viernes, 27 de noviembre de 2015

Pide un deseo

Mario lleva dos días sin ir al colegio. Su madre, se encuentra desde entonces metida en la cama sin poder levantarse, y a pesar de la insistencia de ésta, él ha preferido quedarse en casa para cuidar de ella. Aunque solamente cuenta la edad de 11 años, los cuales cumple en el día de hoy, tiene madurez suficiente como para realizar las tareas domésticas cotidianas y contribuir en lo necesario para ayudar a su madre cuando ésta no puede hacerlo. Aunque no es la primera vez que se presta a esto, nunca había dejado de ir a clase por quedarse en casa pendiente de su madre, pero por alguna razón, esta vez siente muchísimo miedo y se muestra realmente preocupado por la salud de ella.

Aprendió rápido a defenderse entre los fogones de la cocina, y hoy se ha atrevido con hacer un pequeño y sencillo bizcocho de chocolate. Es su cumpleaños, y quiere compartirlo con su madre, y así al menos pueda comer alguna cosa, pues lleva con el de hoy, dos días sin probar bocado. Colocado sobre una pequeña bandeja, y con una improvisada vela encima, se acerca al dormitorio donde ella descansa, avanza hacia su cama, y se sienta al regazo de su madre. Ésta, hace un leve movimiento con su cabeza, y al verlo sujetando el pequeño bizcocho con la vela encendida, no puede evitar que broten lágrimas de sus ojos. Sollozando, le dice a su hijo que no le apetece comer nada, y que le promete que cuando se encuentre mejor, celebrar su cumpleaños como es debido. Mario, mirándola fijamente pero con temblor en sus manos, apaga de un soplido la vela, para decirle; "no te preocupes mamá, solo quería pedir un deseo".

Laura cumple hoy 11 añitos. Quienes la conocen, dicen que es una niña tremendamente dulce, pero que por alguna razón, en ocasiones experimenta unos cambios en su comportamiento nada normales. Lo mismo actúa de manera extrovertida y activa con sus compañeros y compañeras de clase, que otras veces se auto excluye totalmente de todo cuanto la rodea. Esto ha hecho que a veces tenga problemas con sus notas y sea el foco de atención de sus profesores, quienes en más de una ocasión, han citado a sus padres a tutoría para comentar tal comportamiento, pero su padre nunca accedió a presentarse, y su madre siempre le ha restado importancia a tales advertencias de los profesores.

Hoy se encuentra especialmente triste, pues le resulta extraño que su madre se haya olvidado de su cumpleaños. Ni por la mañana, ni a lo largo del día, ni al acabar éste, y ya en su casa, su madre ha recordado que hoy Laura cumple un añito más. Pero quizás con el paso del tiempo ha ido entendiendo algunas cuestiones difíciles de asimilar por una niña de su edad, y el perdón forma parte de esas cosas. Así que ya en la cama, llama a su madre desde allí, diciéndole que necesita se presente en su dormitorio solo por un momento. Ésta, entra en el cuarto de su hija, llevando unas gafas negras de sol, las cuales últimamente no se quita sea de día o de noche. La tenue luz de la lámpara, no le impide ver a su hija Laura sentada con la espalda apoyada en el cabecero de la cama, sujetando una pequeña magdalena con una vela encendida. Su madre, que había olvidado por completo qué día era hoy, se queda paralizada frente a ella, sube las manos a su cara y rompe a llorar, mientras escucha a Laura decirle; "Quiero pedir un deseo".

David y Claudia se sienten contrariados e incluso asustados frente a la puerta del colegio, pues esperan a que su padre vaya a recogerlos como es habitual, y tras media hora de espera, no saben qué hacer ni a quien llamar, pues se temen que haya ocurrido lo que viene siendo habitual en el último año. Afortunadamente, al poco rato se presenta su tía Alejandra, hermana de su madre, para tranquilizarlos y llevarlos a casa. Les cuenta que su madre ha tenido que ir al hospital debido a un pequeño accidente doméstico, y posiblemente a última hora de la tarde ya podrá estar en casa con ellos. De su padre no comenta nada, pero ambos hermanos tampoco preguntan. En el espejo retrovisor, su tía observa como David abraza a su hermana y trata de calmarla. La besa, procura secar sus lágrimas, y le dice continuamente que todo irá bien y que pronto su madre estará en casa con ellos. 

