viernes, 14 de diciembre de 2018

Creer en uno mismo

Hoy están muy de moda esos programas donde un jurado compuesto por artistas famosos, debe valorar las actitudes y habilidades de distintas personas que, subidas a un escenario, deben mostrar sus dotes en el baile, la música, la danza o cualquiera que sea su destreza y arte con el que pueda destacar sobre los demás. Digamos que, en un pequeño espacio de tiempo deben tratar de convencer al jurado y hacer que crean en ellos. 

No todos salen airosos de esa prueba; los nervios, la tensión contenida, un momento de debilidad o cualquier fallo en algún instante de la actuación, pueden tirar al traste todo el entrenamiento y esfuerzo dedicado y no generar la suficiente confianza en el jurado allí presente para que apuesten por ti. También ocurre a veces que, aunque el aspirante tenga un gran talento, su desconfianza es aún mayor y acaba fracasando porque incluso a él, le cuesta creer en sí mismo y en sus posibilidades.   

Son muchas las veces en las que he asistido a alguna sesión o arenga de motivación. Reconozco que surten efecto siempre y cuando la persona que se encarga de la misma, sabe llegar al oyente. De igual forma reconozco que a ninguna de esas sesiones he asistido "voluntariamente". Siempre ha sido al final de alguna jornada que, desarrollando otros temas de mi interés, no sé por qué motivo pero finalizaban con una de estas sesiones.

Es entonces cuando ese que se hace llamar "coach", se dispone a motivar al público allí presente a través de historias basadas en su propia experiencia, o bien cuenta el gran éxito de algún conocido con un negocio ocurrente pero por el que nadie apostaba, o bien habla de aquel que, tras perder el trabajo, entrar en una profunda depresión y tocar fondo, reflotó su vida con el apoyo de su familia.

Y como digo, este tipo de charlas motivadores suelen surtir un gran efecto en el público pero, siempre acaba ocurriendo lo mismo. Sales de allí eufórico, predispuesto realmente (y esta vez sí) a cambiar tu vida, tu actitud y tus formas de enfocar las cosas, la propia vida, el trabajo o la familia y ya no se te va a poner nada por delante porque a partir de ahora, te vas a comer el mundo. Pero es pasar un día, solo uno, y casi que ya estás perdiendo tal apetito. Pasan dos, tres... y la charla, ya pasó al olvido. 

Por eso que yo siempre pienso que hay algo que jamás se olvida por muchos días, meses o años que pasen. Hay una cosa con la que te levantarás y te acostarás, la tendrás continuamente presente y será, firmemente, lo que hará de ti la persona que siempre quisiste ser. Y no es, ni más ni menos, que creer en uno mismo.

A mi me encanta siempre recordar esta historia que leí hace ya bastante tiempo y que cuenta que...


"Había una joven que sentía pasión por la danza y practicaba sin cesar, soñando con que un día se convertiría en una gran profesional. Cada día anhelaba tener la oportunidad de mostrar su habilidad ante alguien que pudiera cambiar su destino. 

Un día se enteró de que el joven director del prestigioso ballet de un país de larga tradición en este arte se encontraba en su ciudad, en busca de nuevos talentos. La joven se apuntó con enorme ilusión y, llena de entusiasmo, dio varios pasos de baile en su presencia. Cuando terminó, le preguntó al director del ballet: 

— ¿Qué le ha parecido? ¿Cree que tengo talento para convertirme en una estrella de la danza? 

El director la miró a los ojos y le dijo: 

"Lo siento, tú no tienes ningún talento para la danza". 

La joven se alejó llorando y tiró sus zapatillas de baile a un cubo de basura en su camino de vuelta a casa. 

Los años pasaron y aquella mujer aceptó un trabajo sencillo para poder sobrevivir. Se casó y tuvo dos hijos. 

Un día, leyó en el periódico que aquel director que ella conoció años atrás había llegado con su prestigioso ballet para dar una función en su ciudad. Ella acudió entusiasmada y se emocionó al ver la belleza y elegancia con la que se movían las bailarinas. Al finalizar la función, y gracias a que conocía a uno de los empleados que trabajaba en el teatro, pudo acercarse a saludar al director. 

— Buenas noches, usted no se acordará de mí, pero hace muchos años vino usted a esta misma ciudad en busca de jóvenes talentos 

"Si, me acuerdo perfectamente", — contestó el director. 

— Yo quería ser una gran bailarina, pero renuncié a mi sueño porque usted me dijo que no tenía talento. 

"Si, eso se lo digo a todos". 

— ¡Cómo que se lo dice a todos! Yo renuncié a mi carrera de bailarina porque creí lo que me decía. 

— "Naturalmente —replicó el director—, la experiencia me dice que al final los que triunfan son los que dan más valor a lo que ellos creen de sí mismos que a lo que otros creen de ellos." 



Fuente de Cantos, 14 de diciembre de 2018. Imagen libre en la red.








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