viernes, 14 de julio de 2017

Inocencia interrumpida

Ahora sí tenía sentido aquel largo viaje; a pesar de las horas previas de coche, más tarde de vuelo, para después aguantar el retraso del tren que me llevaría a Seinajoki, pues en aquella solitaria estación, estaba esperando Mikki. Al fondo de la misma, y llenando, sin él saberlo, de energía aquel vacío y frío edificio. Porque aunque ya era tarde, Finlandia tiene un sol especial en estos meses de verano. Mikki, otro. Porque Finlandia en esta época no conoce la oscuridad y reserva para el invierno toda la luz que puede. Mikki, también. 

Pero ya en el coche de camino a Jurva, uno quiere saber con detalle sobre las cosas que nos contamos en la distancia. Quiere indagar en las pequeñas aventuras y rutinas diarias que se intuyen, pero que no se han contado. Y claro, uno de los primeros objetivos era saber cosas de Inda, quien con ya algo más de cuatro añitos, y puesto que llevaba más de dos sin verla, ansiaba y deseaba saber cómo ha ido creciendo. Fue entonces que Mikki me dijo; "La niña está fofa, bien bonita. Habla de ti continuamente y espera impaciente esta visita, tú mismo lo comprobarás. Pero lo que más te va a llamar la atención, es que Inda, tiene novio".

En aquel momento del viaje imaginé a mi ahijada despertando un día cualquiera por la mañana, repartiendo su cariño, porque aunque es bien cuidadosa con él, a quien se lo da y tiene esa suerte, lo llena por completo. La imaginé hablando y mezclando sus palabras en español, finés o portugués. La dibujé en mi cabeza sonriendo al verme, participando en sus juegos, cogiéndome de la mano para llevarme a descubrir sus pequeños secretos, dándome su generosidad, prestándome sus besos y regalándome todo el amor que pudiera darme. Imaginé todo aquello de manera detallada, pero al vivirlo, no podía pensar que fuera mayor de lo yo jamás hubiera dibujado en mi mente.

Y tampoco podía imaginar, por mucho que quisiera y me esforzara en ello, de que "Inda tiene novio". Ni siquiera le di importancia a aquello, más aún tratándose de una niña tan pequeña. Pero ya tenía curiosidad por conocer a Rico, que así se llama el afortunado. Y sería en un evento deportivo dónde ambos participarían y dónde compartirían algunos momentos juntos, pero entonces lo que allí presencié hizo que mi hipotética imaginación de lo que me habían contado de estos dos niños se fuera al traste de inmediato. 

La conexión que "aquellos mocosos" tenían, era digna del mayor amor que jamás hubiera presenciado. La manera en la que ambos se trataban, cómo uno apoyaba y animaba al otro cuando les tocaba competir en su actividad, el cariño que se repartían y, sobre todo, lo ajeno que eran a quienes pudieran juzgar esa prematura relación, era algo que no entraba en mis planes. Esa "inocencia interrumpida", no era más que un ejemplo de que el amor es algo innato, puro, de que es el sentimiento más cándido, ingenuo y natural que uno puede llegar a sentir en esta vida.

Y en el caso de ellos, de Inda y Rico, tan pequeñitos, pero con tanta intensidad, se acentuaba mucho más, porque quizás no han conocido aún los sin sabores del amor, los altibajos que éste genera en su montaña rusa particular, o las pausas que solicitas al corazón cuando sales mal herido. Porque aún no han sucumbido a la nostalgia, ni tienen que aparentar estar fuertes y preparados para otra historia, porque el de ellos, es el primer amor que viven, es su primer triunfo y su primer chute de pasión. 

Dos pequeños que ya se quieren, que saben valorarse, cuidarse, que se entregan al impulso incontrolable de amarse, con la ventaja de que no tienen antecedentes que provoquen dudas ni miedos. Pero por suerte este amor infantil, sano y entusiasmado, se puede encontrar a todas las edades, en todos los formatos, y es que de lo contrario, y si en el amor la experiencia contara algo, nunca nos volveríamos a enamorar. 

Entonces deseas ser niño, imaginar que llega a ti esa "inocencia interrumpida" para no irse nunca. Así fue que recordé una frase del genial Picasso, que decía que "lleva mucho tiempo llegar a ser joven". Pero es que también en el amor, lleva mucho tiempo entregarse, recuperar la ingenuidad y volver a ser valiente, ajeno al dolor, sordo al ruido que provoca un desengaño, volver a ser un niño con la curiosidad que te provoca todo eso. Porque al fin y al cabo, ¿qué es en verdad ser niño?. ¿Y qué es volver a ser joven?. ¿Es un tiempo determinado en una vida determinada?. ¿Es un estado de ánimo, o es una forma de ser y actuar?.

Seguramente sea un poco de todo, o lo más probable es que sea mucho de volver a vivir con la inocencia de un niño. Lejos de miedos, odios, revanchas..., fuera de malos pensamientos, de nostalgias que intoxiquen tus ganas empezar nuevas aventuras, de vivir otras experiencias.

Igualmente digo, como lo expresara un veterano escritor irlandés, que "la juventud es una enfermedad que se cura con los años". Y no sé tú, pero yo creo que ya me estoy curando. Porque es cierto, que lleva mucho tiempo llegar a ser joven, y mirar la vida con los ojos de un niño, pero cuando al fin logras conseguirlo, ya sabes que no envejecerás nunca....

P.D. Inda y Rico no ganaron ninguna de las competiciones en las que participaron, pero nadie podrá nunca arrebatarles su medalla de oro en el amor. 









Jurva, Finlandia. 5 de Julio de 2017. Fotografías de Jesús Apa.
    


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