viernes, 4 de septiembre de 2015

Eres como el Chocolate

¡Chocolate!. Es escuchar esta palabra, y recibir inmediatamente buenas sensaciones. Además, hay tantas variedades, que resultaría muy difícil encontrar a alguien que no le gustara. Si viajas por Europa, los mejores puedes encontrarlos en Bélgica, Suiza, Francia, o en muchos países nórdicos. Porque en estos últimos, gracias a las bajas temperaturas, en cualquier época del año están a tu disposición. He disfrutado de los de Estonia, Letonia, Lituania, Rusia, Suecia o Finlandia. De aquí, en mi último viaje, he venido con una gran carga, de distintas variedades, esperando ser saboreados en el momento apropiado.

Porque no todo el mundo disfruta del chocolate de la misma manera, y para cada cual tiene su momento. Hay quienes prefieren tomar un trocito en la sobremesa, y así sentirse completos, a otros ese bocadito a última hora del día le ayuda a dormir, o hay quienes disfrutan de él de manera indiferente en cualquier momento del día. Porque son muchas las teorías que hemos escuchado sobre el chocolate; es antioxidante, aumenta la libido, ayuda a conciliar el sueño, o que es bueno para el corazón. Quizás la teoría más negativa pudiera ser la del alto contenido calórico que llevan, siendo el chocolate negro el que menos. ¡Pero eso poco importa!.

A mi particularmente, me gusta tomarlo en cualquier momento, siempre en su justa medida, pero disfrutarlo cada vez que se me antoje. Existiendo épocas especiales a lo largo del año para ello, sobre todo en navidades, donde está repartido por toda la casa y en disposición de degustarlo de manera irracional. Estas fechas, con tantas mezcolanzas de sentimientos, son arrebatadamente idóneas para ponerte morado. En otras épocas festivas, la invitación a su cata siempre resulta más atrayente, existiendo también fases y momentos neutrales, en los cuales sin tener la necesidad de consumirlo, pero solo por el hecho de saber que lo tienes ahí, ya te produce cierta tranquilidad.   

Aunque sí podríamos decir, que existen momentos singulares, o mejor dicho, momentos emocionales, en los cuales buscas de manera intensa y vehemente el chocolate. Para los adictos a este exótico producto, el chocolate resulta mucho más apreciado en los momentos de felicidad. Ante un buen estado de ánimo, disfrutarlo enaltece aún más tu positivismo, pues es como un complemento idóneo a ese estado de alegría y bienestar. Pero también es cierto, que el chocolate es el mejor aliado ante la ansiedad, la preocupación o la frustración. Hay mujeres que han comentado alguna vez, que les ayuda a subir el ánimo de manera especial en tiempos del síndrome pre-menstrual. Tendríamos que catalogarlo como un excelente antidepresivo, pues nos ayuda a sentirnos mejor. Incluso curiosamente, hay estudios recientes, que indican que debido a los momentos actuales de crisis que estamos viviendo, su venta ha aumentado considerablemente.

Pero podríamos hablar que todo esto se manifiesta y extrapola en la vida misma, atribuyéndolo a nuestro entorno y forma de vivir, encarnándolo en alguien. Es decir, ante un momento de felicidad o júbilo, o debido a una buena noticia, siempre se nos viene a la cabeza esa persona con quien compartirlo. Ese alguien que ayuda a que tu positivismo crezca aún más si cabe, pues sabes que se alegrará de tu prosperidad tanto como tú. Esa amiga, ese compañero, tu pareja o ese familiar, al cual acudes rápidamente para contagiarlo con tu felicidad. Esa necesidad de ver a esa persona para transmitirle toda la energía que sientes, y que por el contrario, y a pesar que la compartes, hace que se multiplique. 

Aunque, de modo opuesto, ocurre prácticamente lo mismo. Ante una mala noticia, una tragedia, o simplemente un momento de bajón, existe esa persona en la cual descargar toda tu pesadumbre. Ese alguien, con el cual te ves en la necesidad de apoyarte, de compartir tus desdichas, y que éstas, de alguna manera, se sientan aliviadas. Ese "antidepresivo" particular, que sin nada a cambio, está ahí preparado para ayudarte. Convertirse en el hombro donde apoyarte, y que a través de "tus bocaditos", como si de una pieza de chocolate se tratara, servirte de consuelo y desahogo. 

Y es que no hay cosa más preciada que esa, que tener tu tableta de "chocolate particular". Y mejor aún, si es inagotable, incondicional, leal y comprensiva. Esa persona que lo deja todo a un lado, para estar al tuyo. Y al igual que pasa con el chocolate en sí, incluso en esos momentos neutrales, el simple hecho de saber que estará ahí, tanto en los momentos buenos como en los no tan buenos, te proporciona la tranquilidad que necesitas. 

Es entonces, cuando te paras a pensar y valorar lo que para ti significa esa persona. Porque si la buscas inmediatamente para compartir tus alegrías, es muestra evidente de tus buenas intenciones para con ese alguien. Y si en los momentos malos, acudes a ella, ni que decir tiene, el significado y la importancia de esa persona para ti. Incluso a veces, no tienen ni por qué coincidir, pudiendo tener, y valga el énfasis, dos "tabletas" para cada momento. Pero que en cualquier caso, acudes a ellas para "pringarte" con el mejor chocolate que pertenece a tu vida, ese al que no puedes renunciar y el que nunca quieres que se acabe...



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