viernes, 16 de marzo de 2018

Algo para recordar

Hace apenas unas semanas que se produjo un fatídico hecho en España que levantó la sensibilidad de millones de personas; la desaparición repentina de una niño de ocho años y la desesperación de unos padres. Un hecho que erizó la piel de muchos, pues podía verse a esos padres apelando a la buena fe de quien lo tuviera raptado para que lo liberaran cuanto antes y cesara aquel sufrimiento. Un niño cualquiera, y en este caso alguien del cual solamente conocíamos su nombre, Gabriel, y su sonrisa, la que aparecía en todas las fotografías que se habían publicado para ayudar en su búsqueda e identificación. Con solo mirarlo una vez, quedaba en el recuerdo ese niño sonriendo, hecho que provocaba en todos un deseo de esperanza a encontrarlo sano y salvo.

Desgraciadamente la historia no tuvo un final feliz. Hace unos días se encontró a la culpable del asesinato portando el cuerpo sin vida de Gabriel en el maletero de su coche. Quienes seguimos el caso en los medios de comunicación durante los doce días que duró la desaparición del pequeño, no dábamos crédito ante la noticia de que una persona cercana a la familia, fue la autora de aquel terrible episodio. Aquello despertó sin lugar a dudas conciencias, sobre todo en la dirección de pensar que el ser humano es capaz de todo; tanto de lo mejor como de lo peor que podemos encontrarnos en la vida.

Pero aún habría otro hecho que despertaría aún más las conciencias nuestras y es que, la madre del pequeño Gabriel, lejos de sumarse a las muestras de odio y rencor que circulaban por todo el país, dio una gran lección a esta sociedad sobre cómo actuar cuando una cosa terrible llega a la vida de alguien. Esa madre rota de dolor, era la que pedía a todos que no nos dejáramos llevar por la rabia. Si en este momento alguien no encuentra un ejemplo claro de la diferencia que puede haber entre el perdón y el olvido, sin duda ella, consiguió llevarlo a la práctica.

Y eso que no quiero decir que esa persona haya perdonado a la autora de ese crimen, seguro que todavía es muy pronto, y le será realmente muy difícil llegar a ese punto, pero está poniendo los medios para que en un futuro pueda conseguir hacerlo. Y perdonar no es sinónimo de olvidar, ni mucho menos. Olvidar implica borrar un registro en la memoria, y no podemos coger una goma de borrar, buscar un registro en el hipocampo o en la corteza cerebral y eliminarlo. Por eso, es antinatural pedir olvidar a otros o a nosotros mismos. 

Lo que sí se puede conseguir es que ese registro no tenga un peso mayor de lo que le corresponde. De lo contrario, la vida puede quedar esclavizada por ese recuerdo. La carga durará para siempre y eso sin lugar a dudas pasa factura e impide tener una vida equilibrada entre lo que queremos olvidar, y lo que no. 

El perdón reduce, o incluso anula, el peso negativo de las malas experiencias de la vida. El perdón sana la memoria, no la hace desaparecer. Puedes llegar a perdonar a una persona pero sin embargo, no desear volverla a ver más. Puedes llegar a tener incluso un pensamiento positivo de aquello; "Lo que pasó, pasó. Te perdono, no siento ira contra ti, no tengo odio ni ningún deseo de venganza, pero tus valores y los míos no son compatibles y eso es irreconciliable".

Olvidar no es necesariamente bueno, hay que recordar y, aún así, perdonar. El perdón libera mucho más al que perdona que al perdonado. Y a pesar de que no sea una tarea fácil, prefiero ser yo el que me enfrente a perdonar a esperar a ser perdonado. Por eso que admiro a las personas que consiguen rehacer su vida gracias al perdón, y construyendo un futuro que no sea una simple prolongación del pasado.

Parece ser que se ha demostrado científicamente que el recuerdo tiene tres elementos; el primero es un dato objetivo que ocurrió. El segundo elemento, consiste en la emoción que se experimentó en el mismo instante en el que se producía el acontecimiento. Hay un tercer elemento que es clave y que consiste en la valoración, en la interpretación que se hizo de ese hecho. El conjunto de todos ellos es lo que crea la experiencia que nos queda.

Pero claro, hay otro factor importante a tener en cuenta; el tipo de persona que vive esos acontecimientos, ya que las emociones son diferentes en cualquier ser humano. Nos pueden servir de ejemplo los casos de personas que manifestaban no poder perdonar a sus madres porque las habían abandonado en su infancia. Eso había condicionado sus vidas. Sin embrago, cuando descubrieron que la razón por la que habían sido abandonadas se debía por un hecho de supervivencia, de que no hubieran podido sobrevivir a causa de las dificultades económicas de sus madres o debido a otras razones con un peso evidente, su memoria se modificó radicalmente.

Y esa, ya es una tarea totalmente unipersonal de cada cual. Cada uno hacemos nuestra particular evaluación de lo que nos ocurre y es a partir de un cambio de interpretación, de un cambio de perspectiva acerca de lo ocurrido, como podemos liberarnos de lastres generados en el pasado, que sufrimos en el día a día y que nublan nuestro futuro.

He escuchado decir al padre de Gabriel en estos días; "Mi hijo me ha salvado la vida. Quién sabe si esa mujer no hubiera hecho lo mismo conmigo". La madre, en alguna de sus intervenciones, ha dejado entrever unos valores que lejos de la terrible tragedia, la realzan como ser humano. Sin duda, de todo esto, con la actitud de los padres de este niño, queda algo para recordar.

Casualmente, el símbolo que ha utilizado la madre en la historia de este pequeño, de todo cuanto ha sucedido, ha sido la imagen de un pez, de "un pescaito", como ella decía. Muy paradójico pues, siempre se ha hecho referencia a los peces como animales que tienen poca memoria. Pero en este caso compararse con estos animales resultaría un halago, porque, ¿y si resultase que los peces utilizan su memoria única y exclusivamente para memorizar y aprender?
  

Parece ser que un antiguo preso de un campo de concentración nazi fue a visitar a un amigo que había compartido con él tan penosa experiencia.

-- ¿Has olvidado ya a los nazis? --, le preguntó a su amigo.

"Si", dijo éste.

-- Pues yo no. Aún sigo odiándolos con toda mi alma --

Su amigo le dijo apaciblemente:

"Entonces, aún siguen teniéndote prisionero." 




Fuente de Cantos, 16 de marzo de 2018. Imagen de la película "Buscando a Nemo", utilizada en referencia a la búsqueda de Gabriel.


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