Este es el cuento en el cual la Bruja de la montaña sueña que es ama de casa, con su bata y sus rulos siempre puestos y que su receta maestra son las roscas de miel y piñones. Sueña el Principe Azul que es un viejo barbero de un pequeño barrio, que corta el pelo a los vecinos y de paso se entera de todos los chismes y cotilleos del pueblo.
También sueña la reina malvada del castillo que es una excelente florista y tiene, en un pequeño edificio de ladrillos viejos, la tienda más bonita del mundo. Sueña el Viejo Dragón, en su cueva, con la partida de cartas de los sábados rodeados de amigos y vasos de vino.
Cada mañana, todos despiertan tristes al saberse presos de un mundo de fantasía del que nunca podrán salir.
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