. Mi hermana solo tenía algunas monedas que ha juntado haciendo muñecas de trapo con ropa vieja. Mi sueldo es demasiado modesto como para hacerme cargo del collar. Porque insisto, que debe tratarse de un error. Ella simplemente no es posible que haya podido ahorrar lo suficiente para pagarlo.--

El dueño tomó el estuche, rehizo el envoltorio con mucho cariño, le colocó de nuevo la cinta roja y se lo devolvió a la joven diciéndole;

"Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar. Su hermanita dio todo cuanto tenía...."


De una manera u otra, la pequeña solamente estaba haciendo uso de su generosidad, de una forma innata y natural, manifestando unos valores, a buen seguro, transmitidos por parte de su humilde familia.

Del mismo modo que Matea ofreció su sencillo y seguramente improvisado menú, compartiendo su comida con unos extraños, que de manera honesta aceptaron su humilde invitación.

Y como decía antes, que ser generoso consiste no solamente en dar, sino también en saber recibir, hoy Carmen, la hija de Matea, que por aquel entonces estaba en paro, dirige uno de los mayores hoteles de las Islas Canarias, recibiendo muy a menudo la visita de sus padres, que están encantados de disfrutar en ese hotel, y cuyo dueño, era uno de los invitados a la mesa de Matea.

Así que igual por esta vez, al refranero popular le iría mejor la expresión de, "Tanto NO tienes, tanto vales".... 



Imagen libre en la red. Fuente de Cantos, 24 de marzo de 2017.
     



  
   
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario