viernes, 2 de noviembre de 2018

Por quién doblan las campanas

Pienso que recordar a los muertos, puede presentar distintas fases según para cada cual. Cuando la pérdida es reciente, suele representarse con momentos de tristeza y llanto, de querer buscar la soledad y la paz interior necesaria para admitir y superar mejor esa falta.  Una vez que ha transcurrido cierto tiempo, estos momentos suelen ser de melancolía y nostalgia hacia nuestra pérdida. Se evocan momentos de fatiga pero con recuerdos cariñosos. 

Normalmente uno recuerda a sus seres queridos casi a diario, aunque hay días que son más especiales que otros. Uno de ellos es la noche de los difuntos (la noche de todos los Santos). A día de hoy la antesala de todo eso, (culturalmente hablando), se está perdiendo y está dando paso a otras costumbres, ya casi arraigadas en las generaciones venideras. A mí éstas otras, me gustan mucho menos.

Y es que la "industria cultural" norteamericana se ha encargado de difundir por todo el mundo un Halloween que ha perdido su trasfondo espiritual, y se ha convertido en una fiesta en la que imperan los disfraces, calabazas, telarañas, brujas, fantasmas, esqueletos, vampiros, zombies..., los sustos y el terror. En este sentido, con tanta cosa "artificial", se ha convertido en un día que empuja al consumo. Por eso, apoyándose en la necesidad de vender, los centros comerciales y las televisiones les prestan una gran atención y..., hemos sucumbido.

La tarde del 31 de octubre los más pequeños de la casa salen disfrazados a buscar caramelos y sustos entre sus vecinos y familiares. Ya por la noche, podemos ver a nuestros jóvenes y no tan jóvenes asistir a las cada vez más habituales fiestas temáticas de Halloween que organizan los locales de ocio aprovechando que el día siguiente es festivo y no se trabaja.

No me gusta. O mejor dicho, me quedo con las formas clásicas y antiguas de honrar a nuestros seres queridos y que ya no están (nadie más muerto que el olvidado). A pesar de que pudiera haber ciertas similitudes en todas las costumbres y formas de vivir este día, me quedo con las que he conocido de siempre. Y no es negarme a conocer otras tradiciones o culturas, pero no entiendo eso de adaptar cosas existiendo aquí otras mejores. Aunque parece ser que todas guardan ciertas similitudes con las de antiguamente.... Así, un poco de historia nunca viene mal.

"Reza el viejo refrán: -- Noviembre es tiempo de batatas, castañas y nueces --. Es decir, frutos típicos del otoño-invierno, aunque sea la castaña la que más se asocia al frío.

Además, el castaño, -- el árbol más antiguo de Europa según algunos --, tiene origen mitológico. Cuenta una leyenda romana que Júpiter se encaprichó de Nea, las más bella de las ninfas hijas de Diana, y que un día que ésta salió de caza, el rijoso Dios intentó forzar a la bella y casta Nea, pero ella prefirió morir antes de perder su virtud. Entonces, Júpiter, despechado, la transformó en un árbol de fruto espinoso -- la castaña --. De este modo, la casta Nea se convirtió en Castaña.

En la época de los romanos, y relacionado con las castañas, está el magosto, fiesta tradicional en casi toda España, cuyos elementos comunes son las castañas y el fuego. Viene de la etimología "magnus ostus", gran fuego, gran quema. Pero según otros estudios su origen se relaciona con el samain o samhaim, o noche de brujas que los celtas festejaban en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre para celebrar el fin del verano, final de su temporada de cosechas - última noche del año para ellos y el comienzo del Nuevo -, que se iniciaba con la estación oscura y el triunfo de las tinieblas.

Según se creía, esa noche los muertos caminaban entre los vivos, de ahí que para mantenerlos contentos y alejar a los malos espíritus de los hogares, las familias dejasen comida fuera de las casas como alimento para sus parientes difuntos. Era, pues, una festividad familiar, donde todos los miembros de una misma estirpe se reunían alrededor de una hoguera para cantar, bailar y arrojar al fuego productos de la cosecha anterior como ofrenda a los dioses.

Cuando yo era pequeño, la gente este día solía hacer cosas en familia, como ir al campo y pasar allí la tarde comiendo de estos frutos. Pero la mañana de la Chaquetía o fiesta de los Tosantos (como así lo llamamos aquí), la empleábamos los monaguillos y algunos amigos en pedir por las casas del pueblo lo que quisieran darnos: nueces, castañas, higos pasos, almendras, granadas, melones..., y a veces algo de dinero que se guardaba para las migas de por la noche. La gente era generosa, ya que el mensaje iba en las mismas proporciones; "Venimos a pedir para doblar a los difuntos". 

Recuerdo que subíamos al campanario, donde hacíamos la típica hoguera para asar las castañas, y comer lo que nos habían dado mientras pasábamos toda la madrugada doblando las campanas. Era curioso porque el campanario de la Torre Nueva de la Iglesia de Fuente de Cantos, tiene cuatro campanas, todas ellas con sonidos diferentes. "Dim, Dam, Dom, Dum" eran sus sonidos y, por consiguiente, cómo las llamábamos entre nosotros. 

Pero había un modo de tocarlas según el caso, para emitir un sonido característico y así la gente del pueblo quedara informado de lo ocurrido. Los campanarios principalmente sirven para anunciar el comienzo de la misa, de bautizos, bodas u otros eventos religiosos, en las cuales podía apreciarse un sonido vivo y alegre. Ahí solían sonar siempre Dim y Dam. Pero el sonido de las otras campanas intercaladas entre sí, solían anunciar cosas no tan buenas, como por ejemplo, cuando alguien fallecía. Si el fallecido era hombre, tocaba una de ellas; Dom. Y si era mujer, tocaba Dum. 

Pero la previa de los difuntos se tocaban las cuatro a la vez (también cuando había un incendio) y durante toda la noche, sin parar un instante, por eso que se necesitaban bastantes muchachos, así como bastante comida y energía para aguantar el ritual, que acababa cuando la gente se levantaba por la mañana para dirigirse a la Misa del Alba.

El ambiente creado por el sonido de las campanas y la oscuridad de la noche alumbrada por escasas y mortecinas bombillas era sobrecogedor, y más aún si había lluvia, viento o niebla, fenómenos muy corrientes en esta época del año.

Curiosamente, a la mañana siguiente, no faltaba alguien que dijera: –"Esta noche no habéis doblado todo el tiempo, os habréis dormido, porque yo me desperté a tal hora y las campanas no sonaban, encima que os di para las migas para que doblarais por mis difuntos".

Hoy día ya no doblan las campanas por nadie. No sé si eso es buena señal, pero hasta los muertos necesitan su tributo aunque sea solo una vez al año... 



La Torre Nueva, Fuente de Cantos, 2 de noviembre de 2018. Fotografía del archivo de la Mancomunidad de Tentudía.

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