viernes, 26 de mayo de 2017

El poder del miedo

Hay un poder sobrenatural que aparece y desaparece de nuestras vidas continuamente, y cuando esto segundo ocurre, solo es de manera momentánea, porque el miedo, con todo su poder, se te presenta cuando menos te lo esperas, y va disfrazado dentro de muchas formas, sentimentales o materiales. Pero es curioso que el miedo viene y se va, y permanece en ti, en función del tiempo que quedes en él. Por eso que solo podemos hablar del miedo que hemos vivido en el pasado o que está presente en nosotros en este preciso instante, porque, ¿cómo hablar de sentimientos que nunca hemos tenido?. 

Es cierto que tenemos muchas palabras para designar las variadas emociones que experimentamos a lo largo de la vida, pero en lo más profundo, solo existen dos determinantes; amor y temor. De la primera nacen todas las emociones positivas, en cambio, las negativas, surgen a consecuencia del miedo. Del amor brotan la felicidad, la paz, la alegría, la esperanza. Del miedo, provienen la ira, el odio, la culpa, la ansiedad. Los pensamientos que tenemos están directamente relacionados con la dimensión bien, del amor, bien del miedo. Todo está en la cabeza...., bueno, y en el corazón.

Pero el miedo siempre se basa en algo que ocurrió en el pasado y hace que temamos a algo que creemos que puede ocurrir en el futuro. Tengo que reconocer que de pequeño sentía miedo por muchas cosas, la mayoría de ellas un tanto absurdas. Y sí, yo también miraba en ocasiones debajo de la cama por si a alguien se le había ocurrido meterse ahí. Menudo conflicto mental cuando llegaba la hora de irse a la cama, y una vez sobre ella y dispuesto para dormir, tener que decir para uno mismo; "Esta noche no miro. Venceré al miedo....". 

Después de todo, los miedos que tenemos de pequeño, pocos de ellos se quedan. Otros en cambio, aparecen de repente cuando creces, como en mi caso, el miedo a las alturas. Quien me lo iba a decir a mi, que andaba subido en cualquier sitio siempre.... En este sentido, el miedo es un sistema de advertencia que, a un nivel primario, nos presta un buen servicio. En situaciones potencialmente peligrosas, el miedo es una señal saludable; es una protección y sin él, no sobreviviríamos mucho tiempo. 

Nuestra cultura pregona el miedo y a veces vivimos como si las circunstancias nos fuesen continuamente desfavorables, pensando en las mayores catástrofes posibles para nosotros y los que nos rodean. Pero, ¿cuánto de aquello que tememos se hace realidad?. Lo cierto es que hay una escasa correlación entre lo que tememos y lo que nos ocurre. A pesar que todo eso lo sabemos, es indudable que con el paso del tiempo, son otros miedos los que invaden nuestros pensamientos. En la mayoría de las ocasiones, motivados por la protección, del apego y el cariño hacia las personas cercanas, aunque también incluso hacia nuestras pertenencias..

No hace mucho leí que las compañías de seguros apuestan a que la mayor parte de lo que nos preocupa nunca ocurrirá, y así ganan miles de millones al año. Juegan con nuestra incertidumbre, con nuestros miedos. Ésto, han sabido ponerlo en su favor siempre la gente de mal para conseguir lo que se proponen, casi siempre a consecuencia del temor de otros. Pero claro, ese es otro tipo de miedos, porque digamos que se trata de un miedo  que no es real, es ficticio, porque no está ocurriendo, pero aún así, nos mantiene despiertos y en alerta constante sin dejarnos vivir. Parece no tener clemencia, nos paraliza y debilita el espíritu.

Porque el miedo es una sombra que lo obstruye todo; nuestros verdaderos sentimientos, nuestra felicidad, el amor, la confianza, usando estrategias que te hacen empequeñecer. Son engañosos porque van formando capas, una encima de la otra. Es posible superarlas e ir quitándonoslas una a una, hasta llegar al miedo del fondo, el fundamento en el que se apoyan todos los demás. Y ese, suele ser el miedo a la muerte, siendo aquí cuando éste adquiere su mayor poder. Sin embargo, nuestros miedos no evitan la muerte, sino que frenan la vida. Porque, ¿hay algo más seguro que la muerte?.

En las lecciones que aprendemos en la vida, precisamente lo que tratamos de hacer es eliminar lo que nos hace mal, y quedarnos con las cosas positivas. Eliminar el excedente para aprender la esencia que queda de lo vivido. Si sabemos pulir eso y aprender de la experiencia, hasta nuestro mayor miedo, el miedo a la muerte, disminuye. El artista Miguel Ángel dijo sobre esto; "Si la vida nos parece agradable, lo mismo ha de ser la muerte. Viene de la mano del mismo maestro".

Esto viene a decir que de las cosas que no tienen solución, poca preocupación deberían ocasionarnos. Pero claro, esa es solamente la teoría. Pero sí estoy seguro que en el resto de cosas, sin contar esto del miedo a la muerte, la solución más simple al miedo, es precisamente atacarlo. Al igual que el resto de problemas de la vida, y dónde mientras antes nos aferremos a su solución, antes dejará de martirizarnos.

¿Cómo demonios iba alguien a entrar en casa y meterse debajo de la cama?. Ahora que lo pienso, sé que es absurdo, pero solo se me ocurría ponerle solución a ese miedo, agachándome con un temor increíble y mirar ahí debajo lo más rápido posible, para volver otra vez a lo alto de la cama. Y pensándolo bien....menuda solución, porque, no sé que hubiera sido de mí si realmente alguien hubiera estado allí...

Debía haber una solución más simple, y no pasar por ese trance todas las noches, a pesar de acostarme siempre diciendo; "Esta noche no miro. Venceré al miedo....". Ahora pienso que debí ponerle más imaginación a aquello, o más sentido común. O quizás más valor, incluso a la más que posible reprimenda de mi madre. Porque todos esos miedos hubiesen acabado, si hubiera usado la solución más simple para atacarlos. Habría bastado con cortar las patas a la cama....



"El grito", de Edvard Munch. Fuente de Cantos, 26 de mayo de 2017.




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