viernes, 27 de diciembre de 2024

Microrrelato; Compañeras de cuarto

En el viejo sillón María recostaba su espalda, mientras que Soledad se sentaba en el borde de la cama cada noche. No hablaba, más su presencia era un peso constante sobre los hombros de ella. Tristeza llegaba más tarde, siempre con los ojos húmedos y un murmullo que apenas podía escucharse.

-- Aquí estamos otra vez --, dijo Soledad con un susurro, que sonaba más a constancia que a reproche.

María no respondió. Apenas tuvo fuerzas para apartar la mirada de las paredes que ya conocía demasiado mientras observaba de reojo a Tristeza, con su paso lento y arrastrado, dejando un rastro de melancolía en cada esquina de la habitación. Traía consigo ese aroma a lluvia reciente y un murmullo constante, como un río que no cesa.

—Nunca se van — pensó en voz alta María, apretando los brazos del sillón con fuerza.  

Ambas se miraron. No hicieron ademán de marcharse. María tampoco lo pidió.  

Al amanecer, Esperanza tocó la puerta, pero ninguna de las tres se levantó para abrirle.


Santana do Livramento, Brasil, 27 de diciembre de 2024. Imagen libre en la red.


viernes, 20 de diciembre de 2024

Sobre los finales

En un rincón tranquilo de una pequeña ciudad inglesa, Diana observaba cómo las hojas de otoño caían lentamente desde su ventana en el hospicio. Había decidido que aquel sería el lugar donde enfrentaría el final, rodeada de serenidad. Mientras las enfermeras pasaban por su habitación con sonrisas gentiles, Diana dedicaba su tiempo a escribir cartas. Cartas para sus amigos, cartas para una amiga que vivía en la distancia, y una última carta para ella misma, donde dejaba constancia de que, incluso en la inminencia de la muerte, había encontrado la paz al saber que no estaba sola. "La vida no es solo lo que vivimos, sino lo que dejamos en los corazones de los demás", escribió antes de apoyar la pluma por última vez.

En otro lugar de cualquier otra ciudad, Sonia, una mujer de mediana edad, viajaba en una ambulancia con un equipo médico que trataba de mantenerla estable. Había perdido la batalla contra un cáncer agresivo, pero no su sentido de propósito. Mientras la ambulancia atravesaba las calles, se inclinó hacia su teléfono y decidió gastar un tiempo valioso con el mismo que nunca lo había considerado como tal; comprar por Amazon. Perplejos, pero conmovidos, sabiendo los presentes qué estaba haciendo, guardaron silencio dentro del vehículo. Desde la camilla, con apenas fuerzas, Sonia eligió cuidadosamente regalos: una bufanda para su esposo, un pequeño juguete para su sobrino, y una libreta para su mejor amigo, que siempre hablaba de escribir un libro. "No sé si llegaré a verlos abrirlos", dijo con una sonrisa débil, "pero quiero que sepan que pensé en ellos hasta el final".

Mientras tanto, en un pequeño pueblo de Brasil, João, de 93 años, ataba con cuidado sus desgastadas zapatillas de correr. Todos los días al amanecer, salía a las calles, sus pasos marcando el ritmo de un corazón que, aunque viejo, aún latía con fuerza. Sus vecinos lo observaban con admiración y desconcierto. "¿Por qué sigues corriendo, João, si sabes que te queda poco tiempo?", le preguntó un joven una mañana. João, con los ojos brillando de alegría, respondió: 

"No corro porque quiera vivir más; corro porque mientras mis pies toquen el suelo, estoy vivo. Y vivir es todo lo que importa". 

Tres vidas, tres despedidas. Diana encontró en las cartas una manera de perpetuar su memoria, Sonia dejó un legado de amor en forma de regalos, y João transformó sus últimos días en un tributo al presente. Sus caminos nunca se cruzaron, pero compartían algo esencial: cada uno eligió cómo enfrentaría el final. 

El viento tropical soplaba fuerte esa noche, como si las almas de Diana, Sonia y João se hubieran unido en un solo susurro, recordando al mundo que, aunque el final es inevitable, la forma de vivirlo es lo que nos define.


Florianópolis, Brasil, 20 de diciembre de 2024. Fotografía de Jesús Apa.



viernes, 13 de diciembre de 2024

Microrrelato; Julián el gafe

Este año la comida de Navidad tocó el viernes 13, y aquello para Julián era un enorme problema; siempre había sido un hombre práctico, pero supersticioso. Cuando vio el calendario marcando ese día y número, decidió que no iba a arriesgarse: puso la excusa en el trabajo de que se encontraba mal y planeó quedarse todo el día en casa.

Es verdad que Julián siempre había tenido una relación conflictiva con el calendario. No importaba cuánto se esforzara, la mala suerte lo encontraba como un GPS con batería infinita. Pero al ver señalado para esa cita el número 13, tomó una decisión radical: 

"Si no salgo, no pasa nada. La mala suerte no me encontrará si no le doy la oportunidad", pensó, orgulloso de su estrategia.

La mañana empezó con optimismo. Hizo café, pero al primer sorbo, notó un sabor extraño. Revisó la cafetera y encontró un calcetín. “¿Cómo demonios...? Da igual, no pasa nada”, se consoló, mientras preparaba un té... que resultó ser sopa instantánea de cebolla..

Decidió desconectarse viendo televisión, pero cada canal parecía sincronizado para fastidiarlo: uno emitía un documental sobre lombrices, otro una maratón de infomerciales de sartenes indestructibles, y el último, una telenovela donde todos los personajes tenían su nombre. “¿Por qué todos se llaman Julián?”, murmuró inquieto.

"No importa, es solo un día", se repitió. Decidió entonces ordenar pizza para darse un gusto, pero el repartidor confundió su dirección y terminó entregando el pedido a su vecino, que además era intolerante al queso y no dudó en llamar para reclamar.

Finalmente, cuando la noche cayó, Julián decidió irse temprano a la cama, convencido de que al menos ahí estaría a salvo. Sin embargo, olvidó que había dejado un libro enorme en el borde de la cama, y al tirarse, se lo estampó en la cara.

"Creo que el viernes 13 tiene sentido del humor", masculló, mientras se ponía una bolsa de hielo en la frente. 

