viernes, 21 de octubre de 2022

Un mundo feliz

Hace una semana compartí bastantes buenos momentos con distintas personas de diferentes países de América Latina. He de decir, que cada vez que "cruzo el charco", mi alma se llena de alegría. Adoro todos esos países, todas esas gentes, me hacen sentir dichoso. He estado rodeado de personas maravillosas de Paraguay, El Salvador, Honduras, Bolivia, Argentina o Uruguay, y una vez más, vengo encantado y feliz.

Y en una de estas conversaciones, justo hablábamos de eso, de la felicidad. De qué hace cada cuál en su vida para ser feliz, cómo busca ese objetivo. Diversas opiniones surgieron, y en la conversación alguien habló  de que hay estudios y listados que indican cuales son los países donde vive la gente más feliz del mundo. Y lo buscamos en internet, y curiosamente en primera posición venía Finlandia, seguido de otros lugares europeos, y olvidándose ese listado de los países de América Latina. Fue entonces, cuando un compañero boliviano, Carlos Hugo, aseguró que él sabía dónde estaba el lugar más feliz del mundo;

"Nada más llegar a ese pequeño pueblo perdido en la selva de Bolivia, ya sabes que ahí encontrarás magia en todo lo que veas. Tiene un aura especial que es indescriptible. Para empezar, os diré que de sus 7.000 habitantes, más de la mitad tocan algún instrumento musical, y tienen por costumbre hacerlo al aire libre. Pasear por sus calles es caminar envuelto en música celestial. Violines, guitarras, violonchelos..., repito, es lo más cercano a tocar el cielo.

Hay una gran tradición a que todos los niños y niñas, desde bien pequeños, aprendan a tocar algún instrumento musical y cuando ya lo dominan, que lo toquen en cualquier parte del pueblo y sin complejo alguno. Del mismo modo, hay otra gran parte de la población, que se dedican a la artesanía de las telas. Hay un masivo número de personas que cosen, y enseñan a otras a coser y a tejer. Suelen hacerlo en la entrada de las casas, que siempre están con la puerta abierta, y en las mismas, hay una silla esperando para quien quiera, se siente y charle todo lo que le apetezca.

Pero hay otra cosa que al visitante le llama poderosamente la atención, además de la música y los susurros de las conversaciones, son las risas y carcajadas de todo el vecindario. La gente ríe, juega, brillan sus estados de ánimo como jamás se ha visto en ningún otro lugar. Y toda esa magia, se remata con la puesta del sol, donde la gran mayoría del pueblo va al rio a bañarse, y lo hacen totalmente desnudos, tal y como lo hacían antiguamente sus antepasados indígenas..."

Todos los presentes escuchábamos atentamente, pero quizás era mi cara la que más dudaba de todas, y tal vez por eso Carlos Hugo se dirigió a mí para saber si le creía o no.

-- Me parece demasiado idílico --, le contesté ante su mirada que esperaba mi comentario.

"Y los es", me dijo convencido. 

Algunos de los presentes, parece ser que ya habían oído hablar de ese lugar. Y Carlos Hugo quiso profundizar más.

"He llegado a ver a hombres hechos y derechos, que venían conmigo acompañándome a aquel lugar, llorar de emoción, al escuchar a cientos de personas poner su música en la calle de la manera más coordinada y bella que jamás uno pueda pensar. Pero todo el que me ha acompañado, ha sabido conversar con los de este pueblo, reír con ellos o bajar al rio y darse un baño en el atardecer"

Yo seguí dudando, y Carlos Hugo quiso sentenciar...

"Busca la forma de visitar Urubichá y de pasar allí unos días, que yo te acompañaré. Y delante de todos estos amigos, puedo decirte que, si cuando decidas regresar no crees que ese es el lugar más feliz del mundo, te pagaré el coste de tu vuelo".

Ya estoy buscando el momento de visitar ese lugar donde todos los que allí viven, son los más felices del planeta... y yo eso quiero verlo.



Fuente de Cantos, 21 de octubre de 2022. Urubichá, Bolivia. Imagen libre en la red.


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