El joven iba varias veces al supermercado aunque no le hiciera falta. Siempre usaba el pretexto con su madre, de que había olvidado parte de la compra, y es que estaba perdidamente enamorado de la nueva cajera.
Ojos claros, pelo dorado y una sonrisa como jamás había visto en nadie.
"Nueve cincuenta", dijo sin mirarle. Y sus ojos, cayeron rodando escáner abajo. Así fue él quien la miró de soslayo ¿Bolsa? Sí, gracias.
"Hasta pronto, pequeño". Aquello lo hizo ruborizar, porque nunca se había dirigido así a él. ¿Sería una señal?
Salió a la calle nervioso y, a tientas, mientras luchaba por llegar a casa, descubrió algo de más entre la compra. El mejor regalo. Allí estaban sus besos envasados al vacío.
Cabeza la Vaca, 2 de septiembre de 2022. Imagen libre en la red.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario