viernes, 1 de septiembre de 2023

Gente desconocida

Cada cierto tiempo, y por circunstancias laborales, llegan distintas personas a mi vida y con las cuales, en la mayoría de los casos, jamás había coincidido. Ocupan los espacios laborales de otros que ya estaban, y estos nuevos, todos ellos desconocidos, comienzan a formar parte de mi día a día. Los que ya se fueron, en muchas ocasiones, tardo una eternidad en volver a encontrármelos, o en otros casos, desaparecen de mi entorno o bien fallecen.

Esa gente nueva, podría decirse, que es una de las partes más interesante de mi trabajo, gente nueva con las que tengo que escuchar o dialogar sobre temas de distinta índole. Y todas esas personas, sin excepción, vienen a enseñarme algo, incluso siendo, quizás durante bastante tiempo, totalmente anónimas. Y es que las personas desconocidas, siempre han despertado mi interés.

Hace unos días asistí al funeral de alguien con el que compartía una parcela de mi trabajo. Era una persona que justo acababa de jubilarse y era muy conocida en el pueblo, y que a través de su profesión, abarcaba muchos municipios de mi Comarca. Al funeral, por lo tanto, vinieron personas que tanto los familiares como yo mismo, desconocíamos, o que en algún momento los había visto pero que ya no los recordaba. Personas forasteras que trataban de quedar en un segundo plano, pero que a su vez, llamaban la atención solo por el hecho de ser alguien extraña.

Imaginé la relación de estos extraños con el difunto. Igual ese vínculo, solo lo conocían entre ellos y no tenían ningún otro amigo en común. Igual eran muy amigos y confidentes, pero pocas personas lo sabían. Para mi, eran extraños, pero igual con el fallecido, tenían sus propios secretos y confidencias.

Fue entonces, que recordé una historia que leí hace poco tiempo, y que venía a hablar más o menos de la situación vivida en ese funeral. Guardé el texto porque me parece interesante. De manera resumida, viene a decir algo así;

"En todos los entierros hay un desconocido, alguien de aire grave en quien nadie se fija demasiado, que no es de la familia y permanece todo el tiempo con las manos atrás. Siempre me había preguntado por estos seres, de dónde salían, cuál sería su vida. En los viejos álbumes de fotos de la casa de Teresa los encontré a todos retratados, uno por uno, adheridos a aquellas páginas negras. Muchas veces iba a verla. Yo era joven, ella no. Y además estaba enferma, pero su pelo olía siempre a pétalos morados y la casa entera tenía el perfume de los libros salvados de un incendio. Todo ese verano fue mi oasis de sombra. Nos acostábamos en una alcoba oscura y luego ella preparaba café. Me gustaba ir allí, era todo tan secreto... Por las ventanas, a través de una maraña de ramas muertas, podía divisarse toda una posguerra detenida. Apenas hablaba, y en cambio me enseñaba tesoros que escondía en los cajones de sus mil armarios: óleos diminutos, soldados de oro, azucareros chinos, pero sobre todo aquellas fotografías de desconocidos.

Era todo tan secreto que cuando murió nadie pudo decirme nada, y una tarde en que fui a verla a principios del otoño me encontré en el patio de la casa con una mesita de faldas negras llena de condolencias y tarjetas de visita con una esquina doblada. Me esforcé en sentir dolor, pero la sorpresa y el deseo reventado como un globo pesaban de momento mucho más.

Tras dudar un poco, decidí subir al velatorio. Quise ser el desconocido de turno en ese entierro, quizá porque estuve seguro de repente que, de ese modo, por un extraño mecanismo que nunca perseguí entender, mi imagen pasaría a formar parte de aquellos álbumes oscuros en la estantería de la sala, como una mariposa muerta. Y mi alma entonces, o algo parecido, se quedaría a descansar para siempre cerca de la alcoba, en aquella penumbra fresca con olor a agua de rosas.

A veces notaba cómo alguno de los familiares de Teresa me miraba de reojo, pero nadie se decidió a hacerme preguntas, de manera que toda la tarde pude permanecer allí, como un centinela que guarda los restos de un general acribillado, con aire grave, los ojos llorosos..., las manos atrás".


Marbella, 1 de septiembre de 2023. Imagen libre en la red.





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