La Rosa, celosa y aburrida, plantada sobre aquel elevado muro, la esperaba todas las tardes a la hora en que el sol resbalaba su tacto sobre la pared, a la vez que la teñía de un fuerte naranja.
La Margarita, despreocupada y risueña, bajaba por la avenida con un contoneo propio del mejor estribillo musical. Con su tallo verde y curvado, pero elegante, dejaba un rastro de optimismo allá por donde iba.
Al pasar a la altura de aquel muro, la Rosa no dudó en preguntarle de forma descarada e irónica;
"Entonces...¿qué? ¿sí o no?"
La Margarita alzó la mirada, con ese único pétalo que le quedaba y que tapaba parte de su rostro. Aún así, con ese pétalo conseguía ser la Margarita más hermosa que jamás haya existido. Ahí, no le dijo nada y continuó obviando el atrevimiento de la Rosa.
"¡Vamos!. Seguro que sabes la respuesta. ¿Será que te quiere, o no te quiere?"
Ahora la Margarita se detuvo, volvió a mirarla lanzándole una sonrisa que no merecía, y esta vez le habló guiñándole un ojo;
-- Es sólo un pétalo, pero me quiere tanto como yo a él... --
Marbella, 3 de enero de 2020. Imagen libre en la red.
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