viernes, 17 de abril de 2020

300

Ocurrió hoy mismo, en la mañana de este viernes en que, justo cuando me disponía a salir de casa, alguien llamó a la puerta. Casi no había abierto cuando abatieron la misma y entraron dos ancianos tomados de la mano. Con una enorme sonrisa y vestidos de manera elegante, sus cabellos de plata delataban una longeva vida...

"Supongo que podemos pasar, ya que en cierto modo, tenemos confianza" --, dijo el señor de manera educada, mientras sus pasos parecían dónde dirigirse.

La verdad es que me sonaban sus caras, pero en ese momento no conseguí ubicarlas.

"Y por cierto, no cierres la puerta, viene más gente a visitarte" --, dijo la señora mayor entrando hacia dentro, también como si conociera el camino que llevaba al jardín, que era hacia dónde se dirigían.

Y efectivamente, cual fue mi asombro, cuando comenzó a entrar gente de todo tipo y que, con una gran sonrisa, un afectuoso y cariñoso saludo, se dirigían decididamente tras los pasos de los ancianos.

Dado que contagiaron inmediatamente mi estado de ánimo, decidí alegremente darles la bienvenida. Pero es que no solamente entraban personas, o seres humanos, porque detrás de la gente común y corriente, había personajes. Tales como piratas, brujos, vampiros, héroes y villanos, genios o sabios..., pero también hadas, duendes y todo tipo de criaturas misteriosas.

Tras ellos, vinieron los árboles, de todo tipo, así como cientos de flores que atravesaron el salón. Rosas, amapolas, lirios, azahar o jazmines, impregnaron el ambiente con sus inconfundibles aromas.

Luego sentí un profundo alivio cuando entró el mar. Era manso, como más me gusta, pero con el hermoso sonido de sus olas, su agua salada y cristalina. Y los ríos, bravos pero alegres, también con su lindo sonido al chocar con las rocas. Y los peces..., de todo tipo y de miles de colores. ¡Qué preciosidad!.

Y el cielo..., ¡esa parte fue increíble!. Entró toda aquella bóveda celeste seguida de sus estrellas, sus nubes, la Luna y, como no, el Sol. Con sus luces, su oscuridad, sus amaneceres, sus ocasos. El alba, la aurora..., reconozco que fue uno de los mejores momentos. Pero aquello dio paso a las montañas, los valles, las enormes llanuras y otros cientos de paisajes. El disfrute iba llegando a su punto álgido.

Tras esto, cientos, o diría miles, de animales de todas clases. Salvajes pero amigables, también domésticos y alegres, con sus elegantes pieles, sus vivos colores, con sus características formas y gestos. Casi al mismo tiempo iban entrando los pájaros, y los había de todo tipo, con sus cantos, sus tarareos, esos hermosos sonidos. 

Pero quizás, lo mejor fue cuando comenzaron a entrar todo tipo de sentimientos, de emociones..., cosas intangibles, intocables. Pude reconocer al amor, a la alegría, a la tristeza, la soledad..., y también al enfado, el odio o la culpa. Como una visión fugaz entró la felicidad, seguida no sé por qué, de la cobardía. Dejó un gran aura la esperanza, y dejé que pasara muy rápido el miedo, el dolor y la pena. Las risas, la vergüenza y las lágrimas, entraron al mismo tiempo, siendo éstas últimas de varios tipos. 

Y cómo no, en último lugar, entraron mis amigos, mis seres queridos, pero también muchísima gente que no conocía de nada. Muchos de ellos, incluso pensaba que solo existían en mi imaginación, pero no, allí estaban y parecían de carne y hueso. 

El jardín estaba abarrotado de todos ellos, pero daba la sensación que se encontraban cómodos allí. Al principio parecían haberse colocado por géneros, tal y como fueron entrando, pero no era necesario un orden y daba la sensación que estaban mezclados, pero cada uno supo dónde colocarse, y fue entonces que comencé a entender todo aquello...

Lo que tenía delante de mí, ya fueran personas, animales, entes, paisajes, sentimientos, emociones..., formaban parte de mis post, de mis historias. Quedé paralizado, frente a todos ellos, sin saber qué hacer, ni qué decir, era algo que no esperaba. Hubo un largo silencio, hasta que aquel agradable anciano, quien entró en primer lugar, y que estaba justo en el centro, tomó la palabra;

"¿Crees que te daremos juego para trescientas historias más? ¡Estarías loco si creyeras que sí....!!!"

Pensé que igual tenía razón y que todo lo que estaba allí ocurriendo, iba contra la lógica más elemental. Pero también es cierto, que todo lo que estaba frente a mí, así, mezclado, va a favor de la escritura, y ésta quizás es una forma de locura, pero justo como es la vida... Tal vez por eso contesté lo que me salió, improvisado y sin pensarlo demasiado;

-- No sé si 300 más, pero el próximo viernes lo intentaré de nuevo... --


Cabeza la Vaca, 17 de abril de 2020. Imagen libre en la red.


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