viernes, 23 de noviembre de 2018

No maten al mensajero

Hay mensajes que curiosamente no llegan a su destino porque el mensajero no es de nuestro agrado, no empatiza con nosotros o simplemente, no nos llena. Pero lo cierto y verdad que la clave está en que siempre escuchamos lo que queremos escuchar, evadiendo y cribando mensajes que no son de nuestro agrado, aunque la realidad sea muy clara y esté todo el tiempo delante de nuestras narices.

En eso pensaba hace unos días cuando, a modo de conferencia, dos payasos trataban de hacer una sesión de automotivación. Parece ser que hay dos tipos de payasos; los de nariz roja son los ingenuos, torpes y tontos. Los que se maquillan con cara blanca son los que tienen mayor rango y autoridad, son elegantes, serios y poco amigos de las bromas.

Éstos eran de los primeros y,  nada más entrar, mi sensación fue pensar que aquellos dos tipos no podrían dejar en nosotros ningún mensaje que nos "calara". Ni tan siquiera algún consejo para tener en cuenta aunque fuera a largo plazo, y vaya que si lo hicieron, además, dándole un toque de humor muy fino y adecuado a todo ese aprendizaje.

Pero lo más curioso es que todo lo que dijeron, absolutamente todo, ya lo sabía. La charla empezaba hablando de cómo ser mejor persona, pasaba a explicar cómo ser más eficaz en tu día a día para ser más feliz, y acababan dándonos una serie de consejos para ir por la vida con menos carga y así disfrutar más del viaje. Cosas sencillas y simples, incluso podrían parecer banales, pero el que fueran expuestas por esos payasos, paradojicamente causaron el efecto idóneo a pesar de que al principio, el mensajero pareciera no ser el adecuado. 

Pero mira por dónde, este lunes asistí a unas jornadas en las cuales, un espacio en la programación estaba destinado a la motivación personal. Ahí que salió un tipo vestía de manera elegante y sobria, en un gran escenario con luz y sonido espectacular, y con él, una pantalla gigante en la que resaltaba los mensajes a los que más importancia quería darle. ¿Y qué tipo de mensajes me encontré allí? Curiosamente, casi todos muy parecidos a los de la semana anterior, y si no, también esos otros podrían haber salido de la boca de aquellos dos payasos. Y no creo que nada de lo que uno y otros dijeron fuera desconocido por cualquiera de nosotros...


"Precisamente la paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y temperamentos más reducidos, carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos.

Gastamos más pero tenemos menos; compramos más pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más chicas, mayores comodidades y menos tiempo.

Tenemos más grados académicos pero menos sentido común, mayor conocimiento pero menos capacidad de juicio, más expertos pero más problemas, mejor medicina pero menos bienestar general.

Bebemos demasiado, fumamos demasiado, despilfarramos demasiado, reímos muy poco, conducimos muy rápido, nos enojamos demasiado, nos desvelamos demasiado, amanecemos cansados, leemos muy poco, vemos demasiada televisión y oramos muy rara vez.

Hemos multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valores. 

Hablamos demasiado, amamos demasiado poco y odiamos muy frecuentemente.

Hemos aprendido a ganarnos la vida pero no a vivir.

Hemos logrado ir y volver de la Luna pero se nos hace difícil cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino.

Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior.

Hemos hecho grandes cosas pero no por ello mejores.

Escribimos más pero aprendemos menos.

Planeamos más pero logramos menos.

Hemos aprendido a apresurarnos pero no a esperar.

Producimos ordenadores que pueden procesar mayor información y difundirla pero nos comunicamos cada vez menos y menos.

Estos son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta, de hombres de gran talla y cortedad de carácter, de enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales.

Hoy en día hay dos ingresos en las familias que aun tienen trabajo, pero más divorcios; casas más lujosas para quienes pueden solventarlas, pero hogares rotos.

Son tiempos de viajes rápidos, pañales desechables, moral descartable, "encuentros de amor" de una noche, cuerpos obesos y píldoras que hacen todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar...

Son tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en la trastienda.

Acuérdate de pasar algún tiempo con tus seres queridos porque ellos no estarán aquí siempre.

Acuérdate de ser amable con quien ahora te admira porque esa personita crecerá muy pronto y se alejará de ti.

Acuérdate de abrazar a quien tienes cerca porque ese es el único tesoro que puedes dar con el corazón sin que te cueste ni un centavo.

Acuérdate de decir "te amo" a tu pareja y a tus seres queridos pero, sobre todo, dilo sinceramente.

Un beso y un abrazo pueden reparar una herida cuando se dan con toda el alma.

Acuérdate de cogerte de la mano con tu ser querido y atesorar ese momento porque un día esa persona ya no estará contigo.

Date tiempo para amar y para conversar y comparte tus más preciadas ideas".

A veces hacemos caso a las personas que tienen mejor apariencia, o aquellas con las que nos sentimos más identificados. Curiosamente, también aceptamos mejor los consejos de aquellas personas que recién conocemos, que son casi extraños para nosotros, en detrimento de los consejos de quienes más nos conocen y/o aprecian. En cualquiera de los casos, siempre hay buena intención sea cual sea la circunstancia. De todas formas, "si matas al mensajero" solo por juzgar su aspecto exterior más que por los buenos propósitos con los que trae los mensajes, quizás seas tú quién acabe haciendo el payaso (pero sin nariz roja).


Monesterio, 23 de noviembre de 2018. Fotografía de Helena Rocha.
  

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