viernes, 6 de noviembre de 2020

Es con "C" de Catedral

Según la definición, la "aptitud" es la capacidad de una persona para realizar adecuadamente una actividad o tarea. Mientras que la actitud, es el comportamiento que una persona emplea para hacer lo que se requiere de ella.

Y es cierto que la primera, con "P", es muy importante porque a mayor aptitud, el rendimiento y la productividad va a ir en su favor. Pero también es cierto que, quien carece de ella o no tiene la suficiente, siempre puede mejorarla. ¡Todo en esta vida puede entrenarse!. 

Admiro profundamente a las personas que afrontan su trabajo con la mejor de las actitudes. Es realmente asombroso cómo, estas personas, sean más o menos aptos para determinados trabajos, sacan lo mejor de sí mimos (la mayoría de las veces es contagioso) y desprenden un optimismo que hacen que su tarea sea más llevadera.

Y mientras que la aptitud, tal y como decía, es algo que puede entrenarse e ir mejorando con el tiempo, la actitud, con "C", es algo innato. Porque sale de manera natural, y es muy difícil forzarla. Pero para entenderlo mejor, lo ideal es, como siempre, hacerlo con un cuento o historia. Y dice así...

"Cuenta una vieja historia que en una antigua e importante ciudad europea en el medievo había tres hombres trabajando en una obra. Los tres estaban colocando piedras, una tras otra, que iban uniendo con argamasa.

Se acercó un peregrino al primero y tras saludarle le preguntó con curiosidad sobre lo que estaba haciendo. Casi sin mirarlo, incluso algo molesto ante quien pregunta lo obvio, el hombre que estaba trabajando le dijo que estaba poniendo ladrillos.

Se acercó el peregrino a un segundo hombre que estaba trabajando unos metros más allá y con la misma curiosidad, tras saludarlo, también le preguntó sobre qué era lo que estaba haciendo. Este segundo hombre le dijo que estaba levantando una pared.

Aun tuvo curiosidad el peregrino para acercarse al tercer hombre que estaba unos metros más allá y tras saludarle también le pregunto sobre qué era lo que estaba haciendo. Este tercer hombre, miró con entusiasmo al peregrino y le espeto: estoy construyendo una hermosa catedral".

Tres seres humanos haciendo aparentemente lo mismo y, sin embargo, haciéndolo desde un lugar de su persona completamente diferente. Uno desde la amargura, otro desde la resignación y, el último, desde la ilusión.

Nuestra vida es esa “catedral” que construimos día a día. Si lo hacemos con entusiasmo, confianza y determinación sentiremos que estamos haciendo algo de extraordinario valor.


Cabeza la Vaca, 6 de noviembre de 2020. Imagen libre en la red



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