viernes, 15 de febrero de 2019

Sesión 3. La familia. Parte I

En la pizarra podía leerse con esa letra tan singular; “Sesión 3. La familia. Viernes 15 de febrero 10:30h. Dr. Martín".  

Como cada viernes los cinco pacientes habían estado esperando al Doctor Martín en absoluto silencio. A pesar de llevar juntos en terapia durante tres semanas, apenas si existía un acercamiento por ninguno de ellos. Tampoco con el Doctor Martín, que ya los había tratado en su despacho varias veces de manera individual y aleatoriamente. La sesión empezó, como de costumbre, con unas palabras suyas sobre el tema a tratar.

“No cabe duda que en pacientes como ustedes, la familia juega un papel vital en vuestra recuperación. Y digo pacientes, porque es el primer término que deben aprender a asumir, con el que os deben identificar. Cuanto antes afronten que sois futuros pacientes de un centro psiquiátrico, y antes recurran a la ayuda médica, menos traumática será la recuperación

Y todos, absolutamente todos los integrantes de la familia, tendrán de manera directa un fuerte protagonismo en ustedes, tanto para bien, como para mal. Es evidente que a mayor roce, mayor será la influencia en cada uno de vosotros. Y es cierto que se tiende a enfrentarse a ellos, a la familia, señalándolos como los principales culpables de vuestro “nuevo y extraño” estado mental en el que os encontráis. 

Aunque sin lugar a dudas, el papel más importante en vuestras vidas, antes y después de luchar contra esta enfermedad mental, será el de vuestras madres, pues son en cualquiera de los casos, las más sufridoras…"

--Esa es la mayor mierda de todo esto --, exclamó con rabia pero con voz suave uno de los pacientes.

"Sí, así es Gustavo". –Trató de calmarlo el Doctor Martín, que ya conocía más detalladamente a este paciente por las diferentes sesiones individuales que habían tenido.

Gustavo, de unos cuarenta y pocos años, ofrecía una imagen muy distinta a lo que él había sido en tiempo pasado. Ahora se presentaba con un aspecto totalmente enfermizo; muy desmejorado, la cara demacrada, hinchado por la medicación y una ropa desaliñada e incluso sucia. Muy distinto a ese atrevido y entusiasta chico que se había comido el mundo años atrás como uno de los mayores jóvenes talentos de la moda en todo el país.

Gustavo estaba en tensión y seguía conteniendo su rabia. Encolerizado y con los ojos llorosos, se mantenía inquieto en su silla con los puños apretados y con unas ganas tremendas de salir de allí, pues se estaba tocando un asunto terrible para él... El Doctor, que propuso ese tema a propósito, esperó su reacción que no tardó en llegar... 

-- Por la familia se hace todo, y se debe ser incondicional a ella, por encima de cualquier ego individual, pero siempre hasta cierto punto --, se atrevió a decir. He tenido una familia maravillosa y desde que nací,  acepté la forma de pensar que se me transmitió, sobre todo y principalmente, la que venía por parte de mi padre. Fue ahí donde me enseñaron unos valores y principios que traté de aplicar durante toda mi vida, a pesar que a veces no concordara con ellos, pero no sabía que esa jerarquía y forma de pensar pudiera dividirnos de la manera que lo hizo --.

Como iba siendo costumbre en el grupo, la intervención de cualquiera de los pacientes del mismo siempre generaba un silencio y respeto admirables. Entrados en materia, el Doctor se mantenía al margen y trataba de dar paso a un profundo pero sano debate sobre el tema protagonista de la sesión.

"¿A qué te refieres cuando dices que esa forma de pensar os dividió?" , -- preguntó el Doctor.

-- Si, esa forma de pensar..., ¿pero de quién? --, quiso saber y casi al unísono Carlos, el paciente que intervino en la sesión primera.

Gustavo, un poco más calmado, quiso explicarse mejor...

"Vengo de una familia muy tradicional y clásica. De padres muy rígidos porque mis abuelos, a buen seguro, también lo fueron con ellos. Con una forma de pensar muy autoritaria, estricta y disciplinada. Y siendo el pequeño de seis hermanos, y sencillamente porque era "diferente" al resto, pronto fui considerado el eslabón perdido.

Enseguida percibí que era tratado como un bicho raro, pues no estaban bien visto mis gustos por ninguno de mis hermanos, menos aún por mis padres. Era recriminado e incluso castigado por ello. Espiaba a mis tías y a mi madre cómo cosían juntas en esas interminables tardes de verano, pero no podía practicar sus "ocultas" enseñanzas por miedo a represalias. Disfrutaba, a escondidas, poniéndome la ropa de mis hermanas y combinado colores, tejidos, zapatos, botas...

Cuando mi madre preparaba la ropa de mi padre y hermanos para un día especial, yo iba a escondidas y la cambiaba combinando lo que pensaba que les quedaría mejor. Así comencé a recortar imágenes de revistas, combinar la ropa de cada personaje, dibujar mis propios patrones..., y todo eso tratando de ocultar mis gustos y sin que nadie viera mis gestos femeninos y cada vez más amanerados. Si alguien descubría mi verdadero yo, iba a ser una deshonra para toda la familia...

-- ¿Estás queriendo decir que eres maricón y tenías miedo a que tu padre te partiera la cara al descubrirlo? --, preguntó bruscamente pero de manera sincera Carlos, a quien el Doctor recriminó por su tono.

Sin embargo a Gustavo, no pareció afectarle aquel feo e inapropiado comentario de su compañero.

"¡No exactamente!. Estoy queriendo decir, que la familia, y en este caso los progenitores, deben educar a sus hijos conforme a sus principios, claro está. Pero tan importante es una cosa, como que acepten que puede haber algún miembro de la propia familia que piense de manera distinta a todos ellos y no por eso hecho hay que atacarlo".

-- ¿Estás queriendo decir, que has ingresado en un centro psiquiátrico solo por el hecho de pensar de manera distinta a cómo piensa tu familia? --, volvió a preguntar Carlos, esta vez de la forma más correcta y en el tono más conciliador posible.

"No sé si fue por eso exactamente. Lo que sí estoy seguro, es que tuvo mucho que ver el hecho de que decidiera matar a mi padre..." 



Marbella, 15 de febrero de 2019. Imagen libre en la red  

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