viernes, 29 de mayo de 2020

La monja y su primavera

Hace ya algunas semanas que vengo escuchando que en mi pueblo, en Fuente de Cantos, sobre la labor de las monjas del Convento. Fabricando mascarillas, han llegado incluso a copar portadas de periódicos de tirada nacional. Un trabajo desinteresado, y que, como un colectivo más, han decidido arrimar el hombro y ayudar en estos tiempos de crisis. 

Desde que era niño, he conocido que existe este Convento de Monjas de Clausura en el centro del pueblo; Las Carmelitas Descalzas. A decir verdad, solamente sabía que dedican su vida a la oración, y que además hacen y venden dulces hechos por ellas mismas, supongo que para sufragar los gastos de mantenimiento que ocasiona su propia Orden.

Este año la primavera (en este lado del mundo), y todo lo que ha venido con ella, ha sido un poco confusa. Encerrados en casa, con menos color y alegría de lo habitual, podemos decir que ha sido una primavera extraña, que ha pasado desapercibida. Pero mira por dónde, y no sé por qué, leyendo la noticia de las monjas de mi pueblo, decidí saber qué suelen hacer además de rezar, meditar, hacer dulces y pasteles, como en el caso de las de Fuente de Cantos, o fabricar mascarillas, como están haciendo ahora. 

Y buscando y esperando encontrar algo curioso sobre ésta Orden, fue que me topé con la historia de la Hermana Lucía, de las Carmelitas Descalzas de Clausura de Málaga, y que decidió participar el pasado 21 de marzo en el "Día Mundial de la Poesía", también denominado en Europa, "Primavera de los Poetas". 

Según la hermana Lucía, una tarde, en el silencio de la oración, pensando en el dolor del mundo, llegó a su mente una frase: “Necesitamos la primavera”. De su mente, pasó a su corazón y el cielo le regaló este sencillo pero bello poema lleno de esperanza… 

Si sabrá la primavera
que la estamos esperando...

Si se atreverá a cruzar
nuestros pueblos despoblados,
colgando en nuestros balcones
la magia de sus geranios.
Si dejará su sonrisa
esculpida en nuestros campos,
pintando nuestros jardines
de verde, de rojo y blanco.

Si sabrá la primavera
que la estamos esperando...

Cuando llegue y no nos vea
ni en las calles ni en los barrios,
cuando no escuche en el parque
el paso de los ancianos,
o el bullicio siempre alegre
de los chiquillos jugando.
Si creerá que equivocó
la fecha del calendario,
la cita que desde siempre
la convoca el mes de marzo.

Si sabrá la primavera
que la estamos esperando.

Cuando estalle jubilosa
llenando de puntos blancos
los almendros, los ciruelos,
los jazmines, los naranjos,
y no vea que a la Virgen
la preparan para el Paso.
Que se ha guardado el incienso,
el trono, la cruz y el palio.
Y que Cristo, igual que todos,
está en su casa encerrado,
y no lo dejan salir
ni el Jueves ni el Viernes Santo...

¿Pensará la primavera
que tal vez se ha equivocado?

¿Escuchará los lamentos
de quien se quedó en el paro,
de quien trabaja a deshoras
por ayudar a su hermano,
de aquél que expone su vida
en silencio y olvidado?
¿Escuchará cada noche
los vítores, los aplausos
que regalamos con gozo
al personal sanitario?

¿Pensará la primavera
que tal vez se ha equivocado
y colgará sus colores
hasta la vuelta de un año?

Si sabrá la primavera
que la estamos esperando...

Que se nos prohíbe el beso,
que está prohibido el abrazo;
el corazón, sangre y fuego,
el corazón desangrado.

Si sabrá la Primavera
que ya la estamos soñando...
Asomados al balcón
de la Esperanza, esperamos
como nunca, que ella vuelva
y nos regale el milagro
de ver florecer la vida
que hoy se nos va de las manos...

¡Bienvenida, Primavera!
Hueles a incienso y a ramos,
con tu traje de colores
y los cantos de tus pájaros.
Ven a pintar de azul-cielo
esta tierra que habitamos.

¿No sentís que en este mundo
algo nuevo está brotando?
Si será la Primavera
que está apresurando el paso...


Cabeza la Vaca, 29 de mayo de 2020. Carmelitas Descalzas de Fuente de Cantos. Fotografía del Diario El Mundo.

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