viernes, 4 de mayo de 2018

Carta urgente

Pocas cosas saben tan amargas como una palabra no dicha a tiempo, un papel dejado en blanco, una frase que ocultamos. Un "te quiero" que llega tarde, una carta que escribes para nadie. Un sueño que no cuaja, un error que no resuelves, un sentimiento que no adviertes, una pieza que no encaja.

Pocas cosas saben tan dulces como cuando pierdes la vergüenza a no ocultar tus caricias, a dar sonido a tus palabras que antes eran sordas, a amar abiertamente a quien tanto quieres, ahora sin prisas. También a escribir con letra mayúscula y roja, si es que alguna vez lo precisas. Andar con quien provoque tus risas, soltar tus lágrimas sin miedo a que sean vistas. A no contener nada, y a que nada se te resista.

Me llevó bastante tiempo mostrarme ante mi madre tal y como soy, en lo que a mis sentimientos hacia ella se refiere. No sé por qué, a veces, nos cuesta tanto empezar a decir "te quiero" sin pudor, más aún cuando se trata hacia una madre. Más aún, cuando ella mejor que nadie, sabe cuán puro es el corazón de un hijo cuando se trata del amor maternal. Me siento bien sabiendo que todo ese amor hacia ella llegó a tiempo, que no ha sido demasiado tarde. 

Que todo ese amor sale de mi interior por su propio peso, incluso a pesar de que a veces es en silencio, sin ruido, y aunque pueda quedar en el aire, cuando estoy a su lado, llega a su destino. Y ella, que es madre, cómplice de ese disimulo, sabe bien como guardarlo, y no tarda en usarlo en su favor para devolvérmelo en elevadas proporciones a cómo lo recibe.

A veces me lamento por ciertos comportamientos, muchos de éstos vienen de la infancia, sobre todo los relacionados con ocultar mis sentimientos. Pero también forman parte de la manera de ser de cada cual, del pudor natural de cada persona, y siempre suele ser algo pasajero. Cuando las cosas se sienten de verdad, cuando el amor hacia una persona es tan sumamente grande y puro, éstos no tardan en recolocarse en su sitio, no tardan en expresarse tal y como uno los va dejando salir, más aún cuando se trata de lo que se siente por una madre. 

Y es cierto que de pequeño trataba mi amor hacia ella como si de un secreto se tratara, con sigilo, prudencia y discreción. Y usaba mis propias técnicas para transmitirle mis sentimientos en mensajes ocultos, disimuladamente, soltando un "te quiero" al aire, casi imperceptible al oído, casi por la espalda, casi siempre por vergüenza. Ya no hay más "casis", porque nada es más reconfortante que decir las palabras con todas sus letras, sin ocultar ninguna, sin hacerlas sordas, sin obviar su significado..., sin llegar tarde.

Mis "casis" (y ahora lo recuerdo de manera irónica), iban disfrazados en letras de canciones de artistas cualesquiera. Tenía más vergüenza a decir las cosas a la cara que a desentonar animadamente con esas letras. Un ridículo del cual hacia cómplice a ella, que reía para fuera, que sentía para adentro.

Así recuerdo las de Juanito Valderrama decir; 

"Como una mare no hay ná, un hijo la pone buena, con un beso, con un beso, con un beso que le da"

O aquella otra que decía; "Yo soy el amo del mundo. Yo no me cambio por nadie. Yo mando en la carretera, y además tengo a mi madre, y a una mujer que me quiera".

Me veo ahora a mi mismo y no puedo evitar sacar una sonrisa, pero era mi manera de decir las cosas.

Pero ya no disimulo más, hace tiempo que dejé de hacerlo. He aprendido a saborear cada momento que la vida me brinda, cada oportunidad de disfrutarla, provocando aquello que antes tapaba, no perdiendo más el tiempo con "casis". Dejando salir mis sentimientos sin pudor, rellenando todo el papel, cerciorándome que la carta va con todos los mensajes que precisa la relación de una madre y un hijo. Porque esas "cartas", hay que escribirlas cuanto antes, hoy mismo. Mañana puede ser tarde.  

Y aunque ya no necesito más letras de canciones, hay una, concretamente una, que siempre que la escucho, me hace pensar más fuerte si cabe, que nunca es tarde para mostrarle a una madre cuánto la quieres, de la forma que sea, a tu manera, con tu propia vergüenza, superando tu pudor, rompiendo tu silencio, dominando tu decoro. Usa tus palabras, tus canciones, la música que quieras para ello. Rellena ese papel en blanco, no llegues tarde y escribe esa carta..., es urgente.

"Hay cosas que te escribo en cartas para no decirlas.
Hay cosas que escribo en canciones para repetirlas.
Hay cosas que están en mi alma y quedarán contigo cuando me haya ido.
En todas acabo diciendo cuánto te he querido.

Hay cosas que escribo en la cama.
Hay cosas que escribo en el aire.
Hay cosas que siento tan mías, que no son de nadie.
Hay cosas que escribo contigo y hay cosas que sin ti no valen.
Hay cosas que acaban llegando tan tarde...

Hay cosas que se lleva el tiempo sabe Dios a dónde.
Hay cosas que siguen ancladas cuando el tiempo corre.
Hay cosas que están en mi alma y quedarán conmigo cuando me haya ido.
En todas acabo sabiendo cuánto me has querido.

Hay cartas urgentes que llegan cuando ya no hay nadie..." 

(Rosana. Carta urgente)



Sevilla, 4 de mayo de 2018. Fotografía libre en la red.
   

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