Ambos son mellizos y cumplen 11 años, y desde que nacieron han sido inseparables. Este día no tendrá nada de especial, entre otras cosas porque les recuerda a otros muchos. A pesar que le han dado instrucciones a su tía para que pasara con el coche por una pastelería, y recogieran la tarta de cumpleaños que encargaron el día anterior, ambos llevan otro propósito, y al menos por hoy, no tendrán nada que celebrar. Ya entrada la noche, y tras pasar toda la tarde solos en casa, su madre llega acompañada de su tía. Los hermanos han esperado pacientemente sentados en el salón, con una tarta de nata y nueces, la preferida de Claudia, y con dos velas sobre ella, esperando ser encendidas. Su madre, cae de rodillas frente a ellos, sin temor a enseñar las marcas de su cara provocadas por su "accidente doméstico". David, intenta mantener la compostura para, mientras con una de sus manos acaricia a su hermana, con la otra enciende las velas, para acabar diciendo; "Mamá, es preciso que pidamos un deseo". 

Mario, Laura, David y Claudia, van a la misma clase, y aunque ninguno de sus compañeros lo sabe, tienen algo en común, además de haber nacido el mismo día, y que incluso ellos ni tan siquiera conocían, pero que fueron descubriendo poco a poco. Eso hizo que se unieran aún más, pero no es algo por lo que se sientan orgullosos ni mucho menos. A veces las casualidades son tan macabras, que te hacen dejar de creer en el destino, o como mucho, pensar que solo eres un capricho de éste. Y precisamente ayer, el día que todos ellos cumplían años, fue una jornada para olvidar, pero al mismo tiempo, fue uno de esos días, en los que más que nunca, desearías que tus deseos se hicieran realidad. Quizás por ello, mantienes la fe en pensar, que empezar de cero y olvidar ciertas cosas, puede ser lo mejor que te pase.

Al día siguiente, la maestra de lengua entra en el aula, y todos prestan atención, pues es común en ella, empezar la clase con una frase que provoca una reflexión en todos ellos. Pero esta vez se ha saltado esa parte, y rápidamente se ha dirigido a los cuatro chicos que ayer cumplían años, para preguntarles por el supuesto día especial que pasarían. Sobre todo incide en Mario, que por algún motivo que ella desconocía, no asistió a clase en el día de ayer, y no pudo felicitarlo en persona. Pero ante la insistencia de la profesora, sus rostros parecían serios, ninguno de los cuatro chicos decía nada, y lo extraño, es que el resto de sus compañeros de clase se mantenían silenciosos y atentos en cada uno de sus pupitres. 

La maestra, presa de su impaciencia, se dirigió nuevamente a ellos para insistirles preguntando; "bueno, pero al menos, ¿ayer soplaríais las velas para pedir algún deseo, verdad?".

Fue Mario, quien, sin antes mirar a sus tres compañeros, se apresuró a decirle; "claro que sí maestra, cada uno de nosotros pedimos un deseo. Y resulta que por esta vez, ese deseo fue el mismo para cada uno de nosotros cuatro".

La maestra, asombrada y a la vez curiosa por lo que Mario le había dicho, quiso saber un poco más, y volvió a preguntar; "bueno, eso puede ser una bonita ocurrencia. ¿Y puede saberse cuál es ese misterioso deseo?".

Mario, en su papel de portavoz del pequeño grupo, le dijo; "si profe, aunque ya sabe usted, que no podemos decirlo, pues entonces no se cumpliría."

"Tienes toda la razón....", dijo de nuevo ella, aunque rápidamente fue interrumpida por Mario, quien continuó diciendo;

"Es por ello, que no podemos decirlo, pero sí que podemos escribirlo", y haciendo un ademán, para indicar a su profesora que miraba hacia la pizarra, ésta se giró, y entonces pudo leer para su asombro lo que allí ponía....."NO A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES".






  




  

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