Y así, Julián aprendió que la mala suerte no necesita buscarte... ¡tú mismo puedes invitarla a casa sin darte cuenta!



Fuente de Cantos, 13 de diciembre de 2024. Imagen libre en la red.


viernes, 6 de diciembre de 2024

Microrrelato; La "Pronstitución"

Hoy 6 de diciembre, es el día de la Constitución en España. Como norma, me parece algo muy necesario para la organización de un estado. Lo que realmente me da pena, es cómo los políticos de hoy en día giran alrededor de algo que no les gusta, y deciden saltarse y vulnerar cualquier ley sin escrúpulos. 

Aunque con estas cuestiones ya me extraño poco, sí que me parece asombroso como, a pesar de mentiras o mensajes vacíos, siempre, los políticos salen airosos.

Para explicarlo mejor, una metáfora tal que así;

En un pequeño pueblo, el alcalde organizó una gran rueda de prensa para anunciar su promesa estrella: 

"¡Prohibiremos los giros de 180 grados en nuestras políticas! ¡Siempre avanzaremos en línea recta hacia el progreso!". La multitud aplaudió con fervor, emocionada por la claridad y firmeza de su discurso.

Al día siguiente, cuando le preguntaron por qué había inaugurado una rotonda en el centro del pueblo, respondió con tono solemne: 

“Esto no es un giro, es un movimiento circular inclusivo. Aquí todos pueden girar, pero siempre hacia adelante… aunque sea en círculos”.

Desde entonces, cada vez que un ciudadano preguntaba por los avances del gobierno, el alcalde respondía con entusiasmo: 

“¡Estamos en el centro de todo! Literalmente”


Marbella, 6 de diciembre de 2024. Imagen libre en la red.


viernes, 29 de noviembre de 2024

Microcuento; Papá Noel yogui

A un mes de Navidad, Papá Noel no daba señales de vida en el taller. Mamá Noel lo encontró sentado en posición de loto, rodeado de incienso y sus renos haciendo fila para recibir reiki.  

—¿Qué estás haciendo, Claus? ¡Es noviembre y los juguetes no se fabrican solos!  

"Marta" — dijo él, con voz pausada—, "estoy encontrándome a mí mismo. Nadie cree en mí ya… pero yo tampoco me creo."  

Preocupada, Mamá Noel no insistió. Durante las semanas siguientes, Papá Noel se inscribió en un retiro de meditación intensiva. Practicó yoga, probó batidos verdes (aunque seguía añadiendo un poquito de chocolate), y compró un atuendo nuevo: mallas ajustadas de colores brillantes y una cinta para el pelo que decía “Ho Ho Ommm”.  

Cuando llegó la Nochebuena, Papá Noel se presentó en el establo con su nueva energía zen. Los duendes y renos lo miraron atónitos.  

—¿Dónde está tu traje rojo? —preguntó un duende.  

"El traje rojo ya no define mi esencia. Este año, entregaremos regalos con calma, aceptación y plena conciencia" —respondió, mientras hacía una postura del árbol sobre el trineo.  

Al llegar al primer hogar, un niño lo vio entrando por la chimenea en mallas y gritó:  

-- ¡Mamá, el profesor de pilates nos está dejando regalos! -- 

Papá Noel salió corriendo de la casa con la dignidad tambaleante, pero en su interior sonrió. Por primera vez en siglos, no le preocupaba lo que pensaran. Esa Navidad fue la mejor en años: menos chimeneas estrechas, más flexibilidad... y cero indigestión por galletas.  


Colmar, Alsacia. 29 de noviembre de 2024.


viernes, 22 de noviembre de 2024

El hilo invisible

Lo cierto y verdad, que la historia del hilo invisible me sorprendió mucho, y si alguna vez había escuchado algo relacionado con ello, es ahora cuando más sentido ha tenido para mí. Desconocía que un hilo invisible nos une a nuestros hijos, que ese enlace es real, que se siente, e incluso, llega a ser el apéndice más firme y seguro al que jamás puedas sostenerte.

Normalmente, con cualquier historia que lees o escuchas, es posible sacar un pequeño cuento...

En una pequeña ciudad que siempre miraba al Sur, vivía Sofía, una niña de cabello alborotado y ojos llenos de curiosidad. Cada noche, antes de dormir, su madre le contaba un secreto que había pasado de generación en generación en su familia: “Hay un hilo invisible que nos une. No importa dónde estés, si lo necesitas, solo tienes que tirar de él, y yo lo sentiré”. Al principio, Sofía pensaba que era un cuento, una fantasía para consolarla cuando tenía miedo a la oscuridad. Pero con el tiempo, empezó a creer en aquella magia sencilla y reconfortante.

Cuando Sofía cumplió diez años, su madre tuvo que marcharse a trabajar a otra ciudad, y     que es posible, que estuviera a  kilómetros de distancia y mirando al norte. Las despedidas eran difíciles, cargadas de abrazos que no querían soltarse. Pero antes de subir al tren, su madre le susurró al oído: “Recuerda, mi amor, el hilo sigue ahí. Si alguna vez te sientes sola, solo tira un poquito, y yo estaré contigo”. Con los ojos empañados, Sofía asintió, apretando el collar que su madre le había regalado, un pequeño amuleto en forma de corazón que simbolizaba el vínculo entre ambas.

Una noche, mientras la tormenta rugía fuera de la ventana, Sofía se acurrucó en su cama, abrazada a su oso de peluche. Se sentía perdida. Había tenido un mal día en la escuela; sus amigos parecían tan lejanos como su madre, y la nostalgia era un nudo en su garganta. Cerró los ojos y, entre sollozos, susurró: “Mamá, necesito que me ayudes”. En ese instante, recordó el hilo invisible. Con todo el amor y la fuerza que pudo reunir, tiró de él, como si con ello lanzara un grito silencioso al universo.

Al mismo tiempo, en la ciudad lejana, la madre de Sofía sintió un ligero tirón en el corazón. Sin entender por qué, dejó lo que estaba haciendo y tomó su teléfono. “Sofía, cariño, ¿estás bien?” La voz cálida al otro lado de la línea hizo que las lágrimas de Sofía se convirtieran en una risa temblorosa. “Te sentí, mamá”, dijo entre suspiros. “Sabía que vendrías”. Aunque la distancia seguía siendo la misma, el peso de la tristeza se disipó como niebla al sol. Esa noche, Sofía se durmió tranquila, sabiendo que el hilo era real.

