viernes, 15 de mayo de 2020

La tormenta perfecta

Desde la parte más alta de la carretera, divisaba aquel hermoso pueblo. Imaginó que realmente era como un mapa, con sus líneas de colores, irregulares, pero con vida. Las calles serían las arterias por las que circularía la sangre, que es la gente. El parque, por ejemplo, los pulmones; el consultorio médico sería el corazón y el ayuntamiento, podría asemejarse al cerebro (gran imaginación la suya).

Pero luego, pensó en la cantidad de cosas que se quedaban atrás, en el aire, sin determinar, aquellas a las que darle un poco de esa vida imaginaria que estaba creando en su cabeza. Pues, ¿con qué podría ser comparada  la Iglesia? ¿Y el cuartel de la Policía? ¿Y el hogar de mayores? Tendría que volver a pensar y quizás renombrar las cosas.

Entonces empezó a llover, a diluviar, y aquel pequeño pueblo comenzó a verse borroso, no se llegaban a distinguir sus formas. Una enorme tormenta se estaba desatando sin piedad, cayendo bruscamente sobre las casas, observando cómo los relámpagos y truenos se debatían por penetrar al interior del pueblo.

Un fogonazo, milimétrico e incandescente, batió sobre el orgulloso pararrayos del ayuntamiento. Un segundo rayo, ahora más potente, entró por el costado del campanario pero salió rebotado al chocar con algún objeto metálico, posiblemente la campana, pues sonó como cuando dan la 1. Muchos más truenos caían, pero entonces comprobó, que el pueblo se había convertido en un gran pararrayo, que todo era repelido por la vida que ahí se desprendía.   

Esperó un rato a que la tormenta y la propia lluvia cesara, que lo cubría como un manto, pero la luz lejana e intermitente lo hipnotizaba. Su cuerpo estaba totalmente empapado, frío y entumecido, porque no era la típica tormenta de verano, pero sin embargo, se sentía bien.

Y ahí se quedó, inmóvil, confuso y aturdido, y con el pensamiento inicial que lo llevó hasta allí. Cuando llegue abajo posiblemente las calles seguirán siendo las arterias y el parque los pulmones. Pero, ¿y el resto de cosas?. "Bueno, -- pensó --, tal vez solo tenga que volver a imaginarlo todo tal y cómo quiero que sea".  

Ahora entendió, que la tormenta es perfecta, siempre que salgas bien de ella. Y suele serlo, cuando, aunque acabes mojado, la observas y disfrutas desde lejos...


Cabeza la Vaca, 15 de mayo de 2020. Fotografía de Jesús Apa.



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