El reloj del tiempo pasado sonó, pero no era una orden, sino una invitación.
Ese día decidió caminar más lento, dejar que el aire tibio rozara su piel sin prisa. Descubrió que los colores parecían más vivos cuando no los perseguía.
Comprendió que la vida no era un pasillo estrecho de obligaciones, sino un jardín con bancos vacíos esperándolo.
Se sentó, respiró, sonrió.
Era su cumpleaños y también el primer día en que se regaló "yutori": el arte de dejar que el mundo entrara con suavidad.
Matera, Italia. 26 de septiembre de 2025. Fotografía de Jesús Apa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario