viernes, 30 de noviembre de 2018

Los micromomentos

Hace pocos días acabé de ver una serie algo antigua, pero me ha encantado por el trasfondo tan actual que llevaba. Sobre todo porque a pesar de ser una serie sencilla, sin grandes recursos ni adornos, va dejando poco a poco pequeños mensajes. Finalmente tú solo vas descubriendo que, hilvanando esos mensajes, acabas consiguiendo descifrar otros muchos que hay escondidos. "A dos metros bajo tierra" es su título, y cuenta de manera sencilla pero pasional la "loca vida" de los miembros de una familia americana que dirige una funeraria en el sótano de su casa.

Parece que todos tienen ciertos problemas mentales, algunos casi esquizofrénicos, pero más tarde vas descubriendo que no dejan de ser gente como tú y como yo, aunque tan distintos como nosotros. Pero sobre todo lo que más me gustó es la repercusión que tienen unos sobres otros con pequeños actos cotidianos y como afectan a la vida de todos. Una frase, un acto cariñoso, una sonrisa, un grito, una mirada, un "hola" o un "adiós" pueden influir más de lo que pensamos. Y es que siempre, detrás de un pequeño acto, puede venir otro, y seguido a éste, otro mas..., y así encadenar muchos de ellos seguidos.

Ayer hablando sobre la adicción a las nuevas tecnologías, me vino una reflexión muy actual. Hoy en día, ya sea por nuestra conexión con las redes sociales, cada vez que tenemos un momento libre, aunque sea pequeño, lo dedicamos a mirar el teléfono. Antes de que tuviéramos teléfono móvil o dispositivos electrónicos, existían lo que denominábamos "Micromomentos", que eran esos instantes que quedaban libres entre unas cosas y otras. Ahora los dedicamos en exclusividad al teléfono.

Esos micromomentos solían estar repartidos, en primer lugar, para nosotros mismos, y el resto del tiempo para los que estaban cerca. Si lo piensas bien, han dejado de existir incluso los primeros. Habría que pensar en recuperar cuanto antes todo eso, eliminar de nuestra vida esos "ladrones de tiempo" que provocan que cada vez dediquemos menos tiempo a las cosas importantes, entre ellas, a disfrutar de esos momentos que antes disponíamos solo para nosotros y a nuestro antojo. Sobre todo, recuperar esos pequeños actos cotidianos para con los demás.

"Nada podrá desconsolarte más al final de tu vida como comprender que solo has usado una pequeña parte de tus capacidades", leí en algún sitio. Y qué cierto es...

La grandeza en la vida no está reservada a ninguna minoría de elegidos, hombres y mujeres de piel perfecta, dentadura irreprochable y regio pedigrí. En este planeta no hay seres humanos especiales. Todos podemos optar por crear una vida de grandeza mediante pequeños actos cotidianos. 

Una vida estupenda, no es más que una serie de días estupendos y bien vividos que se hilvanan como perlas de un collar. Del modo en que vives tus días, así das forma a tu vida. 

Si no lo das todo como persona, si no explotas tu potencial, te habrás traicionado y nunca podrás ser feliz. 

Volcarte cada día, por poco que sea, en la mejora continua puede cambiar tu vida. Pero también la de los que te rodean...

Para sacar lo mejor de nuestra vida no hace falta que llevemos a cabo una transformación total y absoluta, sino que basta con que nos centremos en ser un poco mejores cada día (en todos los aspectos de nuestra existencia). Dedicarnos más tiempo a nosotros, y no a un teléfono, hará que el siguiente paso sea disfrutar de los demás con esos pequeños momentos de calidad.

Haz pequeñas cosas cada día que te satisfagan, desarrolla un poco más tu intelecto, sé más cariñoso, sé más innovador, corre más riesgos, fomenta relaciones más profundas, y sueña aunque solo sea un 1% más. A base de días estupendos llegarás a una vida maravillosa. 

Si buscas a la persona que cambiará tu vida, échale una mirada al espejo y no al teléfono...


Fuente de Cantos, 30 de noviembre de 2018. Fotografía libre en la red.



No hay comentarios:

Publicar un comentario