viernes, 8 de enero de 2016

Dos corazones

Existe una teoría en Brasil, que viene a decir, que todas las personas tenemos dos corazones. Convivimos con los dos, aunque no siempre. Hay un momento en la vida, en el cual, esos dos corazones tienen una dura pugna entre ellos, pues lejos de ser cómplices, tienen un gran conflicto que no todo el mundo sabe resolver. Es curioso, pero quizás eso no solamente le ocurra a los brasileños, sino que podemos extrapolarlo a cualquiera de nosotros mismos. Porque puede ser cierto, que hay un momento en la vida, en el cual un corazón te pide una cosa, y el otro, algo totalmente opuesto. El dilema está creado.

El primero de ellos, o digamos, el corazón "más humano", es aquel que se deja llevar directamente por los sentimientos que por él discurren. Podríamos decir, que es el más natural de ambos, el más racional. En su interior, podemos encontrar la necesidad de unirse a otra persona, el deseo de amar, pero sobre todo, el afán de encontrar su media naranja. Ese amor perfecto, eterno, que aunque a veces es más idílico que carnal, siempre procura compensar esas ansias de búsqueda con el alivio de ser correspondido.

Al parecer, los brasileños dicen que este corazón es el que busca procrear, el que tras el periodo de dar amor a su pareja, anda en la necesidad de concebir hijos, procurarle a ese corazón una nueva forma de amar, para esta vez, reconvertir el amor pasional en amor fraternal. Podríamos decir, que experimenta un cambio único, irrepetible e inimaginable, por muchos sentimientos o avatares que anteriormente haya sufrido. Porque sí, este es el corazón que más sufre de los dos, pues es el que está expuesto al amor en su estado más puro, y tal vez por eso, es del que dicen, que siempre será un corazón preso....preso por el sufrimiento permanente al que se sentirá sometido. No obstante, el amor apasionado se añora, y quien lo ha vivido quisiera repetir al menos una vez más.

El segundo de ambos, y quizás del que podríamos decir que es el menos común, es el que trata de controlar en todo momento sus sentimientos. Ese que aún negándose a sufrir, lo consiga o no, puede sin embargo cubrir ciertas necesidades como el primero. También sabe amar, evidentemente, pero lo hace a su manera. Nada impulsivo, pero cuando ama, suele crear un gran torbellino de sentimientos (a veces confusos) a su alrededor. A pesar de ser un corazón que no lleva un guión establecido como el primero, puede llegar a ser estructurado y aplicado. 

Las personas que viven con este segundo corazón, dicen de él que es el más aventurero, que precisa solo un tipo de amor, y andan despreocupados de si ese amor durará más o menos tiempo. Bastará con que lo disfruten mientras éste exista, sin darle más vueltas al asunto, pues cuando desaparezca, habrá otro corazón como el suyo preparado para corresponderle. También están preparados para sufrir, claro está, pero el tipo de sufrimiento al que se ven sometidos es mecánico, repetitivo. Pero eso sí, siempre deberá estar emparejado con un corazón de "segunda clase", o de este "segundo tipo", si resulta así menos afrentoso. El primero no puede ser amado por el segundo, y viceversa, porque sería querer sufrir de manera gratuita.

Pero claro, lo que a los brasileños le ocurre, y sobre lo cual crean el símil con la historia de los dos corazones, quizás viene siendo algo cada vez más habitual. Y es que hay dos formas de unirse a una persona; esa forma en la cuál, además de unir tus corazones, deseas formar una familia. Completarse con esa persona, con la llegada de aquellos hijos que reconvertirán tu forma de amar a esa persona por siempre. O no..., pues ya decía Platón que "Todo amor es de ausencia o de transcendencia". Pero aún así, hay un único camino a seguir.

Y luego está esa otra forma de unirse a una persona, en la cuál solamente existe el deseo de amar, sin pensar en nada más. Dos en amor, y dos corazones que viven con la alegría de estar juntos, donde no hacen falta grandes exaltaciones, procurarse felicidad mientras decidan seguir unidos, cuidarse mutuamente en el camino que recorran, pero sin dejar de ser ellos mismos. Y si ese amor acaba, seguir cada cual por su camino, pues bien saben que nada queda entre ellos que los una, como mucho, cosas materiales cuyo valor decae al romperse la relación. "El enamoramiento es un estado de miseria mental en que la vida de nuestra conciencia se estrecha, empobrece y paraliza", decía Ortega y Gasset, y que vendría en este caso que ni pintado, para definir el pensamiento de aquellas personas que viven con el segundo corazón. 

Pero mientras Zê, brasileña ella, me hablaba de esta historia que se cuenta en su país sobre los dos corazones, yo trataba de descifrar de algún modo el sentido de todo eso. Aunque claro, solo se trata de una teoría; mi teoría. Y es posible que coincida con los puntos de vista con los que se define la forma de vivir, o en este caso, la manera de amar, de uno u otro corazón. El primero, más sereno, con la idea clara de corresponder y ser correspondido para toda la vida, y con la intención de llenar sus vidas de otras formas de amar, en este caso, por la venida de hijos. El segundo, más loco y descuidado. Sencillo pero rebelde, y con la idea de conocer corazones sin límites, pues llevan la única idea de amar siempre y cuando haya enamoramiento, y de seguir amando otros corazones cuando se agote el sentimiento que tienen hacia su pareja.

Aunque quizás, lo peor de todo, y tal vez es por lo que existen tantos fracasos en el amor, es de querer vivir permanentemente con esos dos tipos de corazones. O uno, u otro, pero no con los dos a la vez. Habría que hablar con ambos corazones, y llegar a un acuerdo con ellos, indicarle tus prioridades y decidir firmemente, para de esta manera no incurrir en ningún tipo de conflictos, como pueda ocurrirle a los brasileños.

Lo mejor de todo, sin lugar a dudas, sería atender la voluntad y la opinión de ambos. Hay una leyenda Sioux, que dice que; "El camino más grande que cruzarás, será el de tu cabeza a tu corazón".

Aunque claro, otra cosa es que alguno de esos dos corazones sea sordo, o se lo haga.... 



Imagen libre de la red.



    



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