viernes, 22 de diciembre de 2017

La Silla Vacía

Dentro de las muchas sesiones de motivación personal que utilizan los terapeutas con sus pacientes, una de las técnicas más originales y distintivas ha sido sin duda el uso de la "Silla Vacía". Por lo general, se utiliza este procedimiento de distintas formas y con diferentes propósitos, pero el más común es el utilizado en terapias dispuestas a buscar ayuda y consuelo por la ausencia de un ser querido. Este tratamiento en particular, también es denominado con el nombre de "Una Persona no Disponible". 

En esta terapia el paciente se enfrenta a alguien en torno a quien se ha desarrollado un asunto inconcluso (presente o pasado) y que en el momento actual no se encuentra disponible, o bien, porque no es factible el encuentro y la confrontación, o bien, porque ha fallecido o desaparecido de la vida del paciente. No estar disponible puede deberse a varias causas, como fallecimiento, distanciamiento, abandono, separación, etc...

Esta técnica trata de sacar lo mejor del paciente en una etapa difícil para él, dónde la falta de un ser querido puede llegar a dejar marcado su comportamiento. Así pues la forma como se desarrolla este procedimiento, cambia dependiendo de lo que se proyecte en la Silla Vacía. Con esta terapia el paciente recapitula lo sucedido y el terapeuta interviene haciendo énfasis en el sentimiento o la emoción que acompaña cada instante del evento reportado, pidiendo al paciente al mismo tiempo, que se de cuenta de lo que está sintiendo. De esta forma la silla actúa a manera de pantalla, identificando sus emociones y sentimientos ligados a esta persona virtual.

De esta singular manera, la persona encuentra la posibilidad de resignificar, sentir y responder de una forma nueva, más integral y saludable. Si el acontecimiento es pasado, reconoce que no es posible cambiar lo sucedido pero que sí es posible cambiar su significado y la forma de sentirse al respecto. Si el acontecimiento es presente, descubre nuevas formas de afrontar y responder ante tal situación en su vida.

Todos los años por Navidad, y en cada uno de nuestros hogares, existen Sillas Vacías. Unas veces por unos motivos, y otras tantas por otros, pero en cada uno de ellos tenemos presente distintas ausencias. Y cuando ponemos en la "Silla Vacía" a una persona significativa en nuestra vida y que puede no estar disponible por esas distintas causas antes comentadas, debemos aprender a valorar realmente lo que esto significa para nosotros. Debemos proyectar en esa silla lo mejor de la persona ausente, que bien no estará nunca más, o que es posible que esté faltando solo de manera circunstancial.

El espíritu de la Navidad precisamente es eso; ocupar por unos días el lugar de aquellos que ya no están, recordarlos con nostalgia y amor, porque siempre tendrán un lugar en nuestra mesa. Y el espíritu de la Navidad también es estar en el sitio de quienes por circunstancia, este año no están, pero que estarán en otra ocasión. Echarles de menos y reforzar su ausencia con la ilusión de encontrarlos pronto y sobre todo, valorar esa falta momentánea de la manera más positiva y armoniosa posible.

Es en estas bonitas fechas de Navidad cuando más veces ponemos en esa Silla Vacía a nuestros seres queridos, convirtiéndose estos días en un punto de encuentro con éstos. Acercamientos que en ocasiones solamente se producen en nuestro interior, dónde a veces focalizamos nuestro amor hacia ellos de una manera espiritual, mental y emocional, pero a la vez intensa y casi real. Utilizamos nuestra imaginación para rellenar con la ausencia de tal persona, el espacio vacío de la silla. Le damos forma y cuerpo a través de nuestros sentidos, y experimentamos una serie de sensaciones que casi que reflejamos corporalmente.

En estos días me pongo a pensar en que siempre habrá ausencias en nuestras vidas, muy dolorosas, las de aquellas personas a las cuales no volveremos a ver. Pero a la vez estos días también suponen para mí un punto de inflexión en nuestra manera de sentir el amor y tener una nostalgia, esta vez pasajera, por las personas que no están pero que podemos volver a ver más pronto que tarde. Son días de reflexión porque incluso llegan a acercarnos más a aquellos que menos vemos, pues sentimos con más intensidad su falta y su distancia.

La Silla Vacía debe suponer sentimientos positivos hacia esas personas en su ausencia. Es sentarse en su lugar y proyectar lo mejor de cada uno, recordando sus palabras, su amor y sus buenas acciones. En la Navidad hay más Sillas Vacías que en ninguna otra época del año, pero es cuando los sentimientos se muestran más fuertes y decididos, a la vez que cándidos, más solitarios a la vez que repletos y mayúsculos; más espirituales a la par que verdaderos.

Quizás va a ser que necesitamos más Navidades en nuestras vidas, más fechas en las que abramos de esta manera solidaria nuestro corazón a los que no tenemos tantas veces cerca. Y es que a veces somos tan pobres dando amor, que olvidamos que somos ricos cuando lo recibimos. Va a ser que necesitamos más Navidades para colocarnos en esas Sillas Vacías con más asiduidad, con más nostalgia, sí, pero precisamente para convertir ésta en una nueva posibilidad de estar cerca de aquellas personas que amamos y que siempre, físicamente o no, van a formar parte de la historia de nuestras vidas.

Dicen que es Navidad, así que toma asiento, por favor.... Seguro que hay alguna Silla Vacía cerca de tí....

¡Feliz Navidad!!!


Fuente de Cantos, 22 de diciembre de 2017. Fotografía de Jesús Apa.

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