Años más tarde, cuando Sofía ya era adulta y enfrentaba nuevos desafíos lejos de casa, la tradición continuaba. Ahora, cuando su madre estaba sola, sentada en el porche con las estrellas como compañía, también tiraba suavemente del hilo invisible. Y aunque Sofía no siempre podía responder con una llamada o un mensaje inmediato, en su pecho sentía un leve calor, un recordatorio de que el amor, cuando es genuino, trasciende cualquier distancia. Porque los hilos invisibles no se rompen; son el puente eterno entre los corazones que laten juntos.

Es posible que esto parezca una metáfora escondida en un cuento, pero yo personalmente, estoy construyendo mi hilo invisible para cuando mi hija lo necesite...


Fuente de Cantos, 22 de noviembre de 2024. Imagen libre en la red.



viernes, 15 de noviembre de 2024

La vida como un árbol

Ayer me envió Helena un video que me hizo reflexionar sobre la propia vida. A veces, me manda algún enlace interesante sobre la crianza de nuestra hija, más en la mayoría de las ocasiones, yo trato de trasladarla con mi vida propia interconectada a la de Catarina.

En esta ocasión, el video trata sobre la interconexión de la vida entre padres e hijos, o quizás también entre las anteriores generaciones nonagenarias, en comparación del significado de un árbol. Esa travesía de la vida, que al igual que el árbol, está compuesto de raíces, que te fijan a la tierra o al lugar de donde vienes, las ramas, que te dejan entre dos mundos, y las hojas, que se asemejan a tus alas para salir y buscar tu vida.

El pasado fin de semana fuimos en un viaje fugaz a Londres, para encontrarnos con la madre de Helena. Hacía meses que no veía a su nieta, y el encuentro se antojaba emocionante. Y así fue. Ambas, abuela y nieta, se encontraron en un fuerte abrazo frente al Palacio de Buckingham. Aunque solo compartieron unas horas, fue suficiente para hacerme reflexionar sobre las conexiones de la vida, relacionando el momento vivido con la metáfora anterior del árbol.

De ese viaje a Londres, nace este cuento...

"En un rincón de un vasto bosque, había un árbol anciano y robusto, sus raíces profundamente ancladas en la tierra. Llevaba años ahí, resistiendo vientos y tormentas, y en cada una de sus raíces, se encontraba un recuerdo: los primeros pasos de sus hijos, los días de sol compartidos bajo su sombra y las noches silenciosas en que sus ramas alzaban al cielo un suspiro de esperanza.

Sus raíces, fuertes y firmes, se enterraban cada vez más profundo, pero siempre con una dulzura que contenía historias de generaciones. Sabía que era su papel: estar ahí, inmóvil y eterno, para aquellos que alguna vez lo necesitaran.

Un poco más arriba, en sus ramas, se encontraban sus hijos. Ellos no estaban tan anclados como él; tenían la flexibilidad de moverse, de balancearse al ritmo de la vida. Aunque sus raíces también los unían a la tierra, sus ramas se alzaban hacia el cielo, atrapando sueños y pequeños rayos de sol. Estaban entre dos mundos, sabiendo que pertenecían a ese suelo firme, pero con la tentación constante de mirar más allá, hacia el horizonte.

Finalmente, en sus hojas, el árbol veía a sus nietos. Cada una de esas hojas, verde y brillante, era como un pequeño susurro de libertad. Ellas se balanceaban con el viento, coqueteaban con la idea de volar lejos. Y aunque el árbol sabía que algún día se desprenderían para seguir sus propios caminos, no sentía tristeza. Sabía que, en algún rincón del mundo, esas hojas encontrarían nuevos suelos, nuevos árboles. Llevaban en su savia una pizca de todas sus raíces, de todas sus ramas, de toda la vida que el árbol había guardado y cuidado en silencio.

Y así, cada otoño, el árbol despedía algunas de sus hojas, observando cómo se iban, en paz, flotando hacia sus propios destinos. Porque él sabía que en el ciclo de la vida, cada hoja que se va, deja espacio para una nueva. Y que, mientras sus raíces siguieran firmes en la tierra, nunca dejaría de ofrecer su sombra, su abrigo, y su amor a las generaciones venideras."

Dedicado a Eleonora, por regalarnos este maravilloso momento!


Eleonora y Catarina, Londres. Noviembre de 2024. 15 de noviembre de 2024.


viernes, 8 de noviembre de 2024

Microrrelato; La dieta perfecta

Después de intentar todas las dietas posibles y fracasar en cada una, Federico descubrió la única dieta infalible.

"¿Quieres saber mi secreto?", le dijo a su amigo, orgulloso.

-- ¡Claro! --, respondió el otro ansioso.

"Muy fácil: me como todo lo que me da felicidad... y, cuando me pesa la conciencia, hago diez minutos de meditación.

Dicen que desde entonces, Federico no ha perdido ni un gramo, ¡pero vive en paz!


Marbella, 8 de noviembre de 2024. Imagen libre en la red.


viernes, 1 de noviembre de 2024

Cuento; La calabaza mágica

Hace ya algún tiempo, en un pueblo pequeño y lleno de magia, cada Halloween aparecía una calabaza especial en el centro de la plaza. No era una calabaza común y corriente. Se decía que solo aquellos niños que creían en la importancia de recordar a sus antepasados podían verla y escucharla hablar.

La noche de los difuntos, Mateo y Carmen, dos hermanos curiosos y con gran imaginación, estaban en la plaza admirando las decoraciones. La luna brillaba en el cielo y las hojas caían suavemente, creando una alfombra de colores dorados y rojos bajo sus pies. De repente, Carmen se acercó a la calabaza más pequeña, que sin embargo parecía brillar más que las demás.

Cuando puso su mano sobre ella, una voz suave y amigable susurró: 

-- “Hola, pequeña Carmen.”--

La niña dio un pequeño brinco, sorprendida. 

“¡Mateo! ¡La calabaza me habló!”

Mateo se acercó, dudando un poco, y le dio un golpecito a la calabaza. Había silencio. Pero cuando cerró los ojos y pensó en su abuela, que siempre les contaba cuentos sobre sus antepasados en este día tan especial, escuchó la misma voz.

“Hola, Mateo. Gracias por recordarme. ¿Les gustaría escuchar una historia?”-- preguntó la calabaza con un tono cálido y acogedor.

Los niños asintieron con entusiasmo, y la calabaza comenzó a contarles una historia sobre su propio pasado: ella había sido sembrada hace muchos años por una anciana llamada María, quien siempre honraba a sus propios antepasados con dulces, flores y cuentos cada Halloween. Con el paso de los años, la calabaza fue guardando todas esas historias, las risas y los recuerdos. Y así, se volvió mágica.

La calabaza les contó que, cada Halloween, despertaba para hablar solo con aquellos que apreciaban el valor de recordar a sus seres queridos. Al recordar sus historias, el espíritu de sus antepasados vivía en cada calabaza, en cada flor, en cada estrella que brillaba en el cielo.

Mateo y Carmen escuchaban fascinados. Cuando terminó, la calabaza les dijo: 

“Nunca dejen de recordar a los que estuvieron antes de ustedes. Mientras los recordemos, nunca se irán del todo.”

Al día siguiente, los niños decidieron hacer una pequeña celebración en casa; sacaron nueces y castañas asadas, todo tipo de dulces adornados con velas y fotos de sus abuelos y bisabuelos. Contaron historias sobre ellos y hasta hicieron unos dibujos de la calabaza mágica para recordar la experiencia. Y cada Halloween, desde entonces, Mateo y Carmen volvieron a la plaza para escuchar una nueva historia de la calabaza de los recuerdos.


Calabaza de Catarina. Marbella, 1 de noviembre de 2024. Fotografía de Jesús Apa.


viernes, 25 de octubre de 2024

Microrrelato; una de brujas

La bruja Brígida miraba su escoba con fastidio. Una escoba modelo 1600, chirriante y sin etiqueta cero. Años atrás volaba libremente por cualquier ciudad, pero ahora, en cuanto se acercaba a una urbe, le caían multas del Ministerio de Movilidad Mágica.

—¡Esto es una injusticia! —refunfuñó, mientras pegaba con cinta una hoja que decía “Cero Emisiones”. 

Intentó volar sobre la Gran Avenida de las Sombras, y en menos de un minuto, un hada de tránsito le cortó el paso.

—Señora, sin la etiqueta oficial, tendrá que aterrizar.

Brígida bufó, sacó su vieja bicicleta encantada del granero y partió, con sombrero, verruga y todo, pedaleando cuesta abajo.

Desde entonces, la conocen como “La Bruja Ecológica”… aunque en las noches de luna llena, extraña su vieja y contaminante libertad.


Marbella, 25 de octubre de 2024. Imagen libre en la red.




viernes, 18 de octubre de 2024

Microrrelato; Sombras invisibles

Despertó un día con el alma pesada, como si una sombra se hubiera posado sobre su pecho durante la noche. No había motivo, ni recuerdo, ni dolor aparente que lo explicara, solo un silencio que lo envolvía todo. Las risas a su alrededor se sentían lejanas, y aunque trataba de alcanzarlas, sus manos siempre caían vacías.

Era una tristeza sin nombre, una que no anunciaba su llegada, pero que se quedaba sin permiso, escondida entre los pliegues de la rutina. Aún así, había pasado por lo mismo otras veces y sabía que la alegría, siempre la había encontrado dentro de sí mismo, oculta en algún rincón, esperando a ser descubierta. Lo entendía, pero el saberlo no aligeraba el peso de esa tristeza, que insistía en quedarse, como si no quisiera soltar su abrazo.

Entonces pensó, que solo era cuestión de deshojarse de ella, al igual que el árbol se desnuda todos los otoños para resurgir más frondoso que nunca...


Fuente de Cantos, 18 de octubre de 2024. Imagen de IA.


viernes, 11 de octubre de 2024

Microrrelato; Lluvia y fuego

El murmullo constante de la lluvia golpeaba las ventanas, como si la naturaleza contara una historia interminable. En el interior, la chimenea crepitaba suavemente, sus llamas danzando al compás de una melodía de piano que flotaba en el aire. Cada nota parecía fundirse con el calor del fuego, llenando la habitación de una tranquilidad palpable.

A su lado, su hija dormía, acurrucada bajo una manta, el rostro sereno, ajena a la tormenta que azotaba el mundo exterior. Había pasado incontables tardes así, entre la lluvia y el vino, siempre sintiendo una especie de paz efímera. Pero esta vez era diferente. Esta vez, el peso de ese instante parecía anclarse en su alma, como si la presencia de su hija le hubiese dado un significado que antes no alcanzaba a comprender.

Observó las pequeñas manos que alguna vez había sostenido con fuerza, y de pronto sintió que cada gota de lluvia afuera era un latido de los años que se habían escapado. Había vivido muchos momentos así, pero ninguno como este. Nunca el calor del hogar y el sonido del piano habían estado tan llenos de vida, de amor, y de una melancolía que ahora entendía mejor que nunca. 

El fuego seguía ardiendo, la lluvia no cesaba, pero todo, de alguna manera, era más profundo, más real. Sabía que recordaría este día cuando la música cesara y el fuego se apagara, porque por primera vez, lo había compartido con la persona que más le importaba en el mundo.



Cabeza la Vaca, 11 de octubre de 2024. Fotografía de Jesús Apa.



viernes, 4 de octubre de 2024

Microrrelato; la soltería

El tarro de sal abierto, el trozo de carne en el plato, la pieza de fruta por comer, la gota de miel en la encimera, los granos de azúcar que han caído accidentalmente al suelo.

La nevera por reponer, la colada por hacer, la ropa por planchar, el libro por cerrar y quizás, un poco de desorden asomándose al balcón. 

Caminando tranquila por la casa, como si no tuviera responsabilidad alguna en ésta. Sin embargo, su soltería, feliz de convivir de nuevo con ella...


Fuente de Cantos, 4 de octubre de 2024. Imagen creada con I.A.


 

viernes, 27 de septiembre de 2024

Microrrelato; hacia atrás

Cuando nació mi hija, el tiempo empezó a deshacerse. Al principio, no lo noté. Los días seguían su curso, pero las arrugas en mi rostro parecían suavizarse, y las canas desaparecían de a poco. El día que cumplí 48, me miré al espejo y vi al joven que solía ser. Cada año que ella crecía, yo retrocedía. Ahora, con ella corriendo por el jardín, mi cuerpo ha vuelto a ser el de un niño. Me pregunto cuánto tiempo más quedará antes de que deje de recordar qué es ser padre, o peor, de quién soy.

