viernes, 1 de noviembre de 2019

Sin aliento

Como todas las mañanas, Sergio esperaba el autobús que lo llevara al colegio. Aquella era una mañana de invierno, fría y lluviosa, pero aún así, a medida que el bus se iba acercando a su parada, un calor sofocante recorría todo su cuerpo. Y es que últimamente su tranquilidad se veía alterada por una chica; Laura. "¿Aquello sería, eso que dicen amor?" --, pensaba el chico para él.

Al subir al autobús, a lo lejos pudo verla, sentada sola en el penúltimo asiento. Sergio pensaba que era totalmente invisible para ella, pero se conformaba con sentarse detrás de aquella guapa chica, en el último asiento, porque días atrás se había dado cuenta que podía observarla a través del reflejo de cristal. Pero fue entonces, que también percibió que, con la oscuridad del día y la lluvia de afuera, ella también podía verlo a él a través de ese reflejo.

Ambos miraban por el cristal de la ventana con la vista perdida, aunque era evidente que, con la fuerte lluvia, apenas si percibían con claridad lo que en la calle ocurría. Fue ella quien, con su aliento, llenó de vaho un pequeño espacio en el cristal. Con su dedo, escribió una palabra; 

"Hola"

Sergio al ver aquello, quedó paralizado. ¿Iba esa palabra dirigida a él? No quiso reaccionar de manera alguna, no fuera a equivocarse.

De nuevo Laura, borrando con su mano previamente la palabra anterior, echó otra vez su aliento al cristal y acto seguido, escribió;

"Sergio..., ¿verdad?"

Mientras, le lanzó una sonrisa que él percibió perfectamente en el reflejo.

Tenía que vencer su timidez, tenía ahí, delante suya y en ese preciso momento, la oportunidad que había siempre esperado, así que decidió actuar. Echó su aliento sobre el cristal tal y cómo ella había hecho, y escribió;

-- Hola. Y tú Laura. --

Ahora ambos sonreían y se veían en sendos reflejos.

"5º A", escribió ella.

-- Lo sé. 5º C. --, escribió él.

"Azul"

-- Azul --

"Luna"

-- Luna --

"Ballet"

-- Fútbol --

Ahí ella quedó un poco pensativa, pero no tardó en borrar su última palabra, volver a echar su aliento y seguir escribiendo sus gustos;

"Playa"

-- Playa --, de nuevo ambos se miraron y sonrieron.

Así estuvieron durante todo el trayecto. Justo al llegar a la puerta del colegio, y mientras todos los niños iban bajando, ambos quedaron quietos en sus asientos, como esperando a quedarse solos. Laura, antes de levantarse, volvió a llenar de vaho el cristal con su aliento. Esta vez, no hubo ninguna palabra, en cambio dibujó un hermoso corazón.

Quedó un momento quieta, esperando a que Sergio escribiera algo, pero éste, se había quedado sin aliento...


Cabeza la Vaca, 1 de noviembre de 2019. Imagen libre en la red.




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