viernes, 31 de marzo de 2017

Para disgustos, los colores

Si dicen que el mundo está loco, dudo entonces que esté gobernado por cuerdos. Y es que toca asumir que en cualquier parte del mundo existe la política, y todo se mueve por sus hilos y decisiones, aunque algunas de ellas son más que cuestionables. Por nombrar unas pocas, de las más recientes, podemos destacar lo que ocurre a diario bajo el régimen en Corea, el famoso futuro muro de Trump, o el referéndum del propio Brexit. Estas determinaciones hacen que la vida de miles de personas se vea afectada por decisiones de esos gobernantes, muchas veces totalmente unipersonales. Pero algunas de ellas, en la historia del poder político, han llegado a provocar guerras, que desgraciadamente se han llevado por delante a millones de personas que han perdido la vida, por sus intereses personales, económicos y de poder. 

Quiero pensar que no todo vale en política, y que hoy también se hace política de la buena. Por ejemplo sí que admiro a los políticos de pueblo, los que están cercanos a la gente y que realmente dan la cara por el bien de los ciudadanos, que si ciertamente tienen su ideología, pero primero están las personas, y luego...., también. Ojalá estos representantes locales, del "mundo pequeño" en el que algunos tenemos la suerte de vivir, pudieran transmitir ese ímpetu y manera de pensar a sus estamentos superiores, cosa que tristemente no siempre pasa.

Claro que incluso aquí, en esta política del "tú a tú", nos podemos encontrar con algunas decepciones en que nos afecten, y casi siempre acabamos de alguna manera llevándonos algún disgusto con ellos. Al fin y al cabo, no deja de ser política, que en mayor o menor medida, al final te acaba llegando. Hay que aceptar el sistema, ni más ni menos. Y es que hace ya muchísimos años, precisamente a alguien que trabajó para su pueblo por otros tantos muchos, llegué a escucharle decir con total rotundidad; "La política es la mejor manera de hacer enemigos de verdad, y amigos de mentira".

Aquí en España, lamentablemente, la política copa las noticias diarias, aunque supongo que debe ser algo universal. No sé si eso es una buena señal como indicador del sistema que nos envuelve, pero lo cierto y verdad, es que a día de hoy la política es la protagonista. Y aquí, y al igual que en el resto del mundo, las ideologías van y vienen tratando de reconvertirse en lo que la gente quiere para ellos en esos momentos. Es lo que se denomina, "dirigir el voto". Las personas que lideran esos partidos políticos (otras veces son auténticas dictaduras), y sus supuestas ideologías, casi siempre van representadas por colores. Digamos que uno ya sabe como piensan los rojos, los azules, los verdes, los naranjas, los lilas..... Cada uno de esos colores va vinculado, o al menos de eso se trata, con una manera de representar unos valores, más allá de sus propias siglas.

A mi personalmente no me gusta opinar sobre política, y aunque pueda tener mi propio punto de vista, como todo el mundo, uno cuando de verdad deja de creer, también deja de pensar, más en algo que no ocupa ya lugar en la cabeza. Solo que siempre tropezamos con la política, lo queramos o no. Pero es que tampoco creo que sea un tema con el que se consigan sacar muchas conclusiones positivas, pues más bien te lleva a frustraciones. Además, ¿has visto alguna vez que un político con sus ideas, pueda convencer a otro con las suyas propias y distintas a las primeras?.

Recuerdo hace algunos años en que me encontraba en Buenos Aires esperando la llegada de un bus que me moviera a otro punto de la ciudad. A mi lado, una señora mayor que esperaba con su nieta el mismo omnibus que el mío y que las llevaría a un concierto de una tal Violeta, conocida ídolo de los adolescentes de entonces. La pequeña, iba vestida a juego con lo que representaba ser fan de esa artista, así que ya podéis imaginarla con toda su ropa de color morado, desde sus zapatos a su cintillo del pelo. Además que realmente se la podía ver muy feliz representada con esos colores.

Su abuela expresaba la misma felicidad que la nieta, la cual me mostró en la entretenida conversación que mantuvimos durante largo rato. Me habló de manera divertida de las ocurrencias de su nieta, de su pasión por el baile o de lo mucho que amaba viajar, y dónde España lo tenía como destino pendiente. La charla era entretenida y estaba calmando el terrible frío que hace en Agosto en la capital Argentina.  

En cierto momento de silencio y que miré a mi lado, pude observar que había multitud de carteles donde se promocionaban los políticos con sus correspondientes partidos, todos ellos identificados con sus propios colores. Estaban en plena campaña electoral para gobernar la ciudad de Buenos Aires. Así pues que en esa espera y para continuar con la amigable charla entre esa señora y yo, sin qué ni por qué, o supongo que motivado por el panorama colorido de tanto cartel, le pregunté qué pensaba sobre la política de su país. Torpe de mí en sacar un tema que no lleva a ningún sitio, y así lo intuí en la cara de esta señora. Aunque la opinión que le merecían sus gobernantes fue tajante, y con ese acento tan particular, me dijo; "Acá los políticos, lo que firman con la mano lo borran con el codo. No hay ninguno limpio". 

Hace un par de años me encontraba visitando lo que fue la fascinante ciudad de Pompeya, en la Costa Amalfitana. Casi sin quererlo, mi paseo por aquel mágico lugar me detuvo junto a unas esculturas que también eran observadas por un grupo de turistas. Eran españoles e iban encabezados por una guía, la cual les daba las correspondientes explicaciones de lo que allí estaban viendo. En este tipo de situaciones, a veces te dejas llevar por la curiosidad de estas enseñanzas o anécdotas que los guías dan a los miembros del grupo, y sin quererlo acabas escuchando lo que hablan. Y de ese instante en el que coincidí en el mismo espacio que ellos, que se me quedó grabado una parte de la charla;

"Ante vosotros podéis ver El foro de Pompeya, que era el corazón de la vida comercial de la ciudad y el centro cívico de la misma, y alrededor del cual se construían los edificios más importantes. También era el escenario político, y por eso que que estas columnas están presididas por estatuas que conmemoraban la vida política de la ciudad, la cual era muy respetada por el ciudadano de entonces. En estas imágenes podéis ver a estos políticos, con sus túnicas, las cuales eran de color blanco, lúcidas y cándidas, para representar la pureza y limpieza de sus acciones. De ahí viene la palabra "candidato", para referirse a alguien que opta a algún puesto o cargo".

Aquello no más provocó los comentarios jocosos y burlones de todo el grupo, dando a entender que cómo ha cambiado el concepto actual sobre los políticos, al menos en España, y como diciendo, "si los romanos levantaran la cabeza....".    

Aunque no creo que haga falta que lo hagan los romanos, quizás bastaría con que lo hiciéramos nosotros mismos, y así derivar en nuestras propias reflexiones. La mía, en este caso es sencilla. Dado que tenemos candidatos políticos con colores azules, verdes, naranjas, rojos, morados...,¿cómo es que a ninguno le ha dado aún por usar el blanco?. ¡Desde luego, que para disgustos, los colores!.



Imagen libre en la red.





Pompeya, 31 de marzo de 2017. Fotografías de Jesús Apa.

           

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