Lo cierto y verdad, es que el mejor regalo de todos los cumpleaños posibles, me mira cada día con una sonrisa...


Cabo de Gata, Almería. 27 de septiembre de 2024. Imagen creada con I.A.


viernes, 20 de septiembre de 2024

Microrrelato; la hiedra

La hiedra trepaba por las paredes de su hogar, aferrándose a cada grieta, enredándose en los rincones olvidados. Así era su matrimonio: al principio, joven y verde, parecía sólo un adorno, una promesa que decoraba su vida. Pero con el tiempo, las raíces se hundieron más hondo, y los tallos, antes delicados, apretaban cada vez más fuerte. No sabían cuándo el amor dejó de ser refugio para volverse jaula, cuándo la hiedra pasó de embellecer a asfixiar. 

Pero seguía creciendo, como si ese abrazo, por tóxico que fuera, ya no supiera cómo soltarse. Solo se adivina cuándo ha pasado el otoño porque el matrimonio se ilumina fugazmente de un resplandor amarillo...


Fuente de Cantos, 20 de septiembre de 2024. Imagen libre en la red.






viernes, 13 de septiembre de 2024

Microrrelato; La creación

Según el relato bíblico del Génesis, Dios creó el Universo; el todo, de la nada. Durante cinco días trabajó incansablemente para poner orden en lo creado. El sexto día, creó al hombre; el único ser de la creación hecho a su imagen y semejanza, y destinado a dominar el resto de la creación.

El séptimo día, que decidió descansar, aún no había acabado la jornada, cuando ya se lamentaba de aquel error... 


Marbella, 13 de septiembre de 2024. Imagen creada con IA.


viernes, 6 de septiembre de 2024

El paracaídas

Cuando uno está al límite y estresado, lo primero que piensa es en mandar todo al carajo. Cualquiera en la misma situación podría, desde el borde del avión, lanzarse al espacio abierto, buscando algo parecido a una sensación de paz que le invade el cuerpo y el espíritu; en ese preciso instante de vida, le llega la compasión, el amor por la humanidad, sin detalles, sin nombres concretos; la anhelada libertad. Se siente un gran alivio por recibir de golpe, aquello que parecía escondido y que antes le faltaba.

Sin embargo, cuando el paracaídas se abre, sus pensamientos se detienen, respira profundo y vive, porque a la hora de la verdad, si algo le sobra, es una tremenda vocación para vivir. 


Fuente de Cantos, 6 de septiembre de 2024. Imagen creada con IA.




viernes, 30 de agosto de 2024

La vida

Digamos que la vida, pudiera ser un árbol que se balancea por la fuerza del viento. Una "mangifera indica". Algunos mangos caen, estrellándose en las piedras del río. Después, la corriente los arrastra entre hojarasca y palos. Una porción se va adaptando, volviéndose agua, piedra, aire... Otros en cambio, quedarán entre las zarzas, cubiertos de lodo, a un lado de los sapos que en la noche, charlarán de sus cosas con la luna, siendo ésta siempre inalcanzable.

Digamos que la vida, algunas veces, es como una inmensidad que te atrapa como un viento fastidiado, que te envolverá a su antojo y jugará contigo hasta aburrirse. Y años después, sin esperarlo, dos mangos adolescentes apuntarán con sus espigas al cielo, darán fruto al pájaro y cobijo a la luna, esta vez enamorada de los sapos.

Digamos que la vida, es como si el cielo fuera un racimo pesado de luces y oscuridades.


Marbella, 30 de agosto de 2024. Imagen libre en la red.


viernes, 23 de agosto de 2024

El tío Ambrosio

El tío Ambrosio se solía morir dos veces al día. Una, con mi arco de apache cuando entraba en casa todas las mañanas, y otra, con la espada de mi hermano todas las tardes cuando llegaba del cole y se vestía de pirata.

Al final del día, mi hermano y yo siempre discutíamos sobre con quien moría mejor; para mí, no había punto de comparación. Yo, que iba vestido de piel roja, con mis plumas y todo, acertaba siempre con mi arco, y caía para atrás desplomado, poniéndose la mano en el pecho y haciendo el gesto como que mi flecha lo había atravesado.

En cambio, ni la espada de mi hermano era de la época pirata, ni solía nunca darle un golpe certero como para que muriera de la forma que lo hacía, que era encorvado y cayendo poco a poco al suelo. En cambio mi madre, siempre decía que solía morirse igual de bien con los dos.

Pero eso ocurrió esta mañana, cuando un coche lo lanzó por los aires mientras se dirigía a nuestra casa a recogernos para ir al cole. Mientras nosotros, desde la puerta, saltábamos y aplaudíamos como nunca.


Marbella, 23 de agosto de 2024. Imagen libre en la red.


  

viernes, 16 de agosto de 2024

Las vacaciones

Cuando estoy de vacaciones, mi descanso suele llevarse mal con mi conciencia. Mi rutina suele ser la de recostarme bajo un frondoso castaño, y mientras siento el viento fresco de la montaña, diviso el camino. Ahí van los arrieros con su mula cargada de paja, que llevan al pastor que hay más abajo, que ayuda a descargarla para alimentar sus ovejas.

Se ve al aguador, que acarrea los cántaros desde la fuente para dar de beber al ganado. Aunque hace unos días que hubo tormenta, gracias a la humedad, los más viejos del lugar, salen al campo a buscar y cortar los primeros boletus, que venden en el mercado del pueblo.

Así son mis vacaciones; el trabajo está en cualquier lugar que ponga mis ojos. Yo lo veo desde esta loma y nunca me canso de mirarlo.


Marbella, 16 de agosto de 2024. Fotografía de Jesús Apa.

viernes, 9 de agosto de 2024

El señor Don Gato

Dice la canción, que estaba el señor Don Gato, sentadito en su tejado..., pero en mi cuento, el gato estaba adormilado y le entró sed en la profunda noche. Se acercó a tumbos y con el fatigante calor a beber de la piscina. Olisqueó y le llegó el aroma del cloro, que se dispersó por su nariz. 

De repente, en su reflejo, vio su nacimiento y la destrucción de sus seis vidas. Angustiado, salió corriendo para entrar en casa, buscó a su dueño y se enroscó sobre él.

Al despertar, estaba de nuevo el señor Don Gato, sentadito en su tejado, pensando si aquello se trató de un sueño o en verdad, solo le quedaba una vida. Por lo pronto, sería prudente y no bebería más el agua de la piscina...


Cabeza la Vaca, 9 de agosto de 2024. Fotografía de Jesús Apa.



viernes, 2 de agosto de 2024

Pesca nocturna

En una noche cualquiera de verano, tras una larga y placentera siesta, Don Luis salió a pescar, y aunque el río estaba manso, iba arrastrando hojarasca de la tormenta de la noche anterior.  También unos barcos de papel, que unos niños soltaron al agua y no habían naufragado aún. Con la caña, llevaba su habitual botella de vino para estas ocasiones, no sea que la jornada resultara aburrida.

Tras varias horas pescando, ni con buen cebo logró que un pez ensartara en el anzuelo. Había prometido llevar peces para la cena, y su mujer aguardaba con impaciencia y mucho apetito, pues no había nada en la alacena desde hacía días. Dio el último trago a la botella de vino, y se rascó la cabeza, como meditabundo.

De repente, un pez navegó en su imaginación, ni corto ni perezoso volteó sobre sí la caña, y la lanzó, enganchando una enorme pieza en el anzuelo. Luchó como un jabato contra tal pez, que a lo poco rondaría los treinta kilos. Lo mantuvo en jaque por unos largos minutos, hasta que dejó agotada a su caza. Recogió hilo, y regresó a casa feliz de atrapar tal bocado. 

No hubo cena, obviamente, porque "aunque la imaginación no alimenta el cuerpo, sí en cambio el alma", como así le dijo a su esposa, ya un poco ebrio... 


Marbella, 2 de agosto de 2024. Imagen libre en la red.



viernes, 26 de julio de 2024

Microrrelato; el chisme

Después de consultar a los mejores profesionales, leer libros de sociología y hacer diferentes experimentos en todos los colectivos sociales, llegaron a la conclusión, que para esparcir un rumor, desprestigiar a políticos o difundir como la pólvora un secreto prohibido, el "No se lo digas a nadie", es el difusor más eficaz...


Marbella, 26 de julio de 2024. Imagen libre en la red.



viernes, 19 de julio de 2024

El aviso

Hace ya unos meses, me encontré un aviso en un cartel, que decía así;

"He perdido a mi gato. Se llama Cristobal, es sordo, pero es capaz de leer los labios. Si por favor, alguien lo encuentra, llame al teléfono 665 555 434. Se recompensará".

Entonces, de repente, me puse a pensar en voz alta, pero al percatarme de ello, me tapé rápidamente la boca;

"Con lo mal que estoy ahora económicamente, a veces siento cierta tentación...."

Cristobal me miraba, como tratando de entender las palabras que salían de mi boca...


Fuente de Cantos, 19 de julio de 2024. Imagen libre en la red.




 

viernes, 12 de julio de 2024

Desde que existes

Siempre te busco para contarte algo al oído, para que me prestes atención. Cualquier cosa; por ejemplo, contarte sobre el rayito de sol que atraparon mis dedos esta tarde, o de la breve lluvia que de pronto la borró. Las ráfagas de sonrisas que me lleguen cuando, en mi frenética vida, caigo en la cuenta de que tengo que parar, y pensar en ti.

Entonces, al oido, también te confieso que hoy la luna solo salió para nosotros, que ha jugado a ser mi compañía, mi manta, tu mano en mis noches vacías. Decirte que, desde que existes, que sepas, que eres tú esa parte del sueño que me falta. Sin embargo, ya no hay nada aquí que me detenga, ni un solo recuerdo del futuro.

Desde que existes, todo está en blanco; la memoria, el alma y el cuerpo, la página que aún no te he escrito. Y cada viernes espero tu llegada como se espera la ola precisa que nos elevará al instante; como se espera, sin saberlo, una sonrisa entre esos dientecitos. Y ahí te apoyarás sobre mi, me abrazarás, como presagio de tormentas, brújula de paz y vientos favorables. 

Porque, desde que existes, eres como el mar que se calma entre arrecifes... 


Marbella, 12 de julio de 2024. Fotografía de Helena Rocha.



viernes, 5 de julio de 2024

La floristería

Después de buscar durante mucho tiempo por todos los rincones de la ciudad, aquel anciano estuvo a punto de creer que dicha floristería no existía y, al encontrarla, sintió que las esperanzas tomaban un nuevo impulso. Cuando cruzó la puerta percibió el olor de un libro viejo y, al recargarse sobre el mostrador de cedro, se intensificó aquella impresión.

"Deseaba un ramo de flores", preguntó el anciano al dependiente, un nonagenario como él que parecía llevaba toda la vida tras ese mostrador, el cual lo escuchó como quien atiende a un pariente que recién llega de un largo viaje. Después entró en la trastienda con paso firme.

-- Por favor, huela y dígame si son de su agrado --. 

Con el ramo de claveles del primer día, sintió la soledad de su niñez. Con el ramo que el dependiente sacó el segundo día, de gardenias, le evocó a los largos paseos con aquella novia que nunca besó. En los días sucesivos, sintió nostalgia de Raquel, su primer amor. Eso fue con los ramos de rosas, de orquídeas o de cerberas, pero aún no consiguió dar con el que realmente necesitaba.

Ya habían pasado diez días, cuando ambos ancianos, que ya mantenían una conversación distendida por sus diarios encuentros, volvieron a acordar un ramo de flores que, el uno iría a la trastienda a prepararlo, y el otro lo olería esperando alguna señal, que ninguno acertaba a saber cual sería.

Así fue que, el ramo que venía envuelto en un papel kraft y perfectamente niquelado, fue entregado al comprador para que apreciara su perfume. 

"Sin duda es este", comentó el anciano tras aspirar el perfume de aquel ramo multicolor de tulipanes. Ambos se miraron con alegría.

-- Entonces, ¿a quién y a dónde las envío? --

"A la atención de Raquel Baigorri. Al cruce de la Avenida Alvear con Avenida del Libertador."

-- ¿En qué número exactamente? --     

"En ninguno; es el cementerio de la Recoleta" 


Marbella, 5 de julio de 2024. Imagen libre en la red.


viernes, 28 de junio de 2024

Microrrelato; La autopsia

Cuando aquel sacerdote fue autopsiado, salieron de las meninges cientos de secretos previamente confesados. Hubo algunos muy simples, otros sin importancia, y otros que sencillamente volaron por la sala y se perdieron a la vista de todos. Pero el que quedó en el aire, que era del propio médico que asistía al cura en la autopsia, quedó quieto en el aire, dejando a todo el resto del equipo con cara de asombro, sobre todo, a la enfermera...


Marbella, 28 de junio de 2024. Imagen libre en la red.


viernes, 21 de junio de 2024

Sobre la naturaleza de las cosas

Ha sido esta mañana, en que me monté en el coche con un amigo para tener una reunión conjunta en otra zona de la región. Previamente a montarnos en el auto, valoraba el transcurso de cómo podría transcender el encuentro que íbamos a tener. Tras cuatro años de intenso debate sobre su proyecto, el cuál habían paralizado sin explicación alguna, se ponía absolutamente en cualquier mal escenario posible. Y me decía; ¿Qué crees que habrá pasado? ¿Qué habremos hecho mal? ¿Quizás hemos cometido algún error? ¿O tal vez, para cierta persona, no hemos hecho las cosas correctamente?

Yo solamente le respondí; "vamos a dejar que la realidad y la propia naturaleza, recomponga las cosas, y sabremos si hemos sido perfectos o no. Cuando las cosas dependen de las personas, cada cual es diferente y sus apreciaciones respecto a la vida son proporcionales al tiempo que se toma en reflexionar sobre la vida misma."

Pero tal vez, lo mejor hubiera sido contarle este cuento...

"Un sacerdote estaba a cargo del jardín dentro de un famoso templo zen. Se le había dado el trabajo porque amaba las flores, arbustos, y árboles. Junto al templo había otro templo más pequeño donde vivía un viejo maestro.

Un día, cuando el sacerdote esperaba a unos invitados importantes, tuvo especial cuidado en atender el jardín. Sacó las malezas, recortó los arbustos, rastrilló el musgo, y pasó un largo tiempo juntando meticulosamente y acomodando con cuidado todas las hojas secas. Mientras trabajaba, el viejo maestro lo miraba con interés desde el otro lado del muro que separaba los templos.

Cuando terminó, el sacerdote se alejó para admirar su trabajo.

- "¿No es hermoso?", le dijo al viejo maestro.

- "Sí..." replicó el anciano, "... pero le falta algo. Ayúdame a pasar sobre este muro y lo arreglaré por ti".

Luego de dudarlo, el sacerdote levantó al viejo y lo ayudó a bajar. Lentamente, el maestro caminó hacia el árbol cerca del centro del jardín, lo tomó por el tronco, y lo sacudió. Las hojas llovieron sobre todo el jardín.

- "Ahí está... ahora puedes llevarme de vuelta".

Respecto a mi amigo, su expediente lo había perdido inexplicablemente por una persona.


Fuente de Cantos, 21 de junio de 2024. Imagen libre en la red.


  

viernes, 14 de junio de 2024

Sobre la energía

Ya todo son relatos vertiginosos, ficciones súbitas o cuentos fugitivos. Y aquí estoy, tratando de hacer un microrrelato con la mayor rapidez, pues cada vez tenemos menos energía para todo. Vamos con prisas incluso a dormir. Es una verdadera lástima que las pequeñas pausas, suponen las mejores satisfacciones del día.

Estoy con las pilas descargadas, pero con optimismo, pues sigo teniendo en cuenta, que la energía negativa, es energía desperdiciada.


Marbella, 14 de junio de 2024. Imagen libre en la red.







viernes, 7 de junio de 2024

La magia de una sonrisa

De pequeñito, me presenté ante el mejor mago del mundo, y me advirtieron que quedaría tan impresionado con sus trucos de magia, que ya no podría jamás distinguir la realidad en la que viviría. Todos mis amigos vinieron a acompañarme a ese evento.

El mago comenzó haciendo lo típico, y se puso a sacar conejos, palomas y otros animalitos de su chistera. Aquello no era nada del otro mundo, sin embargo, excepto yo, todos aplaudieron impresionados. El mago, como agradecimiento a los aplausos de mis amigos, y con la intención de acabar de impresionarme, sacó una mano, tiró unas rosas de su chaqueta y se tragó varias espadas. Sacó una baraja de cartas, las soltó al aire, y con una de las espadas clavó el as de corazones. 

El mago se me quedó mirando, y no vio ni el más atisbo de sorpresa en mi rostro. Sacó de su repertorio todos los trucos antiguos, los de otros colegas, los mejores que conocía, incluso aquellos que habían tenido el mayor éxito mundial, y no acababa de entender cómo no levantó en mi cara ni la más mínima admiración.

Aquel acto había llegado a su fin, y el que tenía ganas de desaparecer para siempre por su frustración, era precisamente el mago. Entonces, mi madre se asomó por la puerta para buscarme entre todos mis amigos. Cruzó su mirada con la mía, nos sonreímos, se acercó y me dijo algo muy tierno al oído. Yo puse cara de asombro, luego de enrome alegría, mostré una gran sonrisa y me abracé fuertemente a ella.

Salí emocionado y contento subido a sus brazos. No solo mis amigos, sino también aquel frustrado mago, entendió, que en la verdadera magia, nunca hay trucos...

Feliz cumpleaños a mi querida mamá!!.


Fuente de Cantos, 7 de junio de 2024. Fotografía de Jesús Apa.


viernes, 31 de mayo de 2024

Microrrelato; el fantasma

Con la mirada perdida al horizonte de un mar que no existe, cuando vienes a visitarme intento decirte que estar sin ti, me deja a la deriva. Todo antes era perfecto; buscábamos el momento, creamos el paisaje, sorbíamos el café, lo degustábamos y, más tarde, a nosotros mismos.

Ahora te busco y solo hay flores secas en el páramo. Es un infierno saber que no estás conmigo, y no es que fuera egoísmo, por eso te decía que nunca quería irme antes que tú.


Marbella, 31 de mayo de 2024. Imagen libre en la red.




viernes, 24 de mayo de 2024

Lágrimas de soledad

Ha llovido y además, entra viento norte por mi ventana, seduce y encanta las hebras de la cortina.

Recorre mi cuarto, olfatea las lágrimas derramadas en las tardes tristes de domingo.

Recorre la casa y lleva el mensaje de mi soledad, aunque nadie lo traduzca. Porque nadie es nadie, y pasara de largo intentando otro vuelo hacia las nubes blancas bañadas por mis propias lágrimas. Seguramente, esas mismas nubes, pero en otra tarde triste de domingo, lloverán sobre alguien...


Fuente de Cantos, 24 de mayo de 2024. Imagen libre en la red.


viernes, 17 de mayo de 2024

El cuento de la jirafa

Mi hija tiene entre sus juguetes varias jirafas. De colores, de goma, de madera, de peluche...puedo decir que se ha convertido en su animal de juego preferido. Si un día me pregunta que le cuente un cuento sobre la jirafa, tendré que decirle que...

"...a la jirafa, con su largo cuello, le es sencillo doblar y desdoblar las nubes como si fueran almohadas. Detiene su mirada en ellas, husmea dentro y ahí, imagina que los demás juguetes corren unos tras otros, como los dinosaurios imponentes y los minúsculos gusanos. Los gatitos les hacen travesuras a los perritos y los pájaros construyen sus casitas en los gigantes árboles".

Ella se me quedaría mirando interesada en la historia de la jirafa, pero con el cansancio acechando, y ahí en la noche, cuando el sueño se esfuma, sus ojos de laguna se van hacia el manto perdido y juega al ajedrez con la osa mayor....

Al día siguiente, le preguntaría a la jirafa; ¿Qué aroma tienen las estrellas? ¿Qué secretos te ha contado la luna?. Y para ella, como en casi todos los cuentos, la realidad y los sueños se cogen de la mano. 


Fuente de Cantos, 17 de mayo de 2024. Fotografía de Jesús Apa.

 

viernes, 10 de mayo de 2024

Microrrelato; El desperdicio

Muy cerca del gran desastre, nos salvamos por muy poco. Estábamos al límite, pero la ecología había vencido, por fin, sobre la insensatez humana. Y todo empezó con las buenas prácticas de unos pocos y que no decayeron ante la negación de la gran mayoría; se empezaron a sembrar árboles, cultivar alimentos, ahorrar agua, separar la basura o eliminar los plásticos.

Estos buenos actos de unos pocos, fueron "contaminando" a otras personas y al fin, fue una gran mayoría la que hizo que se volviera a conectar debidamente con la naturaleza. Tan solo quedaba ahora un gran problema que resolver; dónde metíamos ahora a tanto idiota negacionista como desperdicio...


Marbella, 10 de mayo de 2024. Imagen libre en la red.


viernes, 3 de mayo de 2024

Microrrelato; Sales de baños

La relación que teníamos era idílica. Y hablo en pasado, porque mis febriles celos me jugaron una mala pasada.

Resulta que todos los fines de semana, tras la frenética vida laboral, mi novia y yo nos tirábamos a la buena vida. No faltaban las gustosas cenas regadas con los mejores caldos, las tardes de peli, manta y sofá, pero sobre todo, lo que más me apasionaba de ella, era el cuidado que hacía sobre mi cuerpo, sobre todo, de mis pies. 

Todos los viernes por la noche, como si se tratara de un premio, encendía unas velas, abría una botella de vino, llenaba la bañera de agua caliente, ponía sales de baño y me daba un fabuloso masaje en los pies. Ella, frente a mi y como enterrada en el vapor y las sales de baños, frotaba mis pies como si se hubiera formado en una prestigiosa Universidad para solamente hacer eso.

Ponía crema, frotaba sus manos y de forma suave, iba de arriba hacia abajo, invertía el sentido del movimiento, apretaba los dedos de mis pies y para finalizar, después de largo tiempo así, cortaba delicadamente las uñas.

Después de cientos de viernes tocando el cielo, hubo uno, en que me dijo que salía a cenar con sus colegas de trabajo, pues despedían a alguien y entendía que debía ir. No sé qué narices se me pasó por la cabeza, que me puse celoso, le grité e imaginé decenas de cosas sin ningún sentido. Ella, que no esperaba ni por asomo ese repulsivo comportamiento por mi parte, me abandonó al día siguiente, asustada que aquello pudiera ir a más.

Después de aquel grave error por mi parte, hoy voy por la vida deambulando sin amor y con los pies hechos un desastre...  

Marbella, 3 de mayo de 2024. Imagen libre en la red.


sábado, 27 de abril de 2024

Microrrelato; El funcionario

Hoy me han dicho que debo de ser funcionario, porque soy demasiado burócrata en algunas cuestiones. "Contigo, todo debe ser demasiado formal y protocolario", me dijo el tipo.

Entonces, le puse el ejemplo de mi abuelo Evaristo.

"Recuerdo que mi abuelo era funcionario vocacional. Tenía una ventanilla en casa y cualquier asunto, se tramitaba mediante formularios; incluso los besos."


Cabeza la Vaca, 27 de abril de 2024. Imagen libre en la red.


viernes, 19 de abril de 2024

Microrrelato; La conversación

Hace poco me enteré que en el mundo de la música, existen momentos determinados de un concierto que solo participan dos elementos, creando distintas conversaciones entre dichos instrumentos. Así, viendo un concierto de violín y flauta, efectivamente, daba la sensación que conversaban entre ellos.

Primero daba las notas el primero, y luego respondía el que acompañaba el momento musical. El violín hablaba, y la flauta, ruborizada, contestaba melodiosamente. Era como un intercambio de golpes armoniosos a cual más hermosos.

Cuando quise preguntar qué es lo que suelen decirse un violín y una flauta cuando conversan con sus acordes, entendí que lo que tratan de transmitirse, no son palabras. Más bien es un cortejo donde exponen los sentimientos, los sueños, los recuerdos de cada cual, antes que llegue el momento en que vuelvan a ser guardados en sus correspondientes cajas de madera y tengan que esperar al siguiente concierto, a saber cuando...


Fuente de Cantos, 19 de abril de 2024. Imagen libre en la red.