viernes, 17 de julio de 2015

Revista Viajar

Llegó un poco tarde, alrededor de una hora de retraso. Llevaba tiempo impaciente, esperando escuchar el ruido de algún coche aparcar frente la puerta de mi casa. Allí fue donde estacionó, pero intuía que debía estar algo confusa, tal y como más tarde me corroboró, puesto que tardaba en bajarse de su vehículo. Crucé la calle y salí en su busca. Seguía dentro del coche, pero con la puerta abierta, y ojeando su teléfono, hasta que le dije, "hola, ¿supongo que eres Irene verdad?. ¿Puedo ayudarte a bajar tus cosas?. Aún así, solamente asintió, como indicándome que esperara un poco a que acabara de hacer algo con su móvil, hasta que por fin bajó para saludarme. La ayudé con su equipaje, y la acompañé al interior de mi casa.

Una vez dentro de casa, y al indicarle cual era su dormitorio, me miró con gesto serio, y me dijo tajantemente; "antes de nada, me gustaría decirte que es la primera vez desde que trabajo para la Revista, e incluso te diría que la primera vez en la historia de la misma, que aceptamos una invitación de este tipo, y más aún, que nos quedamos en la casa particular de alguien. De una persona, sobre la cual no tenemos ninguna referencia". En cierto sentido, entendía su posición, aunque lejos que se sintiera incómoda, le dije de manera aún más rotunda por mi parte; "no me cabe duda que vas a estar a gusto. De lo contrario, te rogaría me lo dijeras, y busco un hotel donde alojarte. Ni que decir tiene, que no me sentiré ofendido. Mi única intención es que vivas varios días en un ambiente hogareño y cercano. Estoy seguro que entenderás todo lo que te digo el día que te marches".

Dejó sus cosas, cogió su equipo y su cámara de fotos, y subimos a mi coche. Nos esperaban para comer en Calera de León. Dado que Abril y Tentudía se suelen llevar muy bien, no tardamos en ver los colores que lucen en ese mes en esta Tierra. Mientras ella ojeaba el paisaje, un pequeño avance de lo que vería en los siguientes días, se interesó en preguntar varias cosas sobre el trabajo que tenía encargado. Así pues, sacó un mapa, el cual yo no había visto en mucho tiempo, y al ver que pregunté sobre él, me dijo algo así; 

"Es lo único que sé sobre Tentudía y esta Comarca. El director de la Revista, me llamó hace un par de semanas para tomar un café, me enseñó este mapa, que había visto sobre tu Comarca en la feria de turismo de Fitur, y me dijo que tenía que venir aquí a hacer un reportaje. Me indicó, que no tenía ni idea de donde vendría a hacer mi trabajo ni con qué ni quién me encontraría. Solamente, que tenía la intuición que vendría a un buen lugar, y que debía atender a una invitación un tanto particular, realizada por ti, y con la salvedad que eres tú el encargado de hacer el itinerario, y que tengo que alojarme en tu casa". Yo asentía con la cabeza en todas sus indicaciones, y contesté a sus observaciones;

"Es cierto cuánto te ha comentado el director, pero vuelvo a insistir, que si hubiera algún momento que no te sientes cómoda, házmelo saber que le pondremos solución. Lo que sí, es preciso que confíes en que todo cuanto voy a mostrarte en estos días, será de tu gusto. Y que las personas con las que te relaciones, serán de tu agrado". Seguidamente, le entregué  el itinerario que había diseñado para su estancia aquí. Encontraría un poco de todo, con poco margen de tiempo libre, eso sí. Visitaría monumentos patrimoniales y artísticos, espacios naturales, enclaves que estaba seguro la quedarían asombrada, y la haría partícipe de la increíble naturaleza de aquí. Sin dejar atrás, claro está, el que pudiera degustar de la fantástica gastronomía que tenemos.

Ella leía el itinerario que le había mostrado, sin entrar en ningún tipo de discusión sobre nada. Realmente, creo que pensó, que a la primera de cambio, mostraría contradicción a mi propuesta, y buscaría de entre todo el material publicitario y de folletos que le ofrecí, su propio recorrido a seguir para completar su reportaje, cambiando mi proposición. Cuando un profesional ha trabajado en este tipo de crónicas de manera independiente, y hay alguien que trata de indicarle otras formas de hacerlo, suele tener alguna que otra reticencia. Aunque estaba claro, que el trabajo lo haría de manera independiente y sin ningún tipo de condiciones por mi parte, solo se trataban de sugerencias e indicaciones. Eso sí, le advertí de algo que yo consideraba importante, y sobre lo cual le insistí de manera continuada; "Perfectamente puedo decirte aquello que más te va a llamar la atención sobre el trabajo que aquí realizarás. Pero será algo, sobre lo cual no puedas transmitir en ningún reportaje bajo ningún documento ni ninguna fotografía. Sin lugar a dudas, lo mejor de esta Comarca son sus gentes".

Pude adivinar su pensamiento, para nada diferente al que pueda pensar cualquiera que lee estas líneas y desconozca sobre lo que digo. Pero le hablé con tanta seguridad en ese sentido, y sabía firmemente que no tenía que forzar nada para que lo averiguara, que dentro del itinerario que le ofrecí, habría siempre un momento para conversar con alguien del lugar, personas de todo tipo, alguna cena con mis amigos, momentos con compañeros de trabajo, algún acto de convivencia con cualquiera de las asociaciones de los distintos pueblos vecinos; en definitiva, me interesaba que viviera el día a día tal y como lo conocemos. Sin forzar nada, sin coaccionar su confianza, sin adular su estancia aquí para que hiciera un mejor trabajo o nos metiera de lleno en la Revista.

Solamente, ante eso, recuerdo que me dijo, que no venía con ningún tipo de expectativas. El hecho de estar aquí, quedándose en casa de un extraño, por exigencias del Director, y sin pagarle por mi parte ni un euro a la Revista por salir en ella, pues es lo habitual en estos reportajes, ya suponía algo intrigante para ella.

Y es que apenas media hora más tarde de haberse presentado en la puerta de mi casa, Irene estaba entusiasmada tomando fotografías del Conventual Santiaguista de Calera de León, mientras trataba de atender el "cochinillo frito", el jamón de bellota y el queso artesano que tenía frente a ella. Tampoco podía haber pensado, que esa misma tarde disfrutaría de un paseo por uno de los mayores bosques de pinos del Sur de España, disfrutar del increíble atardecer que ofrece la primavera frente al Embalse de Tentudía, para finalizar en una cena-degustación de los mejores manjares de nuestra tierra, acompañada en la mesa por dos buenos amigos míos.

Lejos de atraerla por el estómago o con otras artes de persuasión, los siguientes días serían del mismo estilo, en lo cual, como antes indicaba, mi objetivo principal era que se integrara en el ritmo de vida que aquí tenemos. Una vida pura, sencilla, discreta, pero con una calidad al alcance de pocos. Y más que con la intención de presumir de lo que tenemos y la suerte u obligación, de conservarlo y mantenerlo, es ofrecerlo al visitante, en este caso a ella, con la intención que lo muestre, a través de una Revista. En una publicación, sobre la cual apenas si me había dado datos. Solamente me indicaba que "creía" que apareceríamos en algún número y con alguna mención.

Irene se marchó a los tres días de su llegada, agradecida y satisfecha con todo lo que aquí había vivido, y así me lo transmitió días más tarde en un mensaje. En el mismo, me daba la razón en todo cuanto le había dicho desde mi primera charla con ella. Tendría una gran dificultad en materializar y construir su reportaje, pues la gran esencia de esta Tierra, de esta Comarca y de todos los pueblos que la conforman, era efectivamente el valor de sus gentes. En ese mismo mensaje, me indicaba que el reportaje sobre Tentudía, saldría en la edición del mes de Julio, el número más leído de la Revista Viajar en todo el año, ocupando la parte central de la misma, y con un total de seis páginas. Aunque ni aún con cien páginas y con miles de fotografías podríamos representar lo que aquí tenemos.

Aunque me enteré que ya estaba la Revista en la calle un poco más tarde, con un mensaje que recibí de ella hace apenas diez días, con el siguiente texto;

"La revista ya está en la calle.... Ha sido un reportaje desde el corazón, dedicado a toda la gente magnífica que me he encontrado en esa bellísima tierra tuya.

No me ha dado tiempo a verlo, me lo ha enviado el director por si quería mandártelo.
Nos has calado a los dos.  Jamás le he mandado un reportaje a nadie...
Un besazo.
Irene
PD: Por favor, dale recuerdos de mi parte a esos acompañantes de lujo que tuve, tú el primero".  


Mi intención solamente llevaba un propósito, quizás por encima de salir en una revista sobre viajes. Y es que las cosas, cuando las vives y respetas, es como mejor las transmites. Sobre todo, saber valorar lo que se tiene, y saber acercarlo a aquellas personas que saben apreciarlo. Mostrar tus costumbres, así como tu forma de vida sin complejos, y enseñar abiertamente el mundo que te rodea y te hace feliz. No para distinguirte sobre nada ni nadie, sino para aprender lecciones que ni tan siquiera sabías que necesitabas. Y estas cosas, también se aprenden con tus propios viajes, valorando aún más lo que tienes a tu alcance todos los días.

Porque viajar, te recuerda de donde vienes y a donde te diriges, aunque a veces, tu viaje lo hagas desde tu propia casa, y en el entorno en el que vives a diario...









Revista Viajar, Madrid. 17 de Julio de 2015.



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