viernes, 3 de noviembre de 2017

Discapacidad emocional

Hace un par de horas que acabo de presentar en un municipio cercano al mío, el libro de un buen amigo al cual conozco desde la infancia. No recuerdo bien el momento en que nos hicimos amigos, pero sí me acuerdo del momento en que empecé a querer conocerle. Y fue ya siendo no tan niño, con la madurez, porque los niños siempre hemos tenido la desdicha de ser crueles con ciertas personas que hemos considerado inferiores a nosotros.

Vivía y aún vive en una humilde casa cerca de la de mi madre, al final de la calle. Alto, delgado y con una mirada tímida, trataba siempre de pasar desapercibido. Cosa difícil por aquel entonces para él, pues ya nos ocupábamos nosotros de destacarle para reírnos a su costa, o bien hacer algún comentario despectivo hacia su persona. Eran tiempos pasados de los cuales, en muchas ocasiones me avergüenzo. Éramos niños, claro, inocentes (mejor culpables) pero eso no justifica nada. Juan Gregorio, que así se llama mi amigo, presenta una discapacidad con un grado de minusvalía del 65%; retraso mental ligero y crisis parciales por epilepsia. Yo entonces era un discapacitado emocional al 100%.

Y es curioso como ambos, él con unas connotaciones y yo con otras, hemos crecido en una única dirección para solventar nuestras deficiencias. Él, en favor de buscar un hueco en esta sociedad y ser uno más, integrarse como una persona cualquiera, que no una persona normal, porque, ¿qué es ser normal hoy en día?.

Mi crecimiento no fue otro que el que pueda representar cualquier niño, que con una educación sencilla pero basada en el respecto, entiende que las discapacidades no son otra cosa que barreras que determinadas personas tienen que saltar para estar, digamos, en igualdad de condiciones que el resto de los humanos.

Pero lamentablemente sigue habiendo "debilidades humanas" que aparecen en personas que se muestran insensibles para con los demás, y que a pesar de no contar con una discapacidad física, psíquica o sensorial, pasan a considerarse minusválidas por su forma de tratar a otros. Las personas con algún tipo de discapacidad son conscientes de sus propias limitaciones, pero al resto, más de una vez nos falta ponernos en su piel. Así que me alegra profundamente presentar hoy su libro (es la segunda vez que lo hago), cuyo título expresa muy bien quizás la trayectoria de nuestra relación; "Del pasado al futuro en un buen presente". 

Tal y como él cuenta, toda su niñez, adolescencia y juventud estuvo marcada por la timidez y la falta de confianza en sí mismo, actitudes que han ido cambiando considerablemente con su madurez. Textualmente en su libro dice así; "Yo era un niño aplicado en los estudios, pero me relacionaba poco con los demás alumnos. Era tan tímido, que en la hora del recreo me plantaba solo en un rincón y no me movía hasta que finalizara. Estaba tan metido en mi mundo, que no solía jugar ni contactar con nadie. Al recordar esos tiempos veo la cantidad de buenos amigos que me he perdido por culpa de esa timidez".

La vida de Juan Gregorio es única, que es como deben ser todas las vidas. Pero no debe confundirse al discapacitado como un prototipo generalizado. Parece ser que hablar de una persona discapacitada es un símbolo universal imaginarlo en una silla de ruedas, cuando en realidad, hay muchas realidades diferentes. ¿Que tienen que ver un sordo, un ciego, o alguien que presente parálisis cerebral? Lo que tienen en común es que les falta algo y necesitan de ayuda o de terceras personas. Pero las necesidades y las vidas son distintas. Aunque desgraciadamente hasta una persona con discapacidad tiene que tener "suerte" y nacer en una familia capaz de soportar económicamente sus necesidades.

Yo pienso que sencillamente son personas con capacidades diferentes y en el caso de Juan Gregorio, esa gran capacidad de superación personal ha sido reconocida y admirada por todo un pueblo. Pero ahora, gracias a estas memorias, podremos conocer aún mejor a la magnífica persona que ya conocíamos.

Creo que su dedicación a la literatura y a la radio está vinculada en gran medida al apasionado y difícil mundo de las experiencias emocionales de la adolescencia, y de donde ha cogido fuerzas de aquella furtiva explosión de instintos, retos e incertidumbres. Donde se prometía tanto a sí mismo, que ahora afortunadamente podemos decir que ya se lo ha dado.

He disfrutado mucho con esta lectura, donde a veces he reído, otras he recordado, otras incluso he soñado con el tiempo, pero en todas, lo he admirado. Y he recibido a cambio algo que me complace mencionar especialmente ahora que he presentado su libro ante un público; un interés sincero por las experiencias ajenas, por la trama íntima de las vivencias de las personas, por sus combates, por sus luchas, por sus batallas y por sus guerras ganadas.

Si yo tuviera que definir de algún modo "del pasado al futuro en un buen presente", diría que es un libro en el que la aparente oscuridad emocional en la que se ve envuelto su personaje principal, se ve iluminada, por paradójico que parezca, por la luz que sus propias emociones generan....



Fuente del Maestre, 3 de noviembre de 2017. Fotografía de Helena Rocha.

2 comentarios:

  1. Buenos días....Jesús...yo creo que poco a poco desde el colegio, con el enfoque integrador que desde infantil hasta final de etapa se intenta dar, al final lo lograremos...
    Lo peor es que sigue habiendo muchos discapacitados emocionales....ya lo dice una frase que no sé de quien es pero que me encanta....." La peor discapacidad es la falta de corazón..."

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  2. “Debemos cultivar la capacidad de ver a los hombres no como lo que son ahora, sino como lo que pueden llegar a ser”

    - Thomas S. Monson

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