viernes, 11 de marzo de 2022

La cocina de mamá

Este tiempo primaveral aviva mis recuerdos de la niñez. El tibio frio y la lluvia de un viernes, me llevan a pensar en la cocina de mamá. Esos sabores y olores de la infancia, que vamos buscando a lo largo de la vida y que no se repiten jamás. El ingrediente secreto de las comidas de antaño es la ternura de las manos de quien las preparó, por eso cuando el tiempo se ha llevado nuestra apariencia pequeña y el apetito voraz, ni el café, ni el chocolate o el arroz saben igual.

La mejor manera de hacer un buen cocido era, en primer lugar, recoger el agua de lluvia y poner en remojo las legumbres el día antes de cocinarlas. La segunda parte de esta obra maestra, es cocinar en la chimenea e impregnar la comida con el aroma de la leña.

Mamá se arrima al fogón, sopla con fuerza para que la lumbre baile alrededor de la olla y escucho el chirriar del aceite. Al poco rato me llega un rico olor a ajos y pimientos fritos y ese aroma que no se ve y que despierta ansias. El resto de la familia va llegando cerca del fuego con una copa de vino en la mano. Yo aún soy pequeño para eso, así que tomo mi cacao caliente. Me froto las manos para quitarme el frío y mamá me dice cuando sorbo: “Te vas a quemar”. Si supiera mi mamá que cuando ella se descuida me lo tomo bien caliente y negro.

También con esta lluvia, es momento de sacar las macetas de dentro de la casa al patio. Los potos, ficus y drácenas se ponen contentos, pero no más que yo.

En la cocina de mamá se está re bien; hay garbanzos, pan tostado, embutidos y aceitunas machacadas aliñadas también con el agua de las canales. Ella a cada rato me acaricia y me pregunta;

¿No quieres más?

Afuera, el agua se envuelve con el frío y las hojas de las macetas al caerle las gotas de lluvia parece que tiritan...


Cabeza la Vaca, 11 de marzo de 2022. Imagen libre en la red.



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