viernes, 24 de febrero de 2017

No viene a cuento

A veces las decisiones que tomamos en la vida, nos afectan en mayor o menor medida dependiendo del grado de egoísmo individual en el que nos encontremos en ese momento. Hay decisiones que incluso van en contra de quien las toma, pero lo hacen para que no afecte a otras personas (o eso piensan). Visto desde fuera, a veces pueden resultar un tanto inexplicables, pero siempre hay que suponer que sus motivos tendrían para ello. O simplemente eso, que miraron más por cómo podían afectar a los demás el hecho de tomar esas decisiones (o no tomarlas), a cómo les afectarían a ellos mismos.

Tengo una amiga (muy buena amiga), que en más de una ocasión (muchas ocasiones), ha solicitado mis consejos para ciertas decisiones que ha ido tomando en su vida. Algunas de ellas (muchas de ellas), decisiones de gran importancia, y siempre mis palabras han ido en forma de consejos que miraran por su interés personal, para su bienestar y su paz. Entre otras cosas porque veía que a quien realmente afectaban era a ella, como en casi todas las veces. 

El hecho que alguien te pida consejo, supone un acto de confianza hacia ti de quien lo pide. El hecho de dar ese consejo, a veces suele suponer un acto de responsabilidad, incluso de valentía y sinceridad de quien lo da. Y bueno es saber que hay que pedir consejo al que sabe corregirse a sí mismo. También que hay que tener en cuenta que no todos los consejos son útiles. O mejor dicho, no todos los consejos llegan a considerarse, o a surtir el efecto que se pretende con él.

El caso de mi amiga siempre me ha resultado curioso y llamativo. En todos esos consejos que siempre me pide, es como si los necesitara para hacer lo contrario a su interés, porque nada tiene que ver el mensaje que le transmito con el acto que protagoniza. A veces pienso que más bien lo que necesita es desahogarse. Lee las instrucciones, aunque luego no las sigue. Más irritante si cabe resultan sus continuas quejas cuando se le presenta el arrepentimiento de esas decisiones, en la mayoría de las ocasiones y cuando su orgullo se lo permite, diciendo que tenía que haberme hecho caso.

En otras ocasiones me he sentido profundamente frustrado, porque es ya muy común su contra sentido, prácticamente en casi todo, hasta cuando pide mi punto de vista más que un consejo como tal. 

Hasta pidiendo mi opinión sobre cosas cotidianas y simples, parece hacer lo opuesto a lo que le sugiero;

"Dime Jesús, ¿camisa a cuadros o de listas?". -- Yo le digo que mejor la de lista.

"¿Pantalones verdes o azul marino?". -- Mejor los azules.

"¿Las botas negras o marrones?". -- Pienso que las negras son más ponibles.

Y así, con un sinfín de cosas que muchas veces también ponen al descubierto su inseguridad.

Pero no hace mucho y como de costumbre, al contrario de mi opinión y consejo, decidió tomar una importantísima decisión para su vida y que me pareció (no solamente a mi) que se convertiría en un error demasiado grave para sus intereses. Más que para eso, lo era para su felicidad. Otra vez vi que tomaba una decisión pensando más en los demás que en su propio beneficio. Así que debido a la importancia del asunto, traté de provocar otra oportunidad en que escuchara mis palabras y para eso decidí quedar con ella, tomar un café y así darle mi último y definitivo consejo. Debía preparar bien mi método de persuasión. 

Pensé en explicarle que siempre hay que optar por decisiones en la vida, claro que sí, pero hay que intentar que éstas no nos obliguen en un corto futuro a tomar otras distintas. Que es cierto que cada cual tiene su manera de aprender, pero que no siempre a consecuencia de errores, y que por encima de todo, necesitamos buscar el sentido común, tan ausente en muchas ocasiones. Pero como todas estas cosas se las he dicho en multitud de ocasiones, y la mayoría de ellas en vano, pensé que una buena forma de ser sutil o incluso imaginativo, sería contándole un cuento y que la hiciera reflexionar.

Esa sería una buena idea. Además, siempre se ha dicho que los cuentos se escriben para que los niños se duerman, pero también para que los adultos se despierten. Debía ser una historia ocurrente pero relacionada con el caso en cuestión; digamos, que "viniera a cuento". Así que pensé en contarle uno que decía lo siguiente;

"Érase una vez una mujer sumamente distraída, o estúpida, o tal vez un poco loca, quizás sabia, que, cuando se levantaba por las mañanas, tardaba tanto tiempo en encontrar su ropa que, por las noches, casi no se atrevía a acostarse, sólo de pensar en lo que le aguardaba cuando despertara.

Una noche tomó papel y lápiz y, a medida que se desnudaba, iba anotando el nombre de cada prenda y el lugar exacto en la que la dejaba.

A la mañana siguiente sacó el papel y leyó: 

"Pantalones....", y allí estaban. Se los puso. 

"Camisa....", allí estaba. Se la puso también.

"Botas....", allí estaban ambas. Se las puso dispuesta a salir.

Estaba verdaderamente encantada, hasta que le asaltó un horrible pensamiento:

"¿Y yo? ¿Dónde estoy yo?".

Había olvidado anotarlo. De modo que se puso a buscar y buscar, pero en vano. No pudo encontrarse a sí misma...."

Entré en el bar, y la esperé de pie en la barra para más tarde sentarnos, tomar el café y para contarle esta pequeña historia. Al poco apareció por la puerta, con su camisa de cuadros, sus pantalones verdes y calzando unas botas marrones. Nos sentamos, y acto seguido y antes que pudiera abrir mi boca, comenzó a quejarse amargamente de las últimas decisiones que había tomado. 

Cuando al fin paró de hablar, cayó en la cuenta del motivo de aquel café, y entonces me preguntó qué era aquello tan importante que quería decirle. Quedé dudando largo rato, sobre todo recordando los muchos consejos que han quedado en saco roto, y pensando que cuan de cierto hay, en eso de que cada cual tiene su forma de aprender.

"Nada importante, -- le dije --. Además, digamos que ya no viene a cuento...." 


Disneyland Paris. Fuente de Cantos, 24 de febrero de 2017. Imagen libre en la red.
  

    







     

2 comentarios:

  1. Todos tenemos amigos como la tuya, que solicitan consejos y después hacen lo que les viene en gana, por impulsividad creo yo.
    Un saludo. Crispi
    Perdona mi intromisión pero acabé en tu blog por casualidad. Estoy en proceso de construcción del mío y buscando ideas ojeé las tuyas.
    Cuando lo tenga a punto, te pasaré el enlace a ver si te gusta.
    Me gusta escribir sobre el amor y el erotismo, sé que genero controversia. Tema que me apasiona.

    ResponderEliminar
  2. Mucho ánimo en tu blog Crispi. Estaré encantado de leerlo!!

    ResponderEliminar