viernes, 25 de enero de 2019

Sesión 1. Mentiras y verdades.

Todos en círculo, esperaban a que el Doctor tomara asiento. Sería la primera sesión de las muchas que les esperaban a los cinco nuevos integrantes de aquel centro psiquiátrico. Dos mujeres y tres hombres se enfrentarían durante un tiempo a una intensa terapia con la intención de volver a reconvertirlos en personas cuerdas. Sus vidas y las de sus familiares y amigos iban a estar presente en esas sesiones. Nadie, conscientemente, asume que necesita ayuda. Ellos tampoco eran una excepción. 

Dicho lo cual, estas personas iban a ser muy especiales para el Doctor Martín, reconocido psiquiatra y nuevo director de aquel afamado centro desde hacía solo unas pocas semanas. E iban a ser especiales porque ellos mismos iban a ser el resultado de la actuación de cada uno de sus compañeros y lo que aprendieran de sus intervenciones.

Los cinco pacientes estaban sentados en sus sillas que, colocadas en semicírculo, miraban a una silla central que aún siendo de idéntico estilo que las demás, daba la sensación de ser más cómoda que el resto. O tal vez lo que la diferenciaba era que sería ocupada por una persona sana, sensata, elocuente..., o al menos eso pensaban todos los componentes del grupo en esa espera.

La sala era amplia y sus ventanales a ambos lados, hacía que resultara confortable, más aún con la tibia entrada de los rayos de sol de aquella mañana de enero. En el extremo de la sala más cercano a ellos, detrás de la silla que aún permanecía vacía, había una antigua pizarra de colegio y escrito en tiza y con una letra de caligrafía, el siguiente texto; "Sesión 1. Mentiras y verdades. Viernes 25 de enero 10:30h. Dr. Martín". 

Justo un poco más arriba de la pizarra un reloj analógico marcaba las 10.25h. Y ese fue el momento en que la puerta se abrió y apareció un señor de unos 60 años, alto y delgado, con buen aspecto físico, el pelo canoso y vestido con una bata blanca hasta un poco más arriba de las rodillas. Su barba era blanca y cuidada y llevaba unas ligeras gafas con unos cristales impolutos que casi las hacían imperceptibles. Dejó la bata sobre la percha y tomó asiento, giró la vista atrás para mirar la hora y comenzó a observar fijamente a los pacientes que tenía frente a él.

Tras un breve pero incómodo silencio, comenzó a hablar sin dirigirse a nadie en concreto;

- "Buenos días y bienvenidos a este centro que, a buen seguro, va a cambiar de algún modo y para siempre cada una de vuestras vidas. En un primer momento, realizaremos una sesión grupal a la semana, sin perjuicio que individualmente y por separado decida veros en algún otro día y sin previo aviso.

Hoy, en esta primera sesión, quiero empezar a dictaros las primeras normas de conducta para cuando cada uno de ustedes ocupen esas sillas. Estas normas deberán ser cumplidas a rajatabla y no seré yo el que os confronte en caso que no sea así, sino que seréis vosotros mismos los encargados de recriminar al compañero su mal comportamiento en caso que eso ocurriera y así lo consideréis necesario. 

La primera norma, y que será protagonista en esta sesión, será la importancia de la mentira y la verdad en cada una de vuestras vidas. Para ello, quiero explicaros algo parecido a un cuento que me contaron hace mucho tiempo y que a día de hoy, es indispensable para mi transmitirlo a los miembros de mis grupos en nuestro primer encuentro. Dice así;

- El mundo era un gran escenario de mentiras y verdades. Todas tenían como raíz la misma especie, sin embargo había de diferentes razas. Por ejemplo estaba la mentira blanca; se creía superior a todas las demás, y con su cara de "yo no fui", infectaba a todos con sus ideas cuestionables. 

También estaba la mentira negra, odiada y rechazada. Esta mentira siempre estaba presente en los trabajos sucios, en el bajo mundo. Menos comunes, también se encontraban las verdades a medias, una raza considerada como antinatural. Aún así, eran muy distintas a las medias verdades, muy peligrosas por la confusión que generaban.

Varias veces se había discutido acerca de sus derechos en la sociedad pero nunca se habían aprobado. Si a la mentira negra no la querían las propias mentiras, las medias verdades y las verdades a medias no eran queridas ni por las mentiras ni por las verdades. Finalmente estaba la verdad pura, una raza rara en peligro de extinción que pasaba desapercibida.

Eran las 12 del día y la mentira más querida por todo el mundo apareció por el televisor, se trataba del presidente del Gobierno. Era considerado un perfecto representante del pueblo. Después de su discurso largo y contundente, el noticiero anunciaba el caso que estaba atormentando a la nación, una verdad que había sido descubierta y apedreada por varias mentiras negras delante de una gran multitud sin que nadie hiciera nada para defenderla. 

Justo después de ese anuncio, un famoso doctor conocido como una gran mentira blanca en el mundo de la cirugía, entraba por la puerta de la habitación y le indicaba a su paciente que él había actuado bien pero ya todo dependía de la naturaleza de su cuerpo. 

En el noticiero del mismo canal podía verse como también jugueteaban incansablemente el corazón y el cerebro de las personas. Unas veces con las mentiras y otras con las verdades y en ambos casos, siempre alguien salía herido.

Entonces alguien apareció de la nada y aseguró en medio de toda aquella incertidumbre, que tenía la fórmula para averiguar cuando alguien mentía o estaba siendo totalmente sincero. Una fórmula infalible y que cambiaría la vida de todos los humanos en la tierra. 

-- Los animales no mienten --, aseguraba. -- Y es por una simple cuestión que, aunque me ha llevado años averiguarlo, ha hecho que todo tenga cierta lógica. Y es que resulta...

"Disculpe Doctor Martín", interrumpió de repente el cuento uno de los pacientes.

Todos lo miraron seriamente, contrariados y molestos por haber cortado el cuento en su mejor momento.

"¿Puedo hablar?", volvió a insistir.

El Doctor lo miró apaciblemente, y asintió con la cabeza animándole a ello.

"¿Entonces, lo que está usted tratando de decirnos es que, en estas sesiones o terapias, solamente podemos decir la verdad ante cualquier tipo de pregunta, ya sea que venga de usted o de cualquiera de mis compañeros?".

El Doctor le sonrió y le dijo; - Así es hijo, veo que lo has entendido perfectamente incluso antes de acabar el cuento. -

"Lo siento Doctor, pero entonces yo no puedo formar parte de estas sesiones".

- Claro que puedes hijo. De eso se trata, de que en tu vida solamente tenga cabida la verdad, que es única e incuestionable. -

"Le insisto Doctor, en que entonces eso no es posible"

- ¿Puedes darme un motivo de peso para entender lo que me dices? -

El paciente, se quedó pensativo y en silencio. Su cara comenzó a sonrojarse, sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Solo se atrevió a decir...

"Digamos, que soy el resultado de una aventura entre una mentira negra y una verdad a medias"...


Cabeza la Vaca, 25 de enero de 2019. Imagen libre en la red.

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