Había una vez una niña llamada Cata que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un bosque mágico. Cata era conocida como la "cazadora de bichos" porque tenía una red especial que había hecho su abuelo, un explorador famoso de Brasil. Pero ella no cazaba bichos para lastimarlos, ¡claro que no! Cata amaba a los bichos y su misión era ayudarlos a encontrar su camino de regreso a casa.
Una noche, mientras Cata estaba acurrucada en su cama con su mamá, escuchó un zumbido suave cerca de la ventana. Se levantó y, al abrir la cortina, vio a una luciérnaga que brillaba más que cualquier otra que hubiera visto. La luciérnaga parecía triste y desorientada.
—¿Qué sucede, pequeña amiga? —preguntó Cata, preocupada.
La luciérnaga parpadeó su luz como si tratara de hablar. Entonces, Cata recordó que su red mágica podía ayudarla a entender a los bichos. Corrió a buscarla, la agitó suavemente en el aire y, de repente, la luciérnaga habló:
"Me llamo Luma. Me he perdido y no puedo encontrar el camino de regreso al Gran Árbol, donde viven todas las luciérnagas."
Cata sonrió y dijo:
—¡No te preocupes, Luma!— Te llevaré allí.
Sin perder tiempo, Cata tomó su red, su linterna y su mapa del bosque. Afuera, la noche estaba llena de sonidos: grillos cantando, ranas croando y hojas susurrando con el viento. Pero Cata no tenía miedo. Sabía que todos esos sonidos eran de amigos que cuidaban el bosque.
Por el camino, encontraron más bichos que necesitaban ayuda. Un escarabajo estaba atrapado en una telaraña, una mariposa no podía salir de un charco y un pequeño saltamontes no lograba cruzar un arroyo. Cata ayudó a cada uno con cuidado, y todos agradecieron su bondad.
Finalmente, llegaron al claro donde estaba el Gran Árbol. Era un árbol enorme, con ramas que parecían tocar las estrellas y hojas que brillaban como esmeraldas bajo la luz de la luna. Luma zumbó feliz y voló hacia el árbol, pero antes de irse, regresó para darle un regalo a Cata: una pequeña piedra brillante que parecía tener luz propia.
—Gracias, Cata. Esta piedra mágica te guiará siempre que estés perdida en la oscuridad.—
Cata guardó la piedra en su bolsillo y vio cómo Luma se reunía con su familia de luciérnagas. Las luces de todas ellas comenzaron a bailar como estrellas en el cielo.
Cuando regresó a casa, Cata se metió en la cama con una gran sonrisa. Sabía que, aunque fuera solo una niña, podía hacer grandes cosas para ayudar a los pequeños habitantes del bosque. Cerró los ojos y se quedó profundamente dormida, soñando con más aventuras.
Y así, cada vez que una luciérnaga brillaba en el bosque, Cata sabía que era Luma y sus amigos agradeciéndole por ser su valiente cazadora de bichos.
Certamente essa és nuestra Cata!!!
ResponderEliminarLindo Jesus!