viernes, 16 de octubre de 2020

Memoria de elefante

El político más conocido del país, sobre todo por su arrogancia y autoritarismo, salió del congreso con esos aires de superioridad, siendo quizás ajeno a tanto odio como suscitaba. Después del pasacalles, cuando iba a por su vehículo, tuvo que detenerse a que terminara de pasar el desfile de paquidermos.

Furioso por la demora, jaló con violencia el rabo del gran elefante que iba último, cerrando la fila. El gigante animal, que estaba bien amaestrado, y aunque no se dio cuenta de la presencia de aquel tipo, interpretó aquello como la orden "¡siéntaté!".

El político quedó atrapado en su trasero, quedando su cuerpo hecho añicos, con los huesos molidos y casi hubo que coger una espátula para despegarlo del pavimento. El inocente elefante, ni se percató de aquel asunto, pues acto seguido, se levantó, y continuó el desfile con el resto de compañeros.

Muchos años después, su figura sigue siendo sinónimo de buena suerte y su efigie se puede visualizar en todas partes. Hicieron lapiceros con su imagen, llaveros, peluches, hasta anuncios publicitarios... Aquel incidente, fue un antes y un después en el pensamiento de los ciudadanos, sobre todo, en lo que respecta a los políticos de esa índole y egocentrismo; ¡hay que aplastarlos!. 

Ese elefante es la viva imagen del cambio; es un ídolo. Sin embargo, el animal mira todas esas atenciones y ese baño de masas con cierta confusión, y es que, a pesar de tener una memoria prodigiosa, no recuerda de dónde viene toda aquella adulación. Sin embargo, piensa que algo bueno debió ocurrir... 

Pero en el fondo, sabe, al igual que lo sabemos los ciudadanos de a pie, que a estos políticos habría que aplastarlos...



Cabeza la Vaca, 16 de octubre de 2020. Imagen libre en la red.


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