viernes, 19 de julio de 2019

Las tres gracias

Esta semana estuve viendo un pequeño fragmento de un programa de televisión en el que, personas millonarias y de forma anónima, se prestaban a ayudar a través de distintos actos solidarios, a otras personas, éstas con grandes necesidades económicas .

Así estaba el millonario que se integraba en una asociación benéfica para ayudar a preparar comidas o recolectar alimentos para dárselo a los pobres, el que ayudaba en la construcción de un hogar para los sin techo, o el que se ofrecía a sacar de la calle a cualquier vagabundo y darle, al menos por un día, el calor de un hogar con todos los "lujos" y comodidades que tenemos a diario en nuestra vida y que apenas apreciamos.

En todos los casos, estos millonarios acababan rindiéndose a la humanidad de los que menos tienen, y lo hacían en forma de grandes donaciones, bien a estas asociaciones de voluntarios, para que siguieran con sus buenas acciones, o bien ayudando económicamente a estas personas que vivían en la miseria y que, a pesar de ser personas sencillas y no tener prácticamente nada, habían tocado de manera real y extraordinaria el corazón de cada uno de estos ricos.

Pero además de la sensibilidad y el buen gusto con el que estaba hecho el programa, hubo una cosa que me llamó la atención por encima de todas las cosas, y que así fue comentado por estos protagonistas (los millonarios) al final del programa; la manera de dar las gracias de las personas que recibían esta ayuda.

Uno de ellos, que se dedicó a ayudar en la cocina para, en una noche cualquiera y fría del invierno, alimentar a los que no tenían nada que comer o buscarle un sitio dónde dormir, quedó totalmente impresionado por la manera en que recibía una y otra vez las gracias de todos a los que ayudaba. Decía algo así;

"Nosotros, los normales, por llamarnos de alguna manera, hemos perdido el valor del agradecimiento. Si damos las gracias, lo hacemos con palabras sordas, vacías, no con la certeza que es una palabra con una profundidad tan grande como el acto que representa".

Y eso me hizo llegar a mis propias reflexiones. Y es que todos conocemos gente que, a pesar de tener mucho, viven quejándose por lo que le falta. La persona insatisfecha, el autoexigente, siempre mira lo que le falta, y eso le genera una constante sensación de pérdida. 

Por otra parte, también hay personas agradecidas por lo que tienen, aunque esto sea poco. No es difícil notar la plenitud y la alegría de quienes integran este segundo grupo. Son personas generosas, que ayudan al que está en necesidad, que ponen a disposición del otro cuanto poseen. Ví reflejados aquí a todos esos voluntarios que ayudaban desinteresadamente en esa asociación. Esta es la razón por la que, tarde o temprano, aquello que no tenían y necesitaban llega a sus manos. 

Existen dos tipos de gratitud: el acto y la actitud. Dar las gracias como acto obedece a algo específico. Por ejemplo, yo te doy las gracias porque me llamaste en ese momento en el que yo estaba mal. La actitud, en cambio, es más general, es cuando yo le doy gracias a la vida, es decir, tengo una actitud positiva de agradecimiento, de esperanza, por todo lo que la vida me ha dado. 

Las dos variantes son poderosas, sobre todo si van juntas, pero, sin embargo, el acto es más fuerte que la actitud. 

Para cultivar la gratitud, necesitamos aprender a pararnos desde el lugar de lo que tenemos y no desde el lugar de lo que nos falta, y, desde esa posición, ser agradecidos. Dar las gracias pone el foco en lo que logramos. Todos tenemos motivos para dar gracias cada día. 

Existe una terapia que leí por ahí, que habla de todo esto. Pone el acento en un ejercicio, denominado “Las tres gracias”, que consiste en identificar, cada día, tres pequeños actos: 

- Lo que uno hace hacia el otro. Cuando hacemos el bien, este vuelve a nosotros y, además, nos sentimos útiles. 

- Lo que la otra persona ha hecho hacia uno. Muchas veces perdemos de vista que alguien nos ayudó, nos tendió una mano, se interesó por cómo estábamos, por eso es importante que recordemos ser agradecidos con la gente que con un pequeño o gran gesto no hace bien. 

- Lo que uno hace hacia sí mismo. Disfrutar de un café, comprarnos algo que queríamos hace mucho, darnos un gusto, "un homenaje", como yo lo llamo… son placeres que nos regalamos a nosotros mismos y que nos reconfortan. 

Una vez reconocidos estos actos, daremos las gracias por haber recibido ayuda, por ayudar a otros y por habernos ayudado a nosotros mismos a través de pequeños gestos. 

Dar las gracias es algo poderoso. Cuando damos gracias por lo que tenemos, detrás, viene lo que nos falta. 

Cuando cometes un acto de bondad y alguien sabe agradecerlo, tienes un impacto más poderoso de lo que crees. El agradecimiento es una fuerza inspiradora y tiene la capacidad de alegrar el mundo a través de los gestos más pequeños. Siempre puedes ser la diferencia en el día de alguien; haciendo algo para recibir un gracias, darlas tú, o dártelas a ti mismo. Cualquiera de las tres gracias es increíblemente poderosa.


Cabeza la Vaca, 19 de julio de 2019. Las tres gracias de Rubens. Imagen libre en la red.

No hay comentarios:

Publicar un comentario