viernes, 9 de octubre de 2015

El volcán y el amor

Es hablar del amor, y una de las cosas que vienen a la cabeza rápidamente, es la imagen de un corazón. Lo siguiente que viene a tu mente, es tu pareja, y si no te has comprometido con nadie, en su defecto, piensas en tu pareja anterior o la última que te marcó. Y claro, si te pregunto, ¿qué harías tú por amor?, incluso es posible que tu respuesta tenga grandes contradicciones, todas ellas vinculadas a la intensidad de enamoramiento ante el que te encuentres. Posiblemente no supieras contestar, o bien formularías una nueva pregunta de vuelta, diciendo "depende de qué cosa".

Y más aún, sabiendo que el sentimiento del amor es tan irregular, que viaja como en una montaña rusa, sube y baja sin cesar. Principalmente debe su discontinuidad al número de decepciones que actúan sobre él. Son éstas, las que van sometiendo al amor al desgaste, a veces llevándolo al agotamiento. Aunque existen parejas con la capacidad de recomponerlo, tratar de llevarlo a su estado inicial, aunque éste nunca llegará a ser el mismo, pero sí que pueden remendarlo, restaurarlo y adecuarlo a un nuevo estado que haga que la relación no caiga. Posiblemente las palabras respeto y confianza, tengan mucho que ver en el sustento del mismo, de lo contrario, si eso no existe, despídete de él.

Así pues, ante la pregunta antes formulada, ¿y tú, qué harías por amor?, lo mejor será no enfrentarnos a ella, pues está claro que son las situaciones adversas las que ponen a prueba el amor. Y la pregunta no va en el sentido de cuántas "estupideces" harías por amor, pues eso corresponde al momento inicial de enamoramiento, y eso aquí no cuenta, al menos en la pregunta que te formulo, porque ya sabemos el estado de ceguera al que te sientes sometido o sometida cuando se está en ese estado, que por otro lado, también tiene su tiempo. Con lo cuál, podemos decir, que lo que harías por amor hoy, es posible que no lo hicieras mañana, pues su intensidad a lo largo del tiempo, por norma general, va en sentido descendente.

Pero hay un amor que no conoce límites, y sin lugar a dudas, será el que siempre persista por muchas pruebas a las que se vea sometido. Nada tendrá que ver con el amor que conocemos entre las parejas y del que antes hablaba, ya que éste está muy por encima de todo eso. Será el que haga honor al verbo amar, en su más puro sentido, y nada será comparable a ese. Jamás habrá decepciones, y si por cualquier circunstancia las hubiere, siempre hay lugar para el perdón y el olvido. Nada puede con este amor, y estoy seguro que harías cualquier cosa por Él.

El amor fraternal, el de padres a hijos, y el que se siente en el sentido inverso, es sin lugar a dudas el más puro sentimiento de afecto, cariño, comprensión, pasión y adoración al que puedas enfrentarte. Afortunadamente casi la totalidad de las personas pasamos por él, y a día de hoy no me cabe la menor duda, que se trata del sentimiento de más valor que nos encontraremos a lo largo de nuestra vida. Y siempre perdurará en nuestra mente por el resto de nuestros días, impoluto e intacto; casto y honesto; puro y sencillo. Y no habrá nada que lo ponga a prueba, y si lo hubiera, nada podrá con él, ni la mayor de la tragedia. Como la que escuché a pie del Monte Etna, en Sicilia, donde aún a día de hoy puedes ver el cráter activo y en erupción que hay en su punto más alto, y sobre el que cuenta la leyenda, que hasta este volcán se rindió un día al amor que encontró mientras soltaba lava montaña abajo.

Esta es la leyenda de Anfipione y Anapia...

"Estos hermanos vivían felices con sus padres, que aunque eran mayores, se desvivían por ellos. Viviendo sobre la falda del Monte Etna, en una preciosa casa ubicada en tierra fértil, el joven Anfipione y su hermana Anapie trabajaban la tierra en favor de sus padres, ya ancianos para tan duro trabajo. Esas pequeñas tierras que rodeaban su morada, les regalaban dos cosechas al año, más que suficiente para llevar una vida tranquila y precisa para sus necesidades.

Una noche, cuando todos dormían, el volcán despertó. Los habitantes del valle comenzaron a escapar de sus casas despavoridos, pues las detonaciones volcánicas se presentaban como un peligro inminente hacia sus vidas. Al alba, el espeso humo cubría el cielo completamente no permitiendo el paso de los rayos del sol, y tras esto, del cráter comenzaron a saltar lenguas de lava encendida que recorrían velozmente la ladera de la montaña.

Anfipione y Anapia buscaron corriendo a sus padres para salir huyendo de ese infierno. Pero sus padres ya estaban demasiado mayores, por lo que tras correr unos metros, imploraron a sus hijos que los dejaran allí y se salvaran ellos. Mientras tanto, los dos hermanos podían ver como el paso de la lava lo destruía todo. Las casas eran arrastradas, los árboles ardían y la lava conseguía convertirlo todo en un desierto de piedra. Aún así, los hermanos hicieron caso omiso a las súplicas de sus padres, y los cargaron a sus espaldas comenzando a correr por el camino.

Desgraciadamente la lava era mucho más rápida que ellos, algo que sus padres veían alarmados. Volvieron a implorar a sus hijos que los bajaran de sus espaldas, los dejaran allí, y así los hermanos pudieran salvar sus vidas. No obstante, los jóvenes parecían no entrar en razón; sólo querían salvar la vida de sus padres.

La tragedia se iba a apoderar de ellos, y ya no había salvación. El torrente de lava estaba a apenas unos metros y avanzaba a una velocidad muy superior a la de ellos. Así pues, los hermanos pararon de correr, y fuertemente se abrazaron todos, esperando a que el fin llegara. Pero fue entonces, que ante esta prueba de amor, el fuego pareció cobrar vida, respetando a esta pequeña y unida familia. El torrente de lava, justo cuando llegó a la altura de los cuatro, se dividió, dejando a la familia en medio del fuego, quedando todos completamente ilesos.

Cuando la vida volvió a florecer en esta zona, se levantó un monumento en honor a estos jóvenes. A día de hoy, este lugar es conocido como Campi Pii, Campos Piadosos, con el fin de recordar la acción de estos dos hermanos."

Leyenda o no, todos los días se ven acciones que pueden evocar auténticos monumentos al amor. Ese que sientes en el preciso momento de nacer, y que nunca desaparecerá de ti. 

Fortalece el amor que tienes hacia tus padres o hijos, pues jamás encontrarás algo tan extraordinario como eso. Y a ser posible, evita ponerlo a prueba...



"Supuestamente" Campi Pii, falda del Monte Etna, Sicilia. Septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.





Imágenes libres de web, de la leyenda de Anfipione y Anapia. Dibujos y esculturas


Taormina, Sicilia. Al fondo el Monte Etna, septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.


Taormina, Sicilia. Al fondo el Monte Etna, septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.



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