viernes, 1 de septiembre de 2017

Hay un niño en la calle

"A esta hora exactamente, hay un niño en la calle; ¡hay un niño en la calle!".

"Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate."

Si uno escucha esta canción prestando buena atención a su letra, no le llevará ni un minuto en compadecerse. Pero si uno, lo que esa canción dice, lo ve, lo presencia, "casi" lo vive, no tarda ni un segundo en estremecerse. Porque lastimosamente es como siempre, que cuando las desgracias y penurias no nos tocan de cerca, las cosas no son como parecen, ni como nos la cuentan, ni tan siquiera alcanzamos a imaginarlas; resulta que son aun peor. 

"Poniéndole una estrella en el sitio del hambre,
de otro modo es inútil, de otro modo es absurdo,
ensayar en la tierra la alegría y el canto,
porque de nada vale, si hay un niño en la calle."

El hambre..., ¿y qué será eso?. No es lo contrario a la falta de alimento, claro que no. Veo que es mucho peor, porque arrastra miseria, pobreza, delincuencia..., acaba con los sueños de cualquiera, más aún de los que aun son niños. "Porque en los años la hambre, - he escuchado a veces decir a los mayores refiriéndose a aquella época de los años 40 -, eso sí que eran pasar calamidades y estar en crisis", se lamentaban. Pero aquí no parece que sean los años "la hambre"; ésta, da la sensación, que la tendrán por toda su vida.

"No debe andar el mundo con el amor descalzo,
enarbolando un diario, como un ala en la mano,
trepándose a los trenes, canjeándonos las risas,
golpeándonos el pecho con un ala cansada.

No debe andar la vida, recién nacida, a precio.
La niñez arriesgada a una estrecha ganancia.
Porque entonces las manos son inútiles fardos,
y el corazón, apenas, una mala palabra." 

El hambre y la pobreza dormitan bajo un techo de chapa, y están obsesionadas con unos niños que son huérfanos del pan, que conviven con éstas con un pijama en carne viva y los aterrorizan todas las noches. Un techo bajo el que entra un aire frío que besa la temblorosa boca de los imberbes lastimados en su estómago vacío. Sus caras entristecidas, sucias y arrugadas por sus miedos, se acurrucan en la noche donde sus sueños rotos buscan remendarse de alguna manera. Niños de dulce mirar de ojos tristes, que reprimen llorar sus lágrimas de salobre, y saben muy bien guardar las penas que les sobren. Si supieran los hombres cómo son los sueños de estos niños que se esconden....

"Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle,
que hay millones de niños que viven en la calle,
y multitud de niños que crecen en la calle,
yo los veo apretando su corazón pequeño....

Mirándonos a todos con fábula en los ojos,
un relámpago trunco les cruza la mirada,
porque nadie protege a esa vida que crece,
y el amor se ha perdido,
como un niño en la calle."

Anda la bondad de los hombres dormida y con los ojos muy pegados, sus dientes apretados y la conciencia distraída. En verdad duerme todo Occidente por dejar que cualquier niño nazca como indigente. Es la insensibilidad del rico, es la impotencia del pobre. La ambición del ser humano que no tiene ningún tope. Es de necios y mediocres, decir que así es el destino. Son los niños los hambrientos y nosotros los saciados. Anda el hombre comiéndose todo el amor que quedaba.

¡Oye, a esta hora exactamente, hay un niño en la calle. Hay un niño en la calle....!! 



Nueva Colombia, Paraguay. 1 de septiembre de 2017. Fotografía de Jesús Apa.
  


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