viernes, 15 de septiembre de 2023

El cuento del mono Chicco

Como todos los días, nada más despertar, la pequeña llamaba a su monito Chico. El macaco, siempre dispuesto, nada más escuchar a la niña iba a su encuentro y subía a su hombro. Se desplazaba por su cuello y le daba besitos tronadores; ella se estremecía y sonreía feliz y el monito, se sentía dichoso.

Desde pequeñito le habían cortado la cola para que desconociera el placer de saltar de árbol en árbol. Sin embargo, de madrugada, sentía la pesadumbre de no poder hacer lo mismo que otros macacos, y amagaba con intentos de trepar a cualquier árbol y sentir de cerca el cielo.

Un día, la luna mágica de septiembre y que dice adiós al verano, hizo crecer su colita y lanzó un grito de "quiero volar". Chico estiró los brazos, abrió sus piernas y se impulsó con su cola trepando de árbol en árbol con una habilidad inusitada. Planeó por las ramas del cedro y la humedad del viento lo llenó de libertad. A lo lejos se oía el berreo del alce y el ulular de la lechuza, que lloraban su marcha.

Por la mañana, Chico comía alegremente las frutas del viejo nogal posado sobre su nueva cola. Salió con las primeras luces para perderse entre los olores del bosque y la altura de los cedros. Su curiosidad lo quiso mover más lejos, y cuando iba hacia los riscos de la montaña, sintió de pronto una mezcla de coraje e inquietud que le hizo no dudar en regresar a su morada.

No podía aceptar que otro mono le diera los besos a su ama y que ella rascara otra cabeza que no fuese la suya, azulada y fiel. En su encuentro, también con el alce y la coruja, ambos sonrieron, y entendieron que en tan solo un día, habían conocido la "saudade". 


Fuente de Cantos, 15 de septiembre de 2023. Fotografía de Helena Rocha.


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