viernes, 29 de mayo de 2015

El jardín de las delicias

La lluvia era imprevisible, pero aún así, Annie, Mercé, Joan y yo, decidimos salir de Esch, un pequeño pueblo al sur de Holanda, donde estábamos de paso, para dirigirnos al municipio vecino de s´Hertogenbosch. La mañana templada invitaba al paseo en bicicleta. Apenas unos 18 kilómetros de ida, por unas pistas perfectamente acondicionadas para ello, en un paseo tranquilo, de charla y enseñanzas. Una vez en esa ciudad, aparcamos las bicicletas atadas con sus candados. Nos acercamos a una cafetería para tomar un café,  y acto seguido hacer un recorrido a pie por la ciudad, visitar la catedral, dirigirnos hacia un enorme mercado que ocupaba toda la plaza principal, y andar de nuevo hacia las bicicletas, para dirigir nuestra vuelta hacia Esch. Montamos cada cual en nuestra bici, y nada más iniciar el camino, la lluvia quiso que retrocediéramos. Como plan alternativo, ir a visitar el museo de Jheronimus Bosch Art Center, más conocido como el Museo de El Bosco. Y realmente quedé fascinado con todo lo que allí descubrí de este autor.

El Bosco, según nos indicaron nada más entrar al museo, destacaba por ser un artista adelantado a su tiempo. En muchas ocasiones hemos escuchado este apelativo sobre cualquier personaje o artista famoso, y yo quise averiguar porqué El Bosco lo era. Y no solamente saqué mis propias conclusiones, sino que vi claramente, como grandes artistas a los que admiro, como Dalí, ya se fijaron en la manera que El Bosco tenía de interpretar la vida. O mejor dicho, la manera que tenía de dar pie a cualquier interpretación que se prestase de la vida misma, pues si por algo destacaba, es por lo abstracto de sus obras, y por la dificultad de encontrar sentido a parte de sus contenidos. Y qué mejor manera ésta, de dar pie a tu imaginación para entender el arte. Y sobre todo, su obra maestra; "El jardín de las delicias", o también conocido, como "El jardín del Edén". 

Quise saber, si realmente con 500 años de diferencia, había algo en esa pintura que pudiera comparar con la época actual, y pude comprobar que prácticamente en su totalidad. Aunque, como casi todo en la vida, es con los detalles con los que se conquista aquello donde no se puede llegar con lo  mundano. Y yo lo que en ese cuadro veía, era una declaración de intenciones, sobre en como debemos de cuidarnos de lo profano, lo frívolo y todo aquello que hace daño o castiga a la verdadera esencia del amor; la fidelidad.



En el tríptico cerrado, podemos ver que Dios creó el mundo en el tercer día. Ya pintaba la tierra redonda y plana, sin luz ni color, y aún con la ausencia de animales y seres humanos, y rodeada por agua. Un mundo gris.


En el tríptico abierto, en su parte izquierda, aparece como Dios le presenta Eva a Adán, y donde vivirán en el paraíso terrenal, con el árbol de la vida, del bien y del mal; El Edén. Y es que en cierto modo, ya vivían con avisos de pecado por todos lados, hasta que Eva, sucumbió a la tentación de la fruta prohibida que pagaría toda la humanidad. 


En la parte central del tríptico, la humanidad ha sucumbido al pecado y la lujuria. El paraiso se llena de todo tipo de relaciones eróticas, incluso entre animales. Los frutos son clara alusión a los placeres sexuales, y coger y comer de la fruta, era significado de pecar. Aquí pude contemplar como, en el momento en que se está pecando, como es en la imagen, no se aprecia dolor, ni aparentemente infelicidad, incluso, está exento de personas ancianas. Todo es casi idílico, o mejor dicho, no apreciamos ningún tipo de peligro.


Y en la parte de la derecha del tríptico, nos muestra el infierno, tras los pecados cometidos por la humanidad. Las consecuencias de la corrosión de las relaciones entre los seres humanos.


Pero a mí lo que más me llamó la atención, fue esta figura que se encuentra en la parte central del tríptico. Una pareja, que convive en una burbuja, y donde él, con su mano derecha, toca el vientre de la mujer, en el cual parece que está engendrando un bebé. Y veo que, a pesar de vivir en esa burbuja, donde entiendo que solo existe la felicidad, conviven sin saberlo, con el peligro de terceras personas, como puede verse bajo ellos. Incluso se aprecia como comienza a entrar a través de un tubo transparente, como al interior de sus vidas, una rata negra. Y cada cual puede sacar aquí conclusiones de lo más dispares. Al igual que yo saco las mías propias. 

Y es que a mí me llamó mucho la atención esta imagen. Tanto, que una vez que salimos del museo, y en el camino de vuelta en bicicleta, bajo un sol agradecido, no dejé de pensar en ello. Y es que, vivimos en una sociedad, donde el pecado pasea frente a nosotros a sus anchas. Las parejas están amenazadas continuamente por "ratas negras" o terceras personas, y donde sobrevivir a ellos, es todo un paradigma. Llegará un momento en la vida,  si no ha llegado ya, sobre todo en las relaciones, en que los valores más preciados de un hombre hacia una mujer, y viceversa, sea la fidelidad y el respeto mutuo.

Porque digo yo, que en qué estaba pensando Eva, cuando lo tenía todo para ser feliz, viviendo en un paraíso, para comer la dichosa manzana. Avisada estaba, y por un simple bocado, mandó todo al infierno, valga aquí la redundancia. Seguramente, de volver a elegir, Adán no la hubiera solicitado a Dios como una mujer alta o baja, gruesa o delgada, ni rubia ni morena. Visto lo acontecido, que hubiera sido fiel, leal y respetuosa con el amor. Y es que ciertamente, las parejas sólidas, son las basadas en esos sentimientos o valores.

Y afortunadamente, el mantener estos valores depende de nosotros mismos. Cuidar, respetar y valorar lo que tienes o tendrás, pudieran ser las acciones más inteligentes que se puedan plantear en cualquier relación de pareja. Sin miedos a vivir en ninguna burbuja, a la vista de todos, pero con la autoprotección de saber eliminar y alejar los pecados de la vida de la pareja.

Aunque, llegando a nuestro destino, en ese maravilloso paseo en bicicleta, se me volvió a venir a la cabeza todo lo que había escuchado y leído del Bosco en esas dos horas que pasé en el museo. Un artista impresionante. 

Y tal vez este autor, de haber conocido nuestro mundo actual, esta sociedad en la que vivimos hoy en día, totalmente expuesta a los pecados, hubiera dicho que, la Fidelidad ya no se encuentra ni en los equipos de música...


Museo de Jheronimus Bosch Art Center, s´Hertogenbosch, Holanda. Mayo de 2015. Fotografías de Jesús Apa.










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