viernes, 22 de noviembre de 2019

La estatua de la Gran Place

Sentado en el suelo de aquella Gran Plaza, en sus irregulares piedras, admirando la elegancia de los monumentos que me rodeaban, me entretenía con el "ir y venir" de la gente; "¡Cuántas vidas en tan solo una plaza!" --, pensaba para adentro mi interior.

Y por allí, veía pasar todas esas vidas, como si la mía no existiera. Ese padre que mostraba un gesto cariñoso con su hijo, aquel que tenía prisas, el que leía un libro y se distraía continuamente, o el que no hacía nada, como un servidor.

Yo me fijé en ese, en el que tenía la mirada perdida y no le importaba que el tiempo pasara. No hacía nada y claro, aquello me hizo pensar que igual esa pérdida de tiempo no estaba del todo bien, así que me puse a hacer algo.

Sentado en aquel monumental enorme espacio, y con la certera conclusión de que tenía que sacar provecho del momento, se me vino a la cabeza lo único que podía hacer por entonces, que era pensar en la arquitectura de aquella Gran Plaza. Creo que podría ser buen tema.

"Voy a imaginar que, ante mí, se encuentran los mejores edificios del mundo, y les voy a poner nombres que se me vengan a la cabeza, y en diferentes idiomas. Así cualquiera de esos edificios, serán únicos para mí".

La gente aburrida imagina estupideces, pero también es cierto que la creatividad nace de estos absurdos momentos.

"Aquel de la esquina es Le Font, este otro La Merveille, a ese lo llamaré Der Butler, ese pequeño, La Piccola Finestra..., y todos están en esta recién bautizada por mí, La Gran Place. Los mejores, cómo no, están orientados al sur..."

Volví a despistarme, con el pasar de la gente. Y todas esas personas pasaban como vidas sin alma, o al menos, eso creía yo. Cuando uno piensa cosas sin sentido, se siente superior.

Por eso que, cuando tomé conciencia de la situación, cuando realmente me vi a mí mismo en aquel aburrimiento fuera de cordura, sentí que los edificios eran quienes me contemplaban. Y de tanto ver pasar a unos, y a otros..., no me di cuenta que quien pasa por nosotros, y nos arrolla con suavidad, es el tiempo... Y así quedamos a veces, cuando no aprovechamos bien el tiempo, como estatuas solitarias.


Fuente de Cantos, 22 de noviembre de 2019. Imagen libre en la red. 




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