viernes, 2 de octubre de 2015

Se llama Tiempo

Siempre que visito algún lugar, trato de conocer su historia, sus leyendas, o las letras que componen su crónica. Porque hay ciudades, pueblos, o incluso territorios, que tienen su biografía, esa que hace de ese sitio, un lugar único. Con su propia personalidad, sus antecedentes, y que señalan a ese lugar, en un espacio de tierra singular. Incluso muchas veces, marcado por su pasado, caracterizado por la experiencia vivida, y al igual que ocurre con las personas,  convierten a ese sitio en un lugar con identidad propia. Si todo eso, se traslada a los habitantes de esa ciudad, aún resulta más interesante conocer de donde radica su naturaleza y carácter.  Y es el caso de Grammichele, un pequeño pueblo situado en el interior de Sicilia, obsesionado con los relojes, pero los relojes de Sol. Y esta es su historia, contada por los amigos que allí hice, en mi visita a ese lugar hace un par de semanas...

Hace ya muchos años, algo más de tres siglos, este hermoso pueblo era conocido como Occhiolá, donde sus habitantes vivían en medio de un pequeño valle, destacado por su hermosa iglesia y su elevado castillo, subsistiendo a través de la agricultura, gracias a lo que le proporcionaba la propia tierra. Pero ésta, el 11 de enero de 1693, tembló bruscamente, con un gran terremoto, que acabó con la vida de la mitad de sus habitantes, y donde la mayoría de ellos, fallecieron al intentar resguardarse en el interior de la iglesia, como refugio sagrado e intocable por los efectos del temblor. La otra parte que huyó a las afueras del pueblo, decidió regresar al día siguiente, pero un nuevo terremoto, les hizo saber, que aquel lugar jamás sería de nuevo habitado por ellos, y del cual solamente quedaría su historia, y sus ruinas.

Pero este pequeño pueblo medieval, dentro de su desgracia, tenía la suerte de contar con un Príncipe, un visionario e inteligente progenitor, quien decidió luchar por volver a construir un lugar para los desdichados ciudadanos, a solo unos kilómetros del devastado pueblo de Occhiolá. Y esta vez, construiría la ciudad perfecta, desde cero, completamente geométrica, con una belleza sin igual, y protegida para el futuro, de cualquier otro terremoto que pudiera afectarle. Para ello, tendría un diseño elegante pero a la misma vez funcional, basado en una forma hexagonal, ya que seis lados protegerían mejor geométricamente la estructura y le daría mayor solidez, y con una enorme plaza central, para que, en caso de producirse otro temblor, todos sus habitantes pudieran ocupar el espacio de esa explanada sin que peligrara para ellos, que se les viniera encima ninguna construcción. 

Pero este Príncipe, llamado Carlo María Carafa Branciforti, además de ser una persona tremendamente inteligente, y preocupada por el futuro de sus ciudadanos, era un gran religioso, con unas fuertes creencias, sobre todo en los ángeles, y en especial, en el arcángel San Miguel, protector de la iglesia, como esa que sepultó a tanta gente con el terremoto. Es de pensar, que por ese motivo, bautizó a este nuevo lugar como "Grammichele", el nuevo pueblo el cual sería a ser llamado a partir de ahora, la "ciudad perfecta". Aunque hay quienes piensan, que esa forma hexagonal, además de ser un modo de construcción con una base más sólida que la cuadrilátera, sería por la creencia del Principe al número 6, considerado el número perfecto en la religión.

Pero en mi visita a Grammichele, más que por sus antecedentes pretéritos, quedé sorprendido por su presente, y sobre todo, por las marcas y señales que dejó en él su historia pasada. Y es que, este Príncipe, era un gran obsesionado por la Horología, que no es otra cosa que la ciencia de medir el tiempo. Y ese arte, o ese aprendizaje, quiso trasladarlo a sus ciudadanos, y sobre todo, transmitirle la gran importancia que tenía para él. Para ello, construyó un enorme reloj solar en el centro de la plaza, con una geometría tremendamente perfecta para aquel tiempo, haciendo de ese escenario, en el centro del pueblo, el lugar más importante del mismo, y donde todos sus habitantes conocieran la hora que era, el equinoccio en el que se encontraban, incluso el signo zodiacal que marcaba aquel momento. 

Pero después de conocer todo aquello,  y al ver que hoy en día hay construidos más relojes solares en el municipio y colocados estratégicamente, creo que este Principe, dejó una gran herencia a sus ciudadanos, marcada principalmente, por el tremendo valor que le daba al "Tiempo". Pero, ¿quién se atreve hoy a no darle valor al Tiempo?. Pues, parece ser que no se le da el suficiente. Tan valioso, siendo sin embargo gratis.

Está muy bien eso de deleitarse con el presente, convertirte en adicto de vivir el día a día, disfrutar al máximo del momento que vivimos, y usar el pasado única y exclusivamente para construir tu experiencia. Y sobre todo, sería bueno no presionar al tiempo, dejar que las cosas pasen de manera natural, pues el tiempo nunca quiere ser forzado, le gusta que ocurran las cosas tal cual van viniendo. Y le gusta que disfrutes, mientras esto ocurre o no.

Se han dicho tantas cosas de él. Siendo tan largo para el que espera, cruel para el que sufre, corto para el que es feliz, dulce para el que ama, inexistente para el que besa, y desesperado para el que vive en la locura. No es que lo cure todo, sino que te hará olvidar, te hará madurar y entender las cosas. Sin necesidad de ninguna pregunta, te dará las mejores respuestas. Incluso decirle a alguien, "tómate el tiempo que necesites", supone que le estás dando parte de tu patrimonio interior, de aquello en lo cual crees que debe usar como si de un tesoro se tratara. ¡Paciencia y tiempo, fueron amigos desde pequeños. Que te regalen ambas cosas, no tiene precio!!.

Porque, ¿cuántas veces hemos escuchado que el tiempo es el mejor juez, que pone todo en su sitio, personas y cosas, lo bueno y lo malo?. Pero un juez, que no sentencia de inmediato. Que a veces se convierte en tu mejor aliado, y que siempre que puedas, y "tengas tiempo", has de confiar en él. Pero lo cierto y verdad, y tan real como la vida misma, es que el tiempo pasa, de manera rápida, o lenta, pero siempre pasa. Una y otra vez, sin cesar. Y lo peor de todo, es que no puedes recuperarlo. Escuchar, "no tengo tiempo" u "ojalá tuviera más tiempo", quizás sean las frases más devastadoras que pudiéramos decirnos a nosotros mismos. ¡Porque a día de hoy, he aprendido que no hay cosa más preciada y hermosa, que regalarse tiempo para uno mismo!. Cuando realmente entiendas el valor que esto tiene, cuando tengas la capacidad de analizar que ese tiempo te proporcionará, valga la redundancia, ir en "busca de más tiempo" para ti, será entonces cuando hayas sabido apreciar su importancia.

Quizás aprendí de mi visita a Grammichele, que los relojes no te indican el tiempo, sino solamente la hora. Y a veces éstos, ni tan siquiera son de fiar. Ya sabes, que incluso un reloj parado, da la hora exacta dos veces al día. El mejor indicador del tiempo, especialmente del tuyo, eres tú mismo. Dependerá del valor que tú quieras darle y cómo lo aproveches, porque es asombroso cómo éste pasa. Lo vemos a través de los días, las semanas, meses, y como no, los años. A veces incluso, llegamos a asustarnos con la rapidez que va, aunque a mi lo que realmente me da pánico, y es algo que evito a toda costa, es dejar que las decisiones importantes en la vida se tomen por sí solas, pues esto nunca ocurre. El tiempo no tomará decisiones por ti, tendrás que hacerlo tú mismo. Quizás el tiempo, te dé o te quite la razón sobre tus decisiones, pero siempre he pensado, que es preferible tomar una decisión, aunque sea errónea, a no hacerlo nunca.

Y cuantísimas personas conocemos, que esperan a que pasen las cosas a través del tiempo, cuando lo que realmente pasa, es precisamente eso, el tiempo, llegándolo a convertir en inservible, irrecuperable. En las ocasiones que he pasado por eso, al menos me ha hecho reflexionar sobre mis errores, y tratar de no volver a cometerlos. Parece ser que nos empeñamos en buscar el momento perfecto para tomar alguna decisión, el idóneo para tus conveniencias, cuando éste, en la mayoría de las ocasiones, no depende de ti. Sí en cambio, le concierne a uno mismo que lo aproveches debidamente, de manera intensa y frenética, y claro que puedes hacer de este preciso momento, el instante perfecto, pero es porque lo estás viviendo ahora mismo. El tiempo futuro, te tocará vivirlo cuando llegues a él, pero en este preciso instante no sabrás si será o no perfecto para lo que tú quieres.

Es por ello, que si estás reñido o reñida con el tiempo, trata de hacer las paces con Él, pues posiblemente, sea una de las cosas que más valor tienen ahora mismo para ti...


P.D. Deseo que leer estas líneas, no te haya supuesto una "pérdida de tiempo".  




Plaza central de Grammichele, Sicilia. 16 de Septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.



Principe Carlo María, Grammichele. 16 de Septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.


Reloj de sol (II) de Grammichele, Sicilia. 16 de Septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.


Reloj de sol principal de la plaza central de Grammichele, Sicilia. 16 de Septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.






Reloj de sol (III) diseñado por Pietro, Grammichele, Sicilia. 16 de Septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.




Reloj de sol (IV) de Grammichele, Sicilia. 16 de Septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.




Placa homenaje a la entrada de Occhiolá, Sicilia. 16 de Septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.


Explicaciones del profesor Amato. Con Laura, Verónica, Saikou y el profesor Amato, en Occhiolá, Grammichele, Sicilia. 16 de Septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.




Iglesia destruida de Occhiolá. Con Laura, Marilena, Verónica, y el profesor Amato, en Occhiolá, Grammichele, Sicilia. 16 de Septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.


Subida al castillo de Occhiolá.




Diseño original de Granmichele realizado en 1693 por el Principe Carlo María Carafa


Vista aérea de Granmichele anterior a su última rehabilitación.








1 comentario:

  1. ¡Que interesante história, Jesús! Me entró ganas de conocer ese lugar.
    Sobre el tiempo, cómo tan bién hás descrito,es realmente misterioso ese tipo, cón tantos adjetivos que ván desde el valioso hasta el tedioso...
    Una de las cosas que llamáme la atención sobre el tiempo, es lo que hacemos cón él. En un de sus libros, el preparador físico brasileño Nuno Cobra, en otras palabras há escrito que: el que distingui las personas que conseguen las cosas de las personas que no, es el hacer; que todo el secreto está contenido en esas cinco pequeñas letras mágicas: H-A-C-E-R.
    ¡ Y tú eres una de esas distinguidas personas!
    Reciba un fuerte e cariñoso abrazo.

    PS: perdona mí